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La tercera ronda estaba siendo anunciada, en el pasillo esperaba el dios de los mares dando unas últimas palabras a su fiel servidor antes de su encuentro. Quería dejar todo en orden en caso de que se confirmara su ausencia, pero Proteus no hacía las cosas tan fáciles ya que cuando notó que su rey no actuaba como de costumbre.

-Mi señor, ¿Le ocurre algo? -con nerviosismo en su voz preguntaba aunque sin esperar una respuesta clara.

-Solo prométeme que pase lo que pase seguirás mis instrucciones al pie de la letra -en su mano su tridente brillaba de la emoción por la batalla que se aproximaba.

-Entiendo, por favor cuídese.

-Gracias, espero volver a verte Proteus.

De esa forma Poseidón se despedía del ser que más lo había apreciado esos años, e incluso por un momento se arrepentía del comportamiento mostrado a lo largo de su vida. Caminó y de frente se topó con unas olas que se le acercaban, con una mano las apartaba para luego pasar en medio de las aguas por el respeto que esta le tenía al díos.

Los vitoreos de la gente y los dioses se escuchaban, pero eso aún no era del agrado del rubio y con una mirada mandó a callar a todo mundo dejando en silencio el lugar.

Su contrincante hacía su llegada frente a él, se acercaba lentamente remando un pequeño bote que lo llevaba al centro de la arena, rodeados de agua como de una isla se tratase. Frente a Poseidón se encontraba el mismo Sasaki Kojiro, quien representaba a los humanos en esta ocasión.

-Para esta ronda tenemos, del lado de los dioses, este hombre gobierna los océanos con puño de hierro, ¡El soberano de los mares! ¡Poseidón! -los demás dioses ante el respeto que le tenían, esperaban una gran pelea que les diera ventaja por sobre los humanos- ¡Quien se enfrentará al poderoso soberano de los mares! es el mayor perdedor de la humanidad, Sasaki Kojiro.

"Uno siempre sabe lo que quiere
Aunque a veces no pueda quererlo".

El dios del trueno, Thor, estaba en la sala de espera de su combate, a pesar de que había ganado su ronda, estaba atento al resto de las peleas por si alguna le llegaba a interesar más que la anterior.

En eso tocó su pecho marcando el corte que aquel humano le había ocasionado, no había ido a la enfermería a que lo trataran porque tenía la ligera esperanza que la diosa de la que estaba enamorado pasara a cuidarlo.

Con esa esperanza también recordó la forma en que su padre había intentado manipular su vida, recordó todas aquellas mujeres que presentó frente a él, muchas de ellas bajo la promesa de obtener riquezas si el hijo de Odin llegaba a aceptar a una de ellas.

La realidad había sido otra porque desde un inicio él mismo había manipulado la situación para no tener que preocuparse por un matrimonio del que no estaba para nada interesado. Al mismo tiempo, estaba arrepentido de aquella decisión y para cuando otros se dieran cuenta de ello tenía que tener un plan para corregir su destino.

Por eso cerró los ojos pensativo, miles de ideas atravesaban su mente y un par de ellas ganaron en su lluvia de ideas. Cuando abrió los ojos frente a él podía ver la batalla que se estaba presentando y con suerte pudo observar que en el palco de los dioses estaba la mujer por la que podría dejarlo todo si aceptara sus sentimientos.

-El combate ha empezado, pero ¿Por qué ninguno de ellos se ha movido ni un centímetro? -era extraño, pero ambos se analizaron en búsqueda de información.

Galatea quien ya había llegado para ese momento, estaba atenta a los movimientos del rubio. Sus hermanos comentaban acerca del estilo de pelea de Poseidón, donde solo estaba esperando un movimiento del humano para responder a este, sea cual fuera.

El humano en la arena, había enfrentado al dios un total de 18 veces y en todas ellas acababa muriendo, era sin duda una situación estresante para cualquiera que estuviera en su lugar.

