Hay muchas formas de otorgarle divinidad a un simple humano, algunas de ellas son mortales y únicamente un alma pura podría pasar tal prueba.
En este caso, era mejor usar la opción que más éxito tenía en la transformación, después de todo estamos hablando de la hija de dos dioses.
-Dime, ¿Qué significa él para ti? -de entre todos los humanos nunca creyó que el iluminado fuera el complemento de su hija.
-Él es más yo de lo que yo misma soy -apenas encontraba las palabras para expresarlo- de lo que sea que estén hechas las almas, su alma y la mía son la misma.
-Tienes razón, después de todo ustedes dos ya eran uno solo -en aquel lugar solo eran tres, el Dios padre, el Dios mensajero y la Diosa humana- ahora empecemos, seguro que Buddha está muy ansioso esperando por ti.
La castaña bebió un líquido rojo que le fue servido en una copa por su hermano Hermes, el primer sorbo no lo sufrió, no fue hasta poco después que sintió que no podía respirar. Aquel era el poder de beber ambrosía, la sangre de Zeus.
-Tienes que beberlo todo -ambos estaban preocupados aunque confiaban que el hecho de nacer como Diosa le ayudase a recuperar su esencia- vamos tu puedes -el pelinegro la animaba.
-Siempre he pensado que hay dos tipos de amor -ella sufría, todo dentro suyo estaba cambiando y le consumía las fuerzas- aquel por quien matarías y aquel por el que morirías.
-Aguanta un poco más, ya casi lo logras -Hermes sufría a su lado, después de todo era su familia, su hermana, la menor de todas.
-Ustedes sin embargo, tienen el tipo de amor por el que uno desea vivir.
Con esas palabras Kyomi había dejado a un lado su lado humano recobrando el estado puro con el que nació. Tomó aire nuevamente, sus pulmones ya no dolían y toda ella se sentía diferente.
-Hermes, anuncia a todos que Galatea ha vuelto -frente a él una hermosa joven lo miraba con una mirada brillante, era la guardiana de aquellas estrellas que reposaban en sus ojos- la diosa de la luna ha vuelto a su hogar.
"El amor está compuesto por una única alma que habita en dos cuerpos."
La espera había sido eterna, sentado frente a una gran puerta que lo separaba de su esposa, cada vez era más difícil contener sus ganas de ir a buscarla.
Justo cuando se levantó a tocar la puerta, esta se abrió revelando la joya más hermosa que había visto.
-Mi amor -tan pronto la tuvo entre sus brazos supo que lo habían logrado, nada podría separarlos nuevamente.
-La profecía de su nacimiento decía que volvería a casa acompañada de su alma flama -Zeus quería resaltar algunos puntos importantes de su nueva vida- no quise involucrarme en que se encontrarán y veo que hice bien, solo les pido que por el momento hagan de su amor un secreto aquí en el Valhalla.
-Así lo haremos -respondieron ambos, no querían tener problemas- muchas gracias.
-Dejaré que vivan juntos, después de todo les espera una eternidad el uno con el otro -parecía razonable, sin malicia en sus palabras- pero no crean que sus votos hechos en la tierra tengan la misma validez aquí... manténganse en secreto hasta que podamos unirlos bajo nuestras leyes.
Era imposible no notar las argollas de matrimonio en sus manos, siendo una clara señal de su unión en la tierra.
El alivio que tenían sus almas era tan grande, después de cinco vidas aprendiendo a perfeccionar su unión por fin eran merecedores de una eterna felicidad.
Zeus los dejó elegir un lugar para vivir, pero ambos declinaron su oferta eligiendo el palacio al que estaban acostumbrados, aquel lugar donde escuchaban el agua caer y el dulce aroma de las flores los despertaba cada mañana acompañado de tímidos rayos de sol que iluminaban un nuevo día.
"Tu eres mi sol,
Y tu eres mi luna
Y nuestro amor, las estrellas que destellan en todo el firmamento."La noticia del retorno de la última hija de Zeus corrió por los oídos de todos los dioses que existían. Muchos de ellos intrigados por conocerla apoyaron la idea de realizar un gran festejo para darle la bienvenida y Hermes, quien recibía tales peticiones, dio conocimiento de los hechos a su padre.
-Es una maravillosa idea, de hecho iba a pedirte que organizaras todo -risueño como siempre aprobaba la fiesta que se haría en honor a su hija.
-Me adelanté y tendremos todo listo antes de celebrar el consejo de los dioses.
Zeus estaba contento, lo que más temía de esa fecha era el hecho de que los dioses podían votar por la extinción humana y si antes lo pudo evitar, ahora era difícil que los dejen con vida otros mil años.
Aquello, sumado al hecho que su propia descendencia era humana lo dejaba con un gran nudo en la garganta. Eso hasta este momento donde podría presentarse a tal reunión sin preocuparse por su destino.
-Perfecto, confío en ti -quedó pensativo un momento, había olvidado algo importante- me olvidaba... que se reúna con su madre, no soportaría estar frente a su mirada vacía nuevamente.
-Así lo haré.
Hermes, antes de reunirse con Hera, se dirigió a sus aposentos donde con su violín dejaba salir sus sentimientos. Habilidad, destreza y elegancia eran las características que a simple vista resaltaban en él.
Compuso una hermosa melodía que pronto se convirtió en su favorita por tratarse de un amor destinado al fracaso y él lo sabía perfectamente.
-Oh hermana mía -entonaba bajando el violín de su hombro- Ustedes serán un gran alivio para este nido de bestias.
Acomodó su traje y dejando el lugar abandonó aquella sonata y los pensamientos que hacían variar sus ideales.
Mientras caminaba en dirección al palacio donde se encontraba Hera; recordaba a su propia madre, la pléyade Maya, aquella que lo envolvió después de dar a luz y cayendo dormida.
Hermes crecía rápidamente y para la noche de su primer día de vida había escapado gateando a Tesalia donde robó el ganado de Apolo e inventó la lira con unos extraños hilos que encontró.
Su madre no creía en las palabras de Apolo cuando le decía que su hijo había sido el responsable del robo del ganado, tampoco Zeus lo creyó y llegando a un acuerdo con Apolo le entregaron la lira dejando por terminado el conflicto.
Así era Hermes, el Dios griego del engaño, lo incierto, de lo que pasa de un sitio a otro y estaba orgulloso de eso porque a pesar de su reputación, todos confiaban en él.
Finalmente se encontró a Hera quien estaba en el jardín del palacio admirando sentada el estanque que tenía enfrente donde habían empezado a crecer flores de loto.
-¿A qué debo tu visita?
Tiró un poco de comida a los peces del estanque donde se encontraba aquella flor que a pesar de no vivir en un pantano, su mera existencia era un milagro.
-Zeus me pidió que la llevara en presencia de alguien importante -aún detrás de ella sentía su indiferencia- no quiere verla tan triste.
-Si de verdad le importara no me había pedido dejar ir a mi hija -tiró el resto de comida que tenía en sus manos y se retiró del lugar siendo seguida por el mensajero.
-¿Y si le dijera que ya volvió?
En ese momento la diosa detuvo su paso para procesar lo que había escuchado y tan pronto lo comprendió salió corriendo al encuentro con su preciado ángel.
"Ella es como las flores, pero también como la lluvia. Es la belleza del día y el dolor de la noche."
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Selenofilia
Hayran KurguUn viaje de miles de años llega a su fin al encontrar un amor perdido. Ambos se embarcan en un viaje para garantizar que su amor no sea olvidado en el tiempo. Al mismo tiempo una batalla que busca ayudar a la humanidad a seguir con vida por los próx...