Parte del ¿plan?

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El salón estaba decorado con fuertes luces de neón de todos los colores, la música estaba muy fuerte y apenas podía ver u oír a mi alrededor. No habían pasado ni dos minutos y ya me quería ir a dormir. Lando y Oscar me acompañaron desde casa de Max, no se alejaban en ningún momento porque sabían que a la mínima distracción huiría del lugar.
Lando se acercó a la barra y pidió tres tequilas, el barman nos acercó las bebidas y nos pasó una a Oscar y a mi. En cuanto la bebida pasó por mi garganta tosí por lo fuerte que era, era horrible, no volvería a probarlo en mi vida.
La música electrónica llenaba el lugar, luces de colores no permitían ver mucho más de un metro.
Esta vez me acerque yo a la barra a pedir un whisky, el barman me lo pasó y lo bebí de un trago.

-Ey ey, con cautela cariño, o tendremos que sacarte a rastras de aquí.- Lando en función de padre intentaba cuidar mi cordura. Pero hoy necesitaba distraerme lo más que pudiera. El momento que vivimos con Carlos en el pasillo me había dejado bastante exaltada, necesitaba calmarme. Y beber era algo nuevo en mi.
A los pocos minutos ya me sentía feliz, el poco alcohol que había ingresado en mi cuerpo ya había hecho efecto. Quería bailar entre la multitud, me lleve a Lando conmigo, me moví al unísono de la música electrónica, sin tener idea que pasaba a mi alrededor. Bailábamos separados, el alcohol en el sistema de Lando también estaba haciendo su efecto. De los tres, el más sensato aún era Oscar, era mucho más cuidadoso con los excesos.
Me aleje un momento de mis amigos dejándome llevar por la canción "La tormenta de Arena de Dorian". Me dejé llevar por la canción. Moviéndome si tener mucha idea de lo que estaba haciendo, aunque lo estaba disfrutando. De repente una presencia conocida se acercó por detrás, apoyando sus manos en mi torso, rodeando y pegándome a su cuerpo marcado por los abdominales.

-Me da