❀ Side Story: 4 - 3❀

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Temprano por la mañana despertaba cansada ya que la noche anterior no había podido conciliar el sueño. Entre las quejas de su madre y los golpes que ella daba a la puerta, su escondite debajo las sabanas no atenuaba el ruido.

Esos momentos los pasaba con increíble dolor al verse acorralada entre las responsabilidades que le habían encargado por ser la única hija y el evitar que se sientan decepcionados de ella si es que no llegaba a cumplir las exigencias que tenían los otros.

Luego de asearse, no bajó a desayunar, se quedó en el balcón de su habitación con las flores que había encontrado la noche anterior en un florero. La suave brisa que las movía le hacía pensar que se encontraba en un campo de flores donde no tendría preocupaciones.

Al recordar lo difícil que le parecía vivir una vida por su cuenta soltó unas lágrimas. Muchas veces le había tocado llorar en silencio lamentándose de no tener las fuerzas para decir lo que pensaba. Tuvo que limpiar sus lágrimas al momento en que tocaron la puerta y sin esperar respuesta entraron a verla.

-Te traje algo de comer, ayer ya no probamos el postre -Sirius trajo dos platillos con una rebanada de pie de manzana en cada uno- otra vez triste.

-Lo siento -sabía que su hermano sentía lo mismo que ella- no es justo que podamos sentir los sentimientos del otro, es doloroso para ti.

-Mas que eso, me preocupas -le dio un tenedor para empezar a comer- de verdad me gustaría poder hacer algo para ayudarte. ¿Pero qué puedo hacer?

-De momento, ¿Por qué no me ayudas a encontrar a la persona que dejó estas flores?, podemos entretenernos en eso.

-Lo que me pidas lo haré.

El parecido de los mellizos era increíble, tanto así que de pequeños habían sido miles de veces confundidos por sus familiares. Sólo los diferenciaba la ropa que utilizaban además del brillo en los ojos de Quinn, algo que su hermano no tenía.

Sirius Koen Cresswel era quien había nacido primero de los dos esa madrugada. Cuando la luna se ocultaba y el sol salía, por eso sus personalidades eran diferentes. Uno era alegre, divertido y extrovertido; el otro era tranquilo, introvertido y alegre a pesar de todo.

Cumplir los deseos de su hermana no había sido problema alguno, ella a pesar de su estatus social era alguien noble y sencilla, por eso sentía que si le pidiera el mundo entero, él se lo entregaría.

Esa misma mañana se fue al mercado local para buscar al responsable de la sonrisa de su hermana. Nada más fácil que ir a la florería donde siempre llegaban flores recién cortadas cada semana.

-Buenos días, tengo unas preguntas que hacerle -actuaba con tal elegancia y gracias que nadie nunca le había negado algo que pedía.

-Buenos días, dígame en qué puedo ayudarle.

-Quisiera saber si reconoce a alguien que haya comprado flores el día de ayer y le haya colocado una tarjeta con aroma a flores de loto -la señora lo pensó un minuto y fue fácil dar la respuesta.

-Ayer vino un joven, era rubio, alto, de ojos azules y usaba lentes -trató de recordar más de él, pero no sabía si otro detalle sería de ayuda- estuvo hablando con el conde Thornburry cuando compró un ramo de flores amarillas.

-De acuerdo, ¿Recuerda cómo estaba vestido? -de tener ropa fina quizás podía buscar entre sus conocidos.

-Tenía un abrigo oscuro, no era nuevo, pero estaba bien cuidado.

-Muchas gracias, que tenga un buen día.

Dejó el lugar con algunas pistas aunque lo que hubiera deseado era saber el nombre de aquella persona. De todas formas, de camino pasó por el estudio fotográfico a recoger el pedido que habían hecho hace un tiempo.

-Buenos días, vine a recoger el pedido de mi familia -saludó entrando al local curioseando entre las nuevas fotografías tomadas.

-Joven Sirius ya mismo se lo entrego -el hombre no sabía si advertir del extraño que había aparecido hace días, pero quiso evitar problemas y hablar- déjeme decirle que vino un hombre que me ofreció mucho dinero por la fotografía de la señorita Quinn.

-¿A si? -le parecía extraño aunque, sí estaba de suerte era a quien estaba buscando- ¿De casualidad no es alguien rubio y de ojos azules?

-Exactamente, ¿lo conoce? temía que fuera un extraño el que hubiera preguntado por su hermana.

-¿Qué le dijiste? -tomó asiento viendo como de nervioso se colocaba el fotógrafo frente a él.

-Bueno me pagó por hacer una pintura en base a la fotografía, ya casi la tengo terminada, es cuestión de que seque y barnizar -extendió su mano mostrando su obra.

-Cuando termine entrégueselo, pero avíseme cuando lo hará, necesito hablar con él.

-De acuerdo.

Habiendo terminado sus pendientes, podía volver a casa. Pagó por que lo lleven en un carruaje donde al observar el cuadro se preguntó quién estaba tan interesado en su hermana. Ella por mientras se había quedado en casa bordando en el jardín, su cabello suelto ondeando por el viento a veces interfería en su actividad, pero ella seguía, tenía que encontrar una forma de pasar el tiempo.

-Te tengo buenas noticias, al parecer tu admirador secreto pidió una copia de esta fotografía -al mostrársela hizo una mueca.

-Prefiero que se la quede un extraño a dársela a ese tipo.

-No estás de buen humor -jugaba con su cabello, ocas veces lo llevaba así- no te lo peinaste hoy.

-Quería hacer un semi recogido, pero no encuentro mi cinta rosa... es como si hubiera desaparecido -mencionaba mientras seguía concentrada en su bordado.

-¿Crees que el extraño...? -realmente había posibilidades.

-Si es así, espero que la devuelva pronto.

Con las mejillas sonrojadas, sonreía de solo pensar en tener una aventura con ese extraño. Imaginaba que se escapaba de casa con él y vivía feliz lejos de la vida que tenía actualmente.

"Sostén mi mano fuertemente, ¿Deberíamos escapar ahora?"

La cinta de cabello que se había llevado de la habitación de Bella estaba sujetada a su camisa en forma de un moño que la adornaba. Arthur ya le había preguntado por ella y con tan solo acercar su mano para verla, recibía un ligero golpe porque en sus palabras...

-Ya deja de intentar tocarla -se alejaba de él como un niño egoísta al tratarse de un premio.

-A veces no te entiendo, primero estás triste porque no pudiste verla y ahora no quieres decirme de dónde sacaste esa cosa.

-Tengo mis maneras -si le decía la verdad era capaz de reportarlo a la policía.

-Bueno, por qué no ves si terminaron tu cuadro, para la cantidad de dinero que diste tendría que estar terminado.

Tienes razón -se levantó de la silla donde se encontraba y salió corriendo del consultorio con una sonrisa.

A medida que caminaba por las calles de Londres, en su corazón estaba la firme promesa de que en esta ocasión puedan llegar a ser una pareja feliz. No deseaba nada más que eso. Sin embargo, con lo que no contaba era que el destino no estaba a su favor porque con un solo cambio hizo que el resto de su vida cambiara.

A dos calles de llegar con el fotógrafo pasó al lado de cierta persona, no le tomó importancia, pero era quien en su momento respondería por crímenes que no había cometido.

-Hola, vine por mi pedido.

-Oh señor, todavía no está terminado, hace falta que seque el barniz -sin ser visto le echaba otra capa a la pintura para ganar tiempo- por que no vuelve mañana por la tarde, lo tendré listo para ese momento.

-De acuerdo, pero asegúrese que esté terminado para mañana.

Dio un paseo solo para liberar algo de energía llegando a lo alto de una torre desde donde podía ver el atardecer y a lo lejos las casas de las familias de la alta, por donde pasaban carruajes. Él mismo se sentía lejos de casa pensando en cómo había salido de aquel lugar vagando sin rumbo hasta que volvió a encontrar a su amada por primera vez después de tantos años.

"Por ti, yo rogué por la eternidad."

SelenofiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora