❀ Side story: 1 - 6 ❀

16 1 0
                                    

La ceremonia había empezado, el sumo sacerdote se encontraba recitando unos mantras para el fallecido.

Muchos comentaban que el rey Jataka había sido bien despedido con tal honor y sólo se preguntaban si el príncipe había sido de verdad capaz de escapar hace solo unos momentos.

Los murmullos cesaron cuando un hombre entró lanzando flores a su paso. En cuanto vieron de quién se trataba quedaron asombrados por la insolencia que alguien de la realeza estaba demostrando.

—Vine por ti hermano.

Siddhartha se llevó el ataúd de Jataka sobre sus hombros recibiendo palabras de desaprobación tanto de su padre como de los ancianos y el mismo sumo sacerdote.

—Cierren la boca, Jataka no necesita de sus rezos o la bendición de los dioses —los dejó sin habla dejando en claro su posición— la felicidad y fortuna se encuentran aquí dentro.

Apuntó directo a su corazón y salió del lugar dirigiéndose al río que hace unos días los hermanos tenían en frente.

—Jataka hermano, ve a descubrir esa felicidad por ti mismo.

Dejó ir el ataúd cubierto de flores por el río tomando en ese momento una gran decisión. Volvió a su reino dispuesto a dejar su castillo, esposa e hijo, además de su fina vestimenta y su estatus.

Tomó un solo caballo y cabalgó directo al lugar que le traía paz y hacia que su corazón rebosaba de amor. Esa cascada había sido testigo de los verdaderos sentimientos de dos enamorados y ese día también sería testigo de un gran sacrificio.

—Que bueno que te encuentro aquí —vestido con ropa simple Nisa no lo reconocía aunque no le hubiera importado— no sabes cuanto te extrañé —al momento e intentar abrazarla, sus brazos fueron apartados —Vine por ti... para irnos de este reino a donde podamos ser felices.

—¿Cómo podría hacer tal cosa? —la voz de la castaña se quebraba en un intento se soportar lo que sentía— ¿Cómo podría dejar a un niño sin su padre?

Shaka estaba boquiabierto, de alguna forma habían descubierto sus mentiras.

—¿Por qué no me contaste quién eras de verdad? —con ligeros golpes alejaba de ella al destruido príncipe.

—No sabía como reaccionarias —intentaba detenerla pero ella demostraba firmeza en sus actos— no quería perderte.

—Entonces vete —una voz sin sentimientos hablaba por ella— escuché que el príncipe había abandonado todo... pronto se escuchará que se llevó a una pueblerina con él y no quiero meterme en más problemas.

El rubio no podía creer lo que escuchaba, no era posible que la mujer de quien estaba enamorado y quien le dedicaba palabras de amor ahora le estuviera pidiendo que se fuera.

—Es lo que ella quiere que te diga —ahí estaba de nuevo, su amada Nisa— quiere que me aleje de ti y creo que es lo mejor.

—Nisa, no puedo irme sin ti.

—Puedes hacerlo —tomó por última vez su mano sintiendo su calidez— alguna vez dijiste que veías las estrellas en mis ojos, ahora soy yo la que ve hermosas flores en los tuyos... vete y deja que florezcan.

Con esas palabras Shaka se despidió de su amada camino a encontrar la iluminación y su propio camino, esa fue su manera de oponerse a los designios que le fueron impuestos.

Por otro lado Nisa continuo su vida como pudo, siempre con el recuerdo de su primer amor. Por unos meses los regalos que le había dado fueron suficientes para pensar que en algún lugar se encontraba su amor viviendo una vida libre y sin ataduras.

La princesa sin embargo, había sido víctima de una gran ira, nadie le quitaba de la cabeza que su esposo la arabia abandonado por otra mujer ni más ni menos el día que había nacido su hijo.

Con el dolor de una mujer engañada mandó a los guardias a dejarle un regalo a la otra. Le envió canastas con alimento y escondida entre ellas, una serpiente venenosa que con una sola mordida era capaz de matarte.

