❀ 20 ❀

20 3 0
                                    

Como si se tratase de un cuartel general el palacio de Zeus se había llenado de dioses que esperaban saber las próximas decisiones que se tomarían en pro de la batalla que estaba por llegar. La sala donde reposaba Zeus quedó pequeña para tantos invitados, tenían que tomar una decisión en ese momento ya que el tan ansiado evento se realizaría en dos meses.

-Tranquilos todos, siéntense y escúchenme -agitando sus manos apenas le hacían caso- tengan un poco de respeto.

-¡¿Quieren callarse?! -por primera vez Hermes elevaba la voz, todo el lugar quedó en silencio, a la espera.

-Gracias, bueno quería saber su opinión para conocer a los representantes de los dioses que pelearán en el Ragnarok -en su mano una lista con nombres subrayados, tachados o eliminados- como sabrán nuestra familia debe enviar a unos cuantos.

En ese momento no veían como rivales a los humanos por lo que cualquiera que hubiese querido participar podría haberlo hecho sin problema. El detalle estaba en que uno de ellos tenía cierta información que podría prevenir los males de las consecuencias de una batalla de almas. Solo era cuestión de mencionarlo o no para que lo vean como un traidor o un aliado.

-Entonces de nuestro lado tenemos a Poseidon que no se encuentra presente, Hércules, Apolo, que tampoco está aquí, Buddha y por su puesto, yo -la reacción de todos era de intriga, en poco tiempo el dios del trueno había considerado a Buddha uno de ellos- ¿Alguna objeción?

-Ninguna -los ojos de la diosa de la luna quedaron en blanco al escuchar el nombre del rubio.

-En ese caso, iré a reclutar a los que faltan, estoy seguro que las valquirias traerán a sus mejores prospectos, de todas formas debemos ganar.

Todos los presentes se retiraron dejando sola a la pareja, Buddha ya sabía lo que estaba por venir y solo podía pedir perdón por las decisiones y acciones que había tomado.

-¿No quieres explicarme por qué mi padre te mencionó en la lista? -ella jugaba con su anillo pasando su dedo por la silueta de la flor.

-Quise contarte, ayer no tenía palabras cuando me dijo que debía pelear -apretó el puño mientras evitaba verla a los ojos- pero si tengo que ser sincero con alguien es contigo... -fue cuando cayó ante sus pies sorprendiendo a la joven que confesó su verdad- ¿Recuerdas la vez que Brunilde vino a nuestro palacio?

-Si, fue hace unas semanas -se asustó al verlo en ese estado, solo quería abrazarlo y que no sufriera de esa forma.

-Ese día me pidió ayudarla a llevar el volundr más allá de lo razonable -entonces las piezas se armaban, todo lo ocurrido había sido planeado- yo accedí porque me prometió que nos ayudaría y solo me engañó porque nada tuvo que ver cuando vimos a tu padre por primera vez.

-Espera, mírame -sus bellos ojos azules reflejaban en las flores de sus iris la culpa que sentía.

-Yo la ayudé a que pasara todo esto -era ante ella, la única con la que dejaba salir sus penas- perdóname.

Había actuado más por el amor que sentía por ella que por sus pensamientos razonables.

Ambos eran unos trágicos amantes y ahí en el palacio de Zeus, prometieron que lo que habían conversado no sería conocido por nadie.

Al igual que todos, dejaron el lugar no con ansias de la próxima batalla, sino con la esperanza de que sus acciones no repercutieran a mal para nadie aunque de todas formas todos se enterarían.

"Y deberás amar,
amar hasta morir.
Y deberás crecer,
sabiendo reir y llorar".

Por lo ocurrido recientemente en el palacio de Asgard, Zeús no pisaría ese lugar ni de broma, por ello envió a su mensajero para que los dioses que residían en el lugar se enterasen de las decisiones que se habían tomado. Hermes acostumbrado a ese tipo de tareas, se presentaba ante Odín entregándole una nota con la solicitud.

-Zeús pide formalmente que ustedes sean tres de los luchadores del lado de los dioses conociendo sus antecedentes y su fuerza.

-¿Sabemos algo del lado humano? -la pregunta se daba solo por conversar.

-No de momento, pero estoy seguro que tendremos gratas sorpresas -apenas podía presentarse ante ellos con una sonrisa.

-¿Qué pasaría si no aceptamos? -Thor como siempre hablaba sin pensar en el resto de los presentes.

-¿Por qué no aceptarían?

La pregunta era válida, tenían más razones para pelear y demostrar que eran mejores a mantenerse al margen y quedarse sin siquiera pelear por algo. Eso lo entendió pronto, y así su respuesta daría como justificativo el demostrar cuanto vale a la persona que ama.

-Solo era una pregunta -comentó el pelirrojo- apúntame para la primera ronda.

Dicho eso se dio por concluida su conversación, Loki y Odín también se presentarían al igual que el resto de luchadores que fueron convocados por Zeus. Del lado de los humanos, Brunilde tenía más de siete mil años de humanidad de donde escoger a los trece elegidos y por el momento solo unos nombres resaltaban de entre todos.

-No puedo creer que te enfrentaras a los dioses de esa forma -Goll, derrotada en el piso admiraba silenciosamente la forma en que su hermana mayor podía realizar tales acciones- estas pidiendo que te asesinen.

- Goll, aun eres una aprendiz de valquiria por lo que no puedes entenderlo -como hermana mayor era su deber hacer que comprenda un asunto tan importante- el lazo que tenemos con los humanos es mucho más grande del que tenemos con los dioses, por eso no puedo solo abandonarlos.

-Eres increíble, en ese caso elijamos años mejores representantes.

Con lo entusiasta que era, la menor puso manos a la obra para que junto a su hermana revisaran toda la historia humana. Así encontraron a las 13 personas que los representarían después de dos largos meses y a la espera del gran evento.

Se había construido un coliseo que albergará al público de mil ojos que estaría expectante ante lo que pueda ocurrir en la arena. Muchos habían conseguido boletos de primera fila cuando se trataba de los dioses y las ansias habían hecho que imaginarán el único resultado posible, su victoria.

Por otro lado, del lado de los dioses, cada uno había pasado los meses sin preocuparse porque el resultado sea malo para ellos. Estaban plenamente conscientes de que un resultado diferente al de la victoria era imposible.

-Despierta, es mejor que entremos, no me gustaría que te resfriaras -la dulce voz de Buddha la traía de vuelta de sus sueños.

-¿Cuánto tiempo pasó? -al abrir los ojos pudo ver que había atardecido y pronto la luna saldría a adornar el cielo nocturno.

-Un par de horas -ayudó a que se levantara para ir a su palacio tomados de la mano- ya llevas varios días en los que tomas siestas largas por la tarde, ¿Estarás enferma?

-Espero que no, solo me llega mucho sueño -la diosa de ojos de luna también había experimentado otras cosas que le hacían dudar que pareciera algún mal.

-En ese caso podemos pedirle a tu padre que alguien te revise -giró su vista para ver su soñolienta mirada, adoraba a su esposa de todas formas posibles- no me gustaría ver que te hagas frágil.

-Debe estar muy ocupado con eso del ragnarok -no le gustaba sacar ese tema, pero no quería molestar a Zeus con simples molestias- además ya te lo dije, solo estoy algo cansada.

Como pensó, lo primero que hizo fue ir a recostarse a su cama donde podía ver desde su ventana el árbol donde solían dormir a lo lejos, balanceaba sus hojas danzando con la brisa de la noche.

Estaba cómoda entre los brazos de su esposo y fue cuando el sueño la atrapaba que salió a relucir una idea en su cabeza antes de quedarse completamente dormida.

"Si yo soy la luna tu eres el sol que ilumina mis días y el fruto de nuestro amor las estrellas que nos guíen a un mejor futuro".

SelenofiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora