❀ Side story: 4 - 5 ❀

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Todo parecía un señor hecho realidad, al fin después de varios años de búsqueda y de soledad, tenía a su amada frente a él. Ahora mismo se dirigía con su hermano a verla para que puedan conocerse una vez más.

-Hola Quinn -con dulzura captó su atención haciendo que girara a ver a ambos, con más curiosidad al ojiazul- quería presentarte a alguien.

-¿Es necesario? -preguntó, quería evitarlo.

-Es la persona que querías ver -eso la emocionó y rápidamente cambió de idea- te prometí que lo traería ante ti y aquí está -se fue dejándolos solos mientras se despedía agitando una mano- no se queden afuera hasta tarde.

Quinn lo adentró al jardín, a un quiosco sobre el lago. Atravesaron un camino de piedras sobre el agua que los llevaba hasta su destino y, a su alrededor florecieron varias flores de loto y lirios que se encontraban con el capullo cerrado.

-¿Son hermosas no te parece? -ya sentados admiraron un momento el lugar y después el uno al otro- ahora dime, de donde saliste y por qué estoy pensando en tí todo el tiempo.

-¿No te asustarás si te lo digo? -tomó una de sus manos dando a conocer sus sentimientos.

-Dímelo -dejó que acariciara sus dedos y perdida en sus hermosos ojos, reconoció sentimientos de los que no estaba consciente.

-Tu eres la mujer que más amo en el mundo, nos conocimos hace cientos de años, muy lejos de aquí y en ningún momento dejé de amarte -pidió que se pusiera de pie y mientras la tomaba de la cintura la acercaba a él rompiendo distancias.

-¿Cómo me aseguro que no estás mintiendo? -no colocaba resistencia, solo seguía su juego.

-Déjame demostrártelo.

La tomó en brazos elevándola haciendo que deje el piso y abrazándola al mismo tiempo. Ella no se apartó en ningún momento y fue quien inició un beso que el dios había estado esperando hace años. Lo que ambos sintieron fue una corriente recorrer su cuerpo llenándose de alegría y de recuerdos de otras vidas.

El beso se profundizó a medida que las memorias llegaban a Bella y cuando pudo recordar todo lo que había vivido se separaron buscando aire.

-Mi amor -exclamó feliz la castaña, emocionando al rubio- me encontraste.

-No sabes lo mucho que esperé este momento -al ver unas lágrimas caer de su dulce mirada, la castaña sacó un pañuelo para limpiarlas.

-No llores, no podría soportar verte triste -hizo un pequeño puchero en forma de mueca, un hábito que había aprendido en esta vida.

-Son lágrimas de felicidad -ahora él tomó su rostro dejando varios besos en su frente, cachetes y labios, terminando con uno en la punta de su nariz.

La escena era algo que su hermano junto al personal de la mansión veían felices ya que no habían visto a la joven tan feliz y enamorada antes. Dirigieron su mirada al hijo de la familia preguntando con ello que sería de su compromiso.

-No se preocupen, yo me encargaré de todo -en el fondo agradecía haberlo encontrado si eso significaba ver una sonrisa en su hermana.

No hacía falta que preguntase si ambos querían permanecer juntos así que se adelantó a lo que la pareja pudiera pedirle y salió en el carruaje directo a la mansión del conde Thorburry a contarle el cambio de planes que estaban atravesando

-Buenas tardes y perdón por no avisar que vendría -tan pronto abrieron la puerta de la mansión, entró sin pensarlo porque sabía que el conde siempre recibía a sus invitados.

-No te preocupes Sirius -lo saludó cortésmente- pero dime a qué debo tu visita.

-Oh, de hecho solo vine a contarte algo, será rápido -negó con una mano cuando lo invitó a pasar a su oficina- el compromiso con mi hermana... dalo por cancelado.

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