—Hija son de parte de la princesa, ¿Qué hacemos con ellos?

—Repartelo a los que lo necesiten, no quiero nada que venga de ella —seguia desanimada y con apenas fuerzas.

—Está bien, pero ayudame a repartirlo.

Los obsequios que llegaban cada mes eran repartidos a los de la clase más baja del reino, ellos se sentían felices de saber que no eran olvidados a pesar de que su príncipe haya dejado el reino, sus rostros felices pronosticaban un gran apoyo a su nuevo gobernante.

Nisa se obligaba a sonreír mientras entregaba las bolsas de comida y al no fijarse llegó a ser víctima de una serpiente.

—Auch, eso dolió —revisó su mano, la mordida era profunda y la serpiente había escapado.

—Deja que atendamos eso, continuaremos con nuestro trabajo mañana —limpiaron la herida que con los minutos parecía hincharse y doler cada vez más.

—Me estoy mareando un poco, creo que será mejor que me recueste y descanse —llegó a su cama débil, el veneno estaba actuando rápido.

—Llamaré a un médico, no te muevas de aquí.

El preocupado padre salió corriendo a buscar al mejor médico que su dinero podía pagar y al contarle lo sucedido salieron a toda prisa a ver a la afectada.

—¿Recuerda qué tipo de serpiente la mordió? —los datos eran esenciales para cualquier tratamiento.

—No, solo recuerdo una punzada en mi mano —ahora ella tenía fiebre y comenzaba a perder la conciencia.

—¿Hay algo que se pueda hacer? —afligido preguntaba por el bienestar de su hija con la esperanza de que esto solo fuera un susto.

—Intentaré hacer lo que pueda, pero si el veneno es muy potente no habrá nada que podamos hacer.

Así lo hicieron, intentaron de todo para que el estado de la ojiazul mejorase sin éxito alguno siendo ese momento de una decisión.

—Pídeme lo que quieras hija, te daré lo que me pidas —se habían resignado a su partida.

—Quiero... volver a verlo —la caja de música los acompaña con sus dulces notas— tiene que haber alguna forma de encontrarlo.

—Y aunque no la haya te prometo que lo traeré frente a ti.

Y así lo hizo, al día siguiente contrató personas que iban por todos los caminos que dejaban el reino a buscar a Shaka, fueron días en que revisaron cada rincón que encontraban aunque sin éxito.

Ya rendidos y temiendo dar malas noticias notaron que varias personas caminaban detrás de un hombre sin rumbo alguno pero felices de estar ahí.

—Vengan con nosotros, el señor Buddha los guiará a la felicidad —invitaba uno de ellos a los buscadores.

—Lo siento tenemos trabajo que hacer —uno de ellos giró la vista al líder del grupo y lo reconoció perfectamente.

—Esperen creo que lo encontramos —cabalgaron hasta estar frente al rubio para detener su paso— Mi señor que bueno que lo encontramos.

—¿Quienes son ustedes? —ya no había rastro del príncipe que había sido, su comportamiento era diferente.

—Somos enviados del reino de los Sakias a buscarlo.

—No me interesa, dejé ese lugar hace mucho —intentaba seguir su camino aunque fue nuevamente detenido.

—No lo entiende, es la señorita Nisa —Buddha abrió los ojos sorprendido, entonces no eran enviados por la realeza— está en su lecho de muerte y pide por usted.

Buddha se subió a uno de los caballos y sin pedir más explicaciones volvió a su antiguo hogar temiendo que sea tarde para ver a su amada con vida.

En el tiempo que estuvo fuera del reino había hecho un montón de cosas y la que le consumía todo su tiempo era pensar en Nisa y en cómo se encontraba.

Todas las noches rezaba por su seguridad y su salud, sin duda sería una carrera contra el tiempo.

"Nunca fue mio, pero perderlo me rompió el corazón."

SelenofiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora