El reencuentro

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Me reuní con Zak en el mismo restaurante que nos encontramos el otro día, estaba decidida a decirle que si, que volvería y que aceptaba su oferta.
Él llegó con su esposa y su escribano, me harían firmar ahora mismo los documentos para empezar a trabajar el mes que viene, cuando arrancara la temporada.
Charlamos un buen rato, el ambiente era bastante cómodo y distendido, leímos el contrato y acordamos horarios, salario y futuras vacaciones. Estaba feliz, no me sentí nerviosa ante la idea de volver al paddock, tenía la confianza para enfrentarme a lo que un día me destruyó.
Almorzamos y una hora más tarde Zak, su esposa y el escribano se retiraron, estaban de vacaciones, había hecho una excepción por mi.
Salí con mis audífonos, sonaba Morat, iba tarareando "Amor con hielo" cuando los vi, Carlos y Rebeca en una terraza de un restaurante a escasos metros, de todos los lugares que podrían haber elegido para descansar, ¿debía ser aquí?. Sentí mi corazón paralizarse, el pulso se me aceleró y una repentina sensación de ahogo me recorrió el pecho. No estaba lista para encontrarlos tan pronto. Bajé la vista y seguí como si no los hubiera visto, me metí en un almacén intentando pasar desapercibida.
Esto sería más difícil de lo que pensé.

Narra Carlos:

La vista desde la terraza era inigualable, los tonos azul y celeste de cielo remarcaban un espacio natural y antiguo, la ciudad era tranquila y se respira muchísima paz. El almuerzo constaba del plato del día, mariscos y una gran variedad de mejillones. Estaba delicioso aunque prefería una hamburguesa y un tiramisu de postre.
De pronto volví a tener esa extraña sensación del otro día en el parque, sentí su perfume entrar en mis fosas nasales. Miré de reojo la calle, la gente que paseaba por la acera tan tranquilamente, cuando de pronto la vi. Ahí estaba nuevamente como si el destino no tuviera nada mejor que hacer, esta vez no estaba sonriente, iba cabizbaja, pero pronto la perdí de vista. Me excusé con Rebeca y bajé a la calle buscándola, aunque no tenía claro porque. Miré a todos lados, se había ido otra vez. Maldije cerrando los ojos, estaba más que claro que debía encontrarla y hablar con ella. Aunque dudaba si ella querría hablar conmigo.
Cogí el móvil y marqué el último número al que había llamado:

-Lando, ¿a que no sabes a quien me encontré?.-

(...)

Desperté en la madrugada sobresaltada, estaba sudando y las lágrimas corrían por mis mejillas.
Había vuelto a tener esa pesadilla donde revivía el accidente de Logan, la gente corriendo y ambulancias acercándose.
Logré tranquilizarme al notar que solo fue un mal sueño. Lola estaba a mi lado, dormida plácidamente. Me levanté al baño para mojarme la cara, se notaba que había llorando, producto a la pesadilla.
Maldije internamente, desde que vi a Carlos volvieron a aparecer los problemas.
El problema no era verlo a él, si no que no estaba solo. Eso me descomponía el estómago.
Volví a la cama, intentando volver a dormir. Fue imposible conciliar el sueño. Cuando el reloj marcó las siete de la mañana decidí levantarme. Me coloqué unos tenis, ropa deportiva, y recogí mi cabello en una coleta. Dejé a Lola dormir y me fui a correr. El amanecer iluminaba la ciudad llenándola de tonos naranjas.

(...)

Narra Carlos:

Me había desvelado a las cinco de la mañana, no podía dormir, haberla visto nuevamente me había inquietado. La necesidad de verla, hablar con ella y tocarla me estaba matando, ¿y porqué se la veía triste? Tenía muchas interrogantes dando vueltas. Mire el móvil y eran las siete de la mañana, me levanté despacio para no despertar a mi compañera que yacía dormida y me fui a correr.

(...)

La ciudad de Berna recién amanecía, los tonos naranjas del cielo se esfumaron y nubes grises tomaron su lugar, estaba claro que iba a llover. Pero no me importaba, amaba la lluvia y podría resistir. Corrí entre los árboles convenciendo a mi mente que debía concentrarme en lo que estaba haciendo y no pensar en Carlos. Y mucho menos en su novia.
Llegué a una entrada del parque que delimitaba el final del mismo, ya estaba cansada, así que decidí dar la vuelta para regresar. Decidí estirar un momento ya que me dolían los músculos de las piernas, me incorporé para girarme y al darme la vuelta mi corazón dio un salto. Ahí estaba, a escasos metros de mi, observándome, con sus grandes ojos marrones, sus labios carnosos y su boca entreabierta por la fatiga que traía encima. Estaba tan seductor como siempre, shorts negros, una camiseta gris y su cabello alborotado. Un escalofrío recorrió mi columna hasta llegar a mi entrepierna.
Quedé petrificada mirándolo, él también, pero en cuanto recuperó el aliento empezó a caminar hacia mi, quedando a escasos centímetros. Podía sentir el calor desprenderse de su cuerpo e intentado entrar al mío.
Mi corazón se aceleró cuando lo vi observarme detenidamente, cómo si fuera un bicho raro, examinó mis ojos, mi boca, robándome un jadeo.
Si existiera una versión de Carlos Sainz más seductora que esta, volvería otro día.
En otro momento de mi vida hubiera mandado todo a la mierda y me hubiera abalanzado a sus brazos, tomando sus labios hasta dejarlos hinchados. Pero si quería hacer las cosas bien, debía pensar dls segundos antes de actuar, y fue lo que hice.

-Carlos, que sorpresa, no esperaba verte aquí.-

Sus ojos seguían devorándome, ¿que estaba pensando?

-No sabes hace cuanto deseaba encontrarte.-

Empezó a llover, lo que agradecí por dentro ya que el agua que corría por mi cuerpo se mezclaba con la humedad de mi entrepierna.

En tus ojos - Logan Sargeant/Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora