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Dormir bajo el sol y al apenas despertar ver a las nubes pasar en lo alto le recordaba lo frágil que era la existencia en general bajo las circunstancias en las que se encontraban.

-Tal vez exista una forma de traerlos de vuelta -dijo para sí misma mientras con una mano tapaba sus ojos de los rayos del sol.

-¿Quieres callarte? trato de dormir un poco.

No esperaba encontrar a nadie a su lado, ya había tenido malas experiencias despertando al lado de alguien que no era su esposo y no quería que aquello volviera a ocurrir.

-¿Quién eres tú? -se alejó un poco de aquel extraño.

-Deja de ser tan pesada -quien se encontraba ahí vestía de azul haciendo juego con sus ojos mientras una cabellera rubia cubría un poco su vista- ¿No te dijo tu padre que debes comportarte como una diosa?

-Solo estoy haciendo una pregunta.

-Bueno, no te vi en miles de años y tan solo eras una bebé cuando te fuiste -se incorporó sentándose mientras frotaba sus ojos- pero tendrías que darte cuenta cuando tienes al dios de los mares a tu lado.

Entonces aquello tuvo sentido, sentir tanta paz al lado del agua, escuchar cómo seguía su camino por el río y verlo ahora tocando el agua sin que sus manos se mojaran, le hacía recordar su nombre.

-Poseidon -susurró por la impresión.

-Entonces si me conoces, ¿Nos habíamos visto antes?

-No lo creo, es solo que leí sobre tí -aún se preguntaba por qué había aparecido a su lado tan de repente- ¿Podrías decirme por qué estás aquí?

-Digamos que alguien no puede cuidarse sola y me pidieron que te vigilara -hablaba en un tono tan frío y calmado que parecía no importarle- no creas que lo hago con gusto, se supone que siendo una diosa sepas cómo cuidarte a tí misma.

-Entonces debes irte, sé cuidarme bien -había escuchado algo sobre él y en ese poco tiempo se dio cuenta de una cosa, no le importaban los demás, ni aunque fueran de su propia familia.

-Está bien, pero no corras llorando con tu padre si algo te pasa.

-¿Por qué actúas así?

-¿Así como? -no la vio de frente cuando se retiraba, solo siguió caminando esperando que ella fuera quien se acerque, pero no lo hizo.

-Como un narcisista egocéntrico -tan pronto las palabras salieron de su boca se arrepintió de decirlas- perdón...

-No te disculpes, es lo que piensas de mí -esta vez giró a verla de frente a los ojos- pero no creas que no me importa mi familia.

-Entonces demuéstralo alguna vez.

-¿Y cómo quieres que lo haga? -algo dentro de ella le pedía aprovechar esta oportunidad para detener una masacre con los humanos.

-Ayúdame a terminar esta pelea sin sentido.

Poseidón no se sorprendió de alguna forma esperaba que le pidieran algo tan loco e incoherente como eso, hasta estaba dudando en negarse porque le sonaba divertido.

-¿Por qué habría de ir en contra del ragnarok? ¿Tanto te encariñaste con unos simples humanos?

-Viví como una de ellos todas mis vidas hasta que llegué aquí, es obvio que me siento más identificada con ellos que con...

-Nosotros, te entiendo, pero no puedo hacer lo que me pides.

Esta era la segunda vez en que le pedían revelarse en contra de los dioses y armar un conflicto. Aunque las razones eran diferentes, el fin era el mismo por lo que al menos en esta ocasión si bien no estaría totalmente involucrado, la apoyaría de alguna forma.

-Entonces solo te pido que estés de mi lado, yo intentaré detener esto por mi propia cuenta -bajó la mirada porque sabía que había pedido algo que sería tomado a mal.

El rubio levantó con un dedo la cabeza de la castaña acercándose y acortando la distancia entre ellos. Esto no era para nada lo que ella esperaba, aquel beso no contenía sino responsabilidades en lugar de algún cariño e incluso si hubiera algún rastro de afecto, ambos sabían que no era correcto.

Las aguas del rio se revolvían ante lo que estaba ocurriendo, mientras el beso se profundizó más reaccionaba el río a su lado. Para cuando se separaron todo entró en calma y Galatea se sintió diferente.

-No pienses que esto lo hice con otras intenciones, pero ahora serás capaz de defenderte de otras formas -tomó su mano llevándola al río- ahora ordena que el agua te obedezca, piensa en lo que quieres que haga y así lo hará.

Pensó en lo curioso que sería de poder estar rodeados de gotas de agua, que estas dancen en su presencia y así pasó. Con tan solo un pensamiento suyo las aguas volvieron al río donde al tocarlo con su mano esta no se mojaba pero podía sentirla como algo pensante.

-Estás lista, ahora deja que siga descansando, el próximo en pelear soy yo -se recostó y ya más tranquilo continuó pensativo- si llegara a pasarme algo, hay una cosa que quiero que hagas por mi.

-Dime, no puedo hacer más que agradecerte -ese fue el momento en que por primera vez veía a Poseidón sonreír.

Él se acercó nuevamente, esta vez a su oído y lo que le dijo la dejó sin palabras. El ambiente para ella cambió de un momento a otro, por primera vez se sentía temerosa de lo que podía pasar, pero para él que estaba como si nada no le resultó difícil ignorar su reacción y volver a recostarse quedando dormido.

"Desde la primera vez en que nos conocimos, te convertiste en mi flor".

La calma que se sentía aquel día se convirtió en nada al despertar de una pesadilla. Nuevamente en sus sueños pudo observar cómo perdía a su gran amor como en reiteradas veces había ocurrido.

En esta ocasión, Galatea su esposa se marchaba de su lado, no podía ver su rostro, pero a pesar de sus reiteradas peticiones para que no se fuera y el llanto que dejaba salir, ella no respondía y solo podía ver cómo se alejaba sin poder moverse de su lugar para intentar detenerla.

Despertó con un dolor de cabeza de solo pensar en lo que había visto, odiaba pensar que no solo se trataba de un sueño, sino de una premonición de lo que podía o no ocurrir, de todas formas, estaba seguro que no se quedaría de manos cruzadas si aquello sucedía, porque en la realidad no estaría sujeto de manos o siendo impedido de moverse para evitar que se vaya.

Entre tanto, no le convenía pensar en lo que podía o no ocurrir y por ello sacó su cabeza por la ventana de la habitación, admiraba la cascada que tenía en frente mientras tomaba aire dejando que su mente olvide lo antes pensado.

Sus pensamientos habían sido cambiados por una duda más llevadera, ¿Que se encontraba haciendo Galatea en ese momento? lo más seguro es que estuviera presenciando los enfrentamientos del ragnarok y eso, de alguna forma le traía calma porque sabía con quienes se encontraban, los mismos que velaban por su seguridad.

Deseaba verla, especialmente para saber sobre su estado de salud, los últimos días la había notado cansada y como no quería que se enfermara, la llevaría a que la revisaran solo para estar seguros que gozaba de buena salud.

Solo por eso, se levantó de la cama aún algo soñoliento y empezó su día, había aprendido a desayunar de la forma correcta solo por su esposa y dejar sus amados dulces y botanas para lo que restaba del día.

Con un vaso de leche tibia en su mano, pudo notar lo mucho que había cambiado su vida y no podía estar más feliz de estar vivo en ese momento.

"Si un hombre espera que una mujer sea un ángel en su vida, primero debe crear el cielo para ella, porque los ángeles no viven en el infierno."

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