"Algunas flores florecen de noche cuando todos los demás están durmiendo."
El lugar estaba destrozado, con todas sus fuerzas la diosa intentaba evitar que su esposo entrase a sus aposentos.
Apenas encontrar una abertura era suficiente para arremeter contra el lanzando lo que tuviera a mano para defender a su bebé.
-¡Vete, no dejaré que te la lleves! -con una mano sostenía a su preciosa perla y con la otra agarraba un frasco de vidrio en un intento de usarlo como arma.
-Hera si la tenemos con nosotros solo encontrará desdicha -hizo una pausa para agarrar fuerzas y continuar- si la convertimos en humana ellos cuidarán de ella el tiempo que sea necesario.
-Los humanos no la cuidarán mejor que yo -se aferraba a Galatea con fuerza, después de escuchar la predicción de las moiras lo último que quería era dejar ir a su pequeña- apenas tiene unos días de vida.
Ya no se escuchaba cosas volando y rompiéndose, esa fue señal para que Hades, quien había causado tal escena, pueda actuar.
Con paso firme ingresó al lugar dejando a Zeus fuera de la conversación que tenía con Hera. Nadie supo de qué hablaron o cómo fue que la convenció, pero tras un largo tiempo dentro, salió a dar los resultados de su intervención.
-Aceptó, dejará que nos la llevemos en tres días, por el momento necesitamos buscar a la familia adecuada y que esté en el mismo territorio que su alma flama.
No hubo más tiempo que perder, de vuelta con las moiras esta vez Zeus escuchaba de primera mano la predicción y aceptó la verdad de la boca de aquellas mujeres.
Con un poco de ayuda no tardaron en encontrar al niño cuya alma estaba enlazada a la de la pequeña Diosa y con otro poco de suerte encontraron a la familia ideal.
A las orillas de un río cerca al reino se encontraba una mujer que recogía flores las cuales sólo florecían bajo la luz de la luna.
Su tranquilidad se vio interrumpida en el momento en que tres hombres se presentaron ante ella con un bebé en brazos. Por un momento pensó que todos sus ruegos habían sido escuchados y que sería bendecida con el regalo de la maternidad, y no estaba equivocada.
-Dime mujer, ¿Eres tu la que ha estado rezando para convertirse en madre? -preguntó Shiva.
-Así es mi señor, por años he rogado a los dioses escuchen mis oraciones -con la cabeza baja respondería a sus preguntas, sabía que no cualquiera podía estar frente a ellos.
-En ese caso hay alguien que necesitamos que cuides como tu más preciado tesoro -el llanto de la niña no se hizo esperar.
-Te entrego a mi hija Galatea, con la condición de que la traten como si fuera nacida de ti misma y que, con el tiempo, cuando tenga edad suficiente, le cuentes que es hija de los dioses Zeus y Hera -la bebe buscaba los brazos cálidos de la mujer quien confundía con su madre- y que está destinada a encontrar el amor en este reino.
-¿Dónde podría encontrar su destino? -dulcemente mecía en sus brazos a la niña que se quedaba dormida ante sus ojos.
-No es necesario que fuercen su encuentro, la vida misma guiará sus almas para que sean una sola -la mujer no lo sabía, pero el mismo Hades la estaba aconsejando- aunque lo mejor es que la eduquen de la mejor forma posible.
-Así lo haremos, muchas gracias.
Como despedida, Zeus le dio un beso en la frente a su pequeña prometiendo que cuando sea momento ella volvería con los suyos al lado de la persona a quien amara.
Hera a pesar de no encontrarse en el lugar sabía que su hija ya no volvería a su lado y por ello mandó a las estrellas a que guiarán su camino en la oscuridad de aquella noche.
El pueblo entero admiraba la lluvia de estrellas que bendecia, según ellos, al príncipe recién nacido, más era la señal de que una oportunidad empezaba y con ella grandes desafíos que estaban por delante.
"Te cuidare querida mía como la joya más bella que haya pasado por mis manos, descansa tu cabeza en mi pecho y escucharás a mi corazón decir que eres la hija que tanto he esperado."
El asombro de su esposo era tal que no podía creer su historia. Era una locura el hecho de encontrar un recién nacido a las orillas del río y más aún que no hubiera nadie para reclamarla.
-Te digo que busqué por todos lados a sus padres e incluso grité por ayuda, pero nadie parecía atender mis llamados.
-¿Cómo alguien puede abandonar a tan hermosa criatura? -acariciaba la cabeza de la niña recorriendo uno a uno los mechones castaños que la adornaban.
-Dime entonces, ¿Cómo la llamaremos? -parados frente a la ventana miraban las estrellas caer del cielo a la par de encontrar el nombre adecuado para su hija.
-Nisa, se llamará Nisa porque la encontraste bajo la noche siendo protegida por la luna.
Nisa era la combinación de las palabras Nisha que significa noche y Sashi, que significa luna. En esta vida Galatea recibía aquel nombre que la llevaría en poco tiempo a convertirse en la adoración de sus padres.
"A veces dos almas son creadas juntas y enamoradas incluso antes de que nacieran."
En la antigua India del Norte, más específicamente en Kapilavastu, había nacido el principe Siddhartha del estado independiente de la tribu Sakia.
-Oh, los dioses nunca se equivocan -exclamaba con alegría el sabio Asita que daba a conocer la fortuna del recién nacido- este pequeño se va a convertir en el más grande de todos los hombres y algún día se convertirá en el rey del mundo entero.
Sin duda los dioses lo habían bendecido con el futuro más admirable, nada me faltaba siendo miembro de la realeza.
-Sin embargo -continuó el sabio- el príncipe parece tener el alma atada a otro ser... su majestad es necesario encontrar a su alma flama.
-Si el destino de mi hijo es encontrar aquella alma entonces así se hará.
Por años el reino entero buscó entre las doncellas de familias con gran estatus a aquella quien se convertiría en la esposa de Siddhartha.
Buscaron por cielo, mar y tierra a la mujer adecuada hasta después de vanos intentos no tuvieron más opción que casarlo con una princesa de nombre Yasodhara del clan Koliya.
Aunque al príncipe no le desagradaba la idea ya que era parte de sus deberes como parte de la realeza de cierta forma durante toda su vida hasta ese momento había sentido un gran vacío en su interior, vacío que si pudiera dejaría que Yasodhara lo llenará, pero era inútil, no sentía nada más por ella que aprecio.
-Mi señor, es momento de volver al palacio -un grupo de guardias había acompañado al príncipe de casería, los cielos que se teñían de naranja daban la señal de volver a casa.
-Está bien de todas formas estoy algo cansado -de pronto su caballo relinchó intentando llevárselo a buscar agua- adelantense, dejaré que se refresque un poco y volveré con ustedes.
Sin esperar respuesta dejó que el caballo lo guiase a un claro donde se encontraron de frente a una cascada. El agua estaba lo suficientemente fría como para refrescarse tras un largo día soleado sin llegar a congelarse.
-Eso es bebe un poco.
El caballo tras tomar un poco de agua con su cabeza señalaba algo del otro lado de aquellas aguas. Siddhartha prestó más atención, era una mujer que nadaba libremente sin percatarse de la mirada que se posaba sobre ella.
"Había un cielo lleno de estrellas y él solo tenía ojos para ella."
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Selenofilia
FanfictionUn viaje de miles de años llega a su fin al encontrar un amor perdido. Ambos se embarcan en un viaje para garantizar que su amor no sea olvidado en el tiempo. Al mismo tiempo una batalla que busca ayudar a la humanidad a seguir con vida por los próx...