❀ Side story: 4 - 9 ❀

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El tercer dia en que ella se encontraba cautiva marcó un punto crítico para los que la buscaban, entre más pasarán los días, menos serían las oportunidades de encontrarla con vida.

Por eso y sin que nadie interfiera en sus actos, Jack regresó a la mansión abandonada, registró con más detalle el lugar y encontró una entrada.

La verdad no estaba seguro a donde lo dirigiría porque la entrada improvisada que obtuvo al sacar una de las piedras de la base de la casa lo dejó caer en un oscuro pasillo.

Con la poca luz que había se dio cuenta que ese pasillo era más bien entrada a varias celdas resultando ser un calabozo.

Se tomó el tiempo de revisar cada celda que encontraba, al parecer la casa estaba vacía por las mañanas, pero el  lugar tenía rastros de la joven a la que buscaba.

En la última celda, la más reforzada y con un gran candado por fuera, se encontraba el tesoro que buscaba.

—¿Hay alguien ahi? —golpeó repetidamente esperando un minimo ruido para entrar.

—Aqui… —su voz susurrante y sin energias apenas podia ser escuchada si te acercabas a ella.

—Por favor responda.

Al notar que su intento fue en vano, con la mirada buscó la forma de hacer el ruido suficiente para ser escuchada. En la jaula en la que se encontraba había un plato de metal el cual golpeó contra los barrotes produciendo un estruendo cada vez que lo hacia.

Al escuchar el sonido del metal siendo golpeado el peliblanco actuó de inmediato. Con los instrumentos que tenía a la mano abrió el candado y quitó las cadenas de la puerta, al brirla dejó ver una imagen desgarradora.

—Señorita, al fin la encontré —para ella Jack era un desconocido en su totalidad, pero en ese momento su única opción para seguir con vida— ¿Pero qué fue lo que le hicieron?

Gravó en su mente cada herida que tenia, lo pálida que se encontraba y la mirada que sin vida, aún dejaba ver hermosas estrellas que rogaban la salvara.

—Descuide estoy aquí para ayudarla —Entonces notó las heridas en sus tobillos, con el corte de los tendones era imposible que salieran fácilmente.

—¿Me sacaras de aquí? —susurró nuevamente agradeciendo a dios que la hayan encontrado.

—Lo intentaré, espere un momento aquí, no hay nadie en este lugar y quiero ver si tenemos forma de salir por la puerta principal considerando su estado.

Salió dejándola a la espera de buenas noticias. Buscó la forma de salir de aquel calabozo, pero se dio cuenta que la entrada no era simplemente una puerta que pudiera cruzar para salir de ahí.

Notó el mecanismo detrás de lo que parecía una pared de madera y supo que algo detrás de esa pared era la encargada de abrir la salida, si querían salir primero debía encontrar la forma de entrar a la casa por otro lado.

—Lo siento, si queremos sacarla tengo que encontrar otra forma, no podría intentar salir con usted por donde entré…

—No importa, necesito salir de aquí —la desesperación de su mirada le rogaba a Jack hacer lo imposible.

La levantó con cuidado y salieron directo a la entrada entre las paredes, una fresca brisa se sentía del otro lado y los rayos del sol que entraban, a Bella le hacía olvidar el dolor que sentía.

—Saque sus brazos y empujaré sus piernas, puede que le duela si la sujeto de los tobillos.

—Haz lo que sea necesario.

Primero salieron sus brazos con los que intentó empujar su cuerpo. Sentía unas manos en sus piernas que la empujaban para salir y justo cuando lo había logrado un fuerte dolor en los tobillos le recordaba lo limitada que estaba para ponerse de pie.

Se arrastró por el verde pasto una distancia prudente para dar espacio al peliblanco que venía detrás de ella.

—Gracias —declaró entre lágrimas— Gracias en verdad.

—Deje que la lleve a casa y ahí me lo agradecerá.

Su rostro lleno de agradecimiento era lo más hermoso que había visto. En ella no encontraba el color del miedo, sino un color blanco y celeste que demostraba confiaba en él.

Incluso el cielo debe aprender a despedirse de las estrellas.”

Estaban recluidos en la estación de policía, habían dejado la mansión de la familia Cresswel porque Sirius no soportaba permanecer ahí, no sin la luz de su vida.

El estrés que sentía Buddha era fuerte, tanto que detrás de su oreja empezaba a sangrar la zona en la que con sus uñas intentaba desaparecer lo que sentía.

Se sentía culpable de lo que había ocurrido y maldecía sus ojos en ese momento porque no pudo ver las acciones del alma de Bella antes de que se la llevaran.

Se prometió que cuando la encontrara no dejaría que la apartaran de su lado. Fue cuando la puerta dejó ver a Jack entrar que supo lo había ocurrido.

—No importa quien soy yo en estos momentos, pero una jovencita necesita de su ayuda —de su abrigo sacó un anillo, mismo que fue reconocido al instante por el hermano.

—¿Dónde está ella? ¡Dónde está Quinn! —le arrebató el anillo de sus manos, él mismo se lo había regalado en su cumpleaños hace un par de meses— por qué no la trajiste contigo…

Desconsolado había caído de rodillas en el piso con el anillo entre sus manos en un puño cerca de su corazón.

Buddha reaccionó al escuchar la siguiente frase que salió de los labios del peliblanco.

—Tuve que esconderla entre los arbustos, el conde Thornburry había vuelto, si nos damos prisa la encontraremos…

Sin permiso de la policía Buddha recorrió a pie el largo camino que lo llevaría de vuelta a su hogar. Lo seguían de cerca para llevar al autor del crimen tras las rejas y lo que parecieron apenas unos minutos eran horas de camino en los que no sintió cansancio en su cuerpo por la fuerza que ella le daba para continuar.

Solo un poco más, un último esfuerzo restaba para estar juntos nuevamente. Mientras la policía rastreaba la zona el ojiazul se dirigía camino a la puerta principal, algo en el le decía que no la encontrarían escondida donde Jack la había dejado.

Dentro de la mansión no había nadie, el lugar de encontraba revuelto con una sola cosa en su posición. Aquel marco con la fotografía de Bella se encontraba magestuosamente colocado en el mismo lugar donde lo vio el día anterior.

Levantó el marco observando a su amada, le dio un beso sobre el cristal y a su espalda notó como una puerta se dejaba ver. Buscó la forma de abrir la puerta y cuando se fijó en el librero, notó que todos se encontraban con polvo, menos el libro de poemas de William Wordsworth donde al tomarlo se abría la entrada al sótano.

No lo notó porque todo perdió importancia tras ver la entrada abierta, pero había un poema marcado, uno que dejaba ver el amor desesperado del conde.

¿Por qué estás silenciosa? ¿Es una planta
tu amor, tan deleznable y pequeñita,
que el aire de la ausencia lo marchita?
Oye gemir la voz en mi garganta:

Yo te he servido como a regia Infanta.
Mendigo soy que amores solicita…
¡Oh limosna de amor! Piensa y medita
que sin tu amor mi vida se quebranta.

¡Háblame! no hay tormento cual la duda:
Si mi amoroso pecho te ha perdido
¿su desolada imagen no te mueve?

¡No permanezcas a mis ruegos muda!
que estoy más desolado que, en su nido,
el ave a la que cubre blanca nieve.

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⏰ Última actualización: Feb 13 ⏰

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