La sensación de sus almas convirtiéndose en un solo ser mientras bailaban y las miradas que se entregaban reflejaban el gran amor que se tenían.
Las miradas no se apartaban de ellos pues a Buddha no le había asustado acercarse a la hija de Zeus y eso entre los otros dioses fue una muestra de su valentía.
Mientras ellos disfrutaban de su compañía otros bebían en honor de la recién llegada y pronto una copa estuvo en sus manos.
Compartieron varias bebidas y cuando el alcohol llegó a hacer efecto en ambos era hora de volver a casa. Se escabulleron entre los invitados quienes no les prestaban atención y pronto salieron del lugar, solo un dios se dio cuenta de su huida y solo pudo despedirlos con la mano mientras se alejaban.
"Estoy tan enamorado de ti, eres mi primer pensamiento en las mañanas, el último que tengo por las noches y todos los que se encuentren durante el día."
Habían llegado a su palacio, no encendieron las luces, ninguna de ellas, se dirigieron a su habitación porque ya habían pospuesto su encuentro por mucho tiempo.
El calor de sentían además del efecto del alcohol en sus cuerpos sólo les hacía desear ser uno solo y fue entonces que todo comenzó.
—Bésame —pidió Galatea acercándose a sus labios.
—Sabes que no puedo negarme —acortó su distancia un poco más.
—Bésame por favor.
—¿Estás segura? —Porque una vez que lo haga no estoy seguro si…
La castaña decidió eliminar la distancia entre ambos uniéndose en un beso que buscaba intercambiar sentimientos que solo ellos sentían
Las caricias que pasaban por cada rincón se su cuerpo, la castaña sentía como se movía su pareja al ritmo de la respuesta que daba su cuerpo ante los toques.
Pronto la ropa fue una barrera que debían atravesar, el rubio soltó la cinta del vestido de su esposa haciendo que cayera delicadamente revelando la desnudez de su cuerpo.
—¿Debería parar? —la diosa negó con energía, quería que continuara y sentir el placer que solo él le podía dar— te amo, te amo tanto.
La castaña apartó su ropa con desesperación, una a una sentía el dejo de adrenalina que sus dedos le entregaban al delinear su cuerpo, su cuerpo exigía al suyo y con cada caricia iba creciendo el placer que sentía.
La volvió a besar ubicándose en medio de sus piernas. Un dulce gemido de su boca era lo que hizo que perdieran el control de sí mismo introduciéndose en ella. El ligero dolor que sentía fue reemplazado por el deseo cuando sus movimientos fueron haciéndose más rápidos dejando atrás los lentos y tortuosos que pudieran ser al inicio.
—A este paso —apenas podía pronunciar alguna palabra, su mente estaba perdida en todo lo que sentía en ese momento— voy a dejar marcas por todo tu cuerpo.
—Hazlo —le respondía el ojiazul— así recordaré esta noche —él mantenía su mirada en las expresiones de su esposa, parecía disfrutar cada movimiento.
Mientras se entregaban, disfrutaban cada segundo, cada momento en que ella marcaba con sus uñas el rastro que dejaban sus dedos en su espalda y los besos que él depositaba en su cuello, su clavícula, subiendo entre besos a su rostro que cuidaba de no dejar ninguna parte sin besar.
Ambos gimen entre besos con los cuerpos estremecidos y pronto un orgasmo impulsa el otro mientras ella aprieta sus caderas sin dejarlo ir haciendo que se venga dentro suyo.
"Quiero que quieras lo mismo que yo en este momento, te quiero desesperadamente, quiero que mis toques te hagan estremecer, quiero escuchar tu voz temblorosa y sin aliento, quiero que digas mi nombre como si de una oración se tratase, llena de devoción."
—¿Cómo te sientes?, ¿Te encuentras bien? —la noche había pasado e incluso después de aquel encuentro seguía preocupado por ella.
—Estoy bien —sentía como rodeaba su cintura con uno de sus brazos apegandola más a él— solo me duele un poco, pero creo que es normal.
—Aunque lo fuera, creo que debí controlarme mejor —ocultaba su rostro entre las almohadas con cierta pena— pero te dije que no podría detenerme.
—Tranquilo, no te culpes —acariciando su cabello podía ver las marcas que había dejado en la espalda de su esposo— de hecho yo también fui algo torpe —pasaba las yemas de sus dedos por sobre las marcas, eran varias por todos los momentos en que se sintió en el cielo.
—Ya se, déjame consentirte, haré todo lo que me pidas hoy —con la sonrisa que lo caracteriza y una mirada enamorada podía bajarle la luna y las estrellas si se lo pedía.
—Estoy bien, no te preocupes —ante la negativa y una pequeña risa se acercó para llenarlo de besos, era ella quien quería consentirlo.
—Deja que haga algo para ti.
Entonces tomó control de la situación volviendo a atrapar su cuerpo entre el suyo y las sábanas acariciando su rostro viendo frente suyo al ángel que había llegado a su vida
—No sabes cuando te amo —la castaña imitó su gesto, nadie aparte de ella conocía esa faceta suya.
—Lo suficiente como para pasar una eternidad juntos —ambos sonrieron porque era cierto, solo dos almas tan unidas como las suyas podían estar juntas eternamente sin cansarse.
"Te daría el mundo, la luna, las estrellas, todo lo que me pidas es tuyo, yo soy tuyo."
Descansaban tranquilamente sobre la hierba del jardín, al lado de un gran árbol que les brindaba refugio de los brillantes rayos del sol.
Nadie se había preguntado por ellos desde que dejaron la fiesta de la noche anterior. Ninguno suponía siquiera que se habían marchado juntos esa noche y menos que seguían juntos a la mañana siguiente.
Las horas habían pasado y con cada una se hacía más cercana la hora de la reunión para determinar el destino de la humanidad. Aunque ninguno de los dos quería participar entendían que debían estar presentes aunque no emitieran voto alguno.
Por esa razón habían prometido una cosa esa mañana bajo aquel árbol y sellaron su promesa tallando sus nombres en la corteza.
—Así es como muchas parejas graban su amor en la tierra —Galatea veía contenta la marca que habían dejado.
—Algo como nuestros votos matrimoniales —tras haber dejado la vida de humano hace mucho aún no estaba tan familiarizado en algunas cosas.
—Es parecido —ambos al ver sus argollas de matrimonio recordaron a aquel momento— aunque aquí no sean importantes las leyes humanas y nuestra unión no signifique nada para los dioses…
—No digas eso, tendrán que respetar nuestro amor así tenga que hacerles entender a las malas.
Cuando se trataba de defender lo que sentían Buddha podía ir contra quien sea que se interponga entre ellos. Ya lo había hecho otras veces y si bien los resultados no eran los esperados, siembre había encontrado la manera de volver a tenerla entre sus brazos.
Regresaron juntos al palacio, querían aprovechar cada hora juntos antes de que las responsabilidades los separaran al día siguiente, por ese motivo, no era de sorprender cuando encontraron dos cartas que habían entrado por debajo de la puerta principal.
Una de ellas les informaba a ambos sobre el evento de mañana y la otra le pedía a Galatea que acompañe a su padre a una reunión esa misma tarde.
—Al parecer es solo un encuentro entre dioses pero… nunca pensé que nos reuniríamos con Odin —los nervios se adueñaron de su cuerpo, temía pensar en las razones del encuentro.
—No me gusta esa idea —sospechaba que no era sólo una visita diplomática— pero de momento no podemos hacer nada, estarás con tu padre así que me quedo más tranquilo —era solo un decir, en verdad estaba furioso con aquella petición y si fuera por el, los acompañaba.
—Solo espero que todo salga bien.
Así fue como la ojiazul dejó el palacio con rumbo a ver a su padre quien la esperaba para encaminarse hasta el hogar de los dioses nórdicos, Asgard.
"¿Qué tan peligroso es amar a una persona no por quien son, sino por lo que podrían llegar a ser?
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Selenofilia
FanfictionUn viaje de miles de años llega a su fin al encontrar un amor perdido. Ambos se embarcan en un viaje para garantizar que su amor no sea olvidado en el tiempo. Al mismo tiempo una batalla que busca ayudar a la humanidad a seguir con vida por los próx...