La diosa de la luna estaba concentrada esperando algún movimiento frente a ella, no estaba consciente de que una de sus manos la tenía sobre su vientre en un acto instintivo de proteger al bebé que crecía en su interior. Como todos se encontraban al pendiente de la tercera ronda, nadie más notaba aquel reflejo, excepto el mayor de ellos, Ares.

-¿Podemos hablar un momento? -Hermes que se encontraba a su lado con una mirada le dijo que no había problema por lo cual ambos salieron un momento fuera del palco -¿Te encuentras bien?

-¿A qué te refieres? -con el pasar de las horas a la castaña le costaba más esconder su estado, porque un embarazo en una diosa era totalmente diferente al de una humana.

-Vi que tenías la mano sobre tu estómago y pensé que alguna comida te había caído mal -a pesar de todo lo que decían del dios de la guerra, era más sensible y detallista de lo que aparentaba -ya sabes, nuestro padre quiere que te cuidemos, aunque a decir verdad se niega a decirnos las razones.

-Tampoco las conozco aunque sí estaba enterada de lo que les pidió -por un momento se le había cruzado la idea de que Ares podía ayudarla en sus planes- ¿Tu que opinas de todo esto?

-¿Sobre estas peleas? -su hermana asintió con la cabeza dándole la razón- si te soy sincero, tendría miedo de ser yo el que peleara, todos esperarían que si fuera un representante de los dioses ganara mi ronda, pero si no lo hiciera, no solo sería una humillación, también me daría miedo simplemente desaparecer.

-Perdón, solo era una pregunta.

-Lo sé, no le digas a nadie lo que te dije -sacudió un poco el cabello de la menor, era algo que ella sentía hacían todos para demostrar afecto.

-Trato hecho.

Ambos volvieron a tomar asiento al palco viendo como la ronda había avanzado en el combate. Cuando tomaron sus lugares, Hermes le dio una mirada a Galatea, preguntando con ella si es que Ares había logrado ser parte de su plan, pero la mirada un tanto triste y el suspiro que ella le dio en respuesta le decían que no los ayudaría.

Los hermanos habían llegado para el momento en que Sasaki demostraba los años de experiencia en su técnica definitiva, aquella que hacía viajar a su espada a 2.000 km/h.

Con ella, no solo alcanzó al dios de los mares, sino que hizo que él lo viera a los ojos por primera vez en su encuentro después de cortar un mechón de su cabello.

-Al fin nos vemos de frente -el humano se encontraba contento, su idea había funcionado.

-¡Este es un gran progreso! -Heimdall narraba el encuentro, por fin había cambios en el lado de los dioses- ¡Poseidón ha empezado a avanzar hacia su oponente!

Como respuesta el rubio inició un ataque seguido de otro, ese era Anfitrita. Sasaki sólo podía esquivar su tridente al haber experimentado ese ataque en su imaginación después de haber analizado cada pequeño detalle del dios.

Con la defensa del tridente en forma de mil imágenes evitó que el humano avanzará hacia el, pero solo conseguía que lo esquivaba, aún no le hacía ningún daño.

-Incluso puede predecir los movimientos de un dios -Ares quedó asombrado por lo que había presenciado- estos humanos son más que especiales.

-Tienes razón -la castaña por primera vez emitía un comentario ante una pelea- los humanos son criaturas complejas, ni habiendo vivido como una podría descifrar todo nuestro potencial.

-Si es lo que dices esto será emocionante -por un minuto habían olvidado que Loki estaba presente, ella no lo había notado porque sus hermanos estaban al lado de los dioses nórdicos, evitando que se le acerquen.

Lo siguiente que escucharon fue el silbido del dios, Poseidón emitía una melancólica tonada que a Galatea le indicaba que algo estaba por ocurrir.

"Debo tomar una decisión: ¿Tu o la realidad?... ¿Por qué no puedo tener ambas?"

SelenofiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora