❀ Side story: 4 - 8 ❀

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Después de un largo día de búsqueda no quedaba otra cosa que hacer que descansar. La cabeza le dolía de solo pensar en todo lo que había ocurrido y por eso necesitaba liberar su estrés, si por un solo momento nadie creía su versión de los hechos, no estarían muy lejos de dar con él como responsable de lo sucedido.

Bajó las escaleras tranquilo hasta el sótano de aquella casa abandonada propiedad de su familia, en una mano llevaba un cuchillo con el que jugaba haciendo trucos girándolo hasta que de un momento a otro un llanto se escuchó tras la puerta.

Su querida Abby se encontraba recostada abrazando sus piernas para encontrar algo de calor, su cabello estaba desordenado y el vestido que llevaba aquel día en que dejó de ver la luz del sol, se encontraba cubierto de polvo y suciedad.

-Después que me entregues el centro de tu corazón serás mia por siempre, así que recibe todo el amor que tengo para darte -aquella voz la aterraba porque de una persona educada y tranquila había pasado a ser cruel y sin sentimientos- son tus manos, tus mejillas, tus pies y tu mirar las partes en que mi marca dejaré.

-Detente por favor -suplicaba que no se acerque a ella, pero la fuerza que ejercía para que no se moviera era más grande que la que usaba para resistirse.

De alguna forma la joven pudo evitar que el cuchillo se clavara en su rostro, esta vez pasando directo a la mano de su atacante creando una cortada donde la sangre no demoró en salir.

-No recibas mi amor, pero no dejaré que intentes salir de aquí -el corte que tendría que haber hecho en su rostro lo llevó a sus tobillos, lo suficientemente profundo para dañar los tendones impidiendo que camine en un largo tiempo- todo sería más sencillo si cooperabas.

Antes de irse le lanzó trozos de tela para improvisar un vendaje, el dolor era tan grande que solo intentar parar la sangre era un martirio.

Antes de desmayarse por el cúmulo de sentimientos y el dolor, recordó haber visto aquel lugar antes y no se le hizo raro que du destino fuera el de sus sueños.

"Podría aceptar cualquier cosa que permita este dolor desaparecer, ¿Estarías de acuerdo con eso?"

Con los rayos del sol entrando en la sala de la gran mansión los presentes dieron fe de un nuevo día y con ello, posibilidades más reducidas de encontrar a la castaña.

El rastrillaje del día anterior no había logrado localizarla por lo que único que quedaba era perseguir la única pista que tenían.

La cinta de cabello que vino con el mechón no era la que Bella solía usar porque la original traía delicados dibujos de pequeñas flores que adornaban su cabello. Así, tanto el hermano como el prometido de la joven conocían al culpable.

Quisieron seguir sus pasos y para no levantar sospechas, se encontraron con su ayuda especial. En una cafetería, los tres compartían un trozo de tarta de manzana. Para Sirius, aquello le recordaba a su hermana que siempre le pedía de su comida.

-Solo quiero que la encuentres, no importa los medios -a medida que las horas pasaban, su estabilidad mental decaía.

-De ser el caso, estarían listos para recibir su cuerpo sin...

-Ni se te ocurra mencionarlo -Buddha odiaba pensar que lo que había escuchado de Bella en la cabaña podía ser cierto- la vamos a encontrar con vida.

-Las primeras veinticuatro horas son de vital importancia, ya sobrepasamos ese tiempo... la encontraremos de eso no tengan duda, pero el estado en que la encontremos no es algo de lo que tengamos control.

-Entonces encuentra donde la esconde esa rata y trae a mi hermana de vuelta.

Ninguno pensó que en algún momento rogaría por la ayuda de un extraño, un asesino, para encontrar un tesoro. Pero no había mejores opciones en ese momento y debían ser rápidos en actuar.

Durante el día siguieron de cerca al conde encontrando un patrón, primero pasó a comprar medicina, luego al mercado por flores, crisantemos que presagiaban el final, y, su última parada fue el mercado donde compró alimentos.

Lo que no esperaban era verlo ir en carruaje hasta un punto lejano fuera de la ciudad, la casa estaba en pie, pero el paso de los años y la falta de mantenimiento era notorio.

Mientras Jack y Sirius buscaban una forma de entrar, Buddha se presentaba tocando la puerta, quería decirle tantas cosas y aguantaba su ira para no estallar.

-Nunca pensé recibir visitas aquí -el hombre no se veía sorprendido, era como si esperara que alguien fuera a verlo- dime que se te ofrece.

-Quería preguntarte un par de cosas, ya sabes información para la policía -el rubio entró y notó el aroma de la madera y humedad que invadía el lugar- ya sabes, llegaste a conocerla más que yo -odiaba decirlo porque aquello no era verdad, pero necesitaba mantenerlo tranquilo mientras los otros encontraban la forma de entrar sin ser vistos.

-Abby es la única mujer que llegué a amar de verdad, aunque admito que en un inicio fue un simple capricho -habiendose dirigido a conversas sentados en los sillones, el rubio notó un cuadro en particular.

-Esa es la fotografía que te regalaron sus padres -con tan solo acercarse a tocarlo, el comportamiento del conde cambió abruptamente.

-No lo toques, es el único recuerdo que tengo de ella -evitó que su mano tocara el marco, pero levantando más sospechas.

-¿Por qué actúas así? te recuerdo que la mujer de la que te enamoraste ahora es mi prometida, además se que sabes donde esta Bella asi que habla de una vez.

-¿Por que, acaso sospechas de mi? -en su mente resonaba aquel apodo, ella odiaba que la llamara Abby, pero parecía que no tenía problema con ser llamada Bella.

-Eres la primera persona en quien pensé responsable de su secuestro desde un principio -quería que siga hablando para inculparse se una vez.

-Lamento decepcionarte, pero yo no tengo nada que ver con eso.

Entre la pelea el par que se encontraba fuera de la mansión no encontraba forma alguna de entrar. Las ventanas se encontraban con barrotes y la entrada del jardín al sótano estaba sellada con una placa de metal.

-Tiene que estar por aquí -Sirius golpeó la puerta esperando escuchar a alguien pedir ayuda, pero nada se oyó.

-Si tan solo pudiéramos sacarlo y entrar a comprobar que su hermana esta ahí dentro... espere, eso no funcionará.

Con todas sus fuerzas jalaba la placa apenas habiendo movimiento en los pernos que lo contenían en su lugar.

Los intentos por abrir la puerta si fueron escuchados, de hecho la joven despertaba mareada entre charcos de sangre. Evitaba moverse porque el dolor aparecía volviendo a sentir los cortes en sus tobillos. No escuchaba una voz clara, pero las pocas fuerzas que tenía no le dejaban pedir ayuda y nuevamente perdió la conciencia ante también, la falta de alimentos ya que se negaba a comer pensando que la comida podría estar envenenada, después de todo era una opción después de ver cómo era tratada por alguien que decía amarla.

El invitado en la mansión se había marchado, debían irse para evitar levantar sospechas y el conde más tranquilo levantó el cuadro de su amada dejando un beso sobre sus labios y con ello dando lugar a iniciar una serie de mecanismos que descubrían una puerta detrás de un estante de libros y con levantar un libro de poemas, se abría la entrada al sótano.

SelenofiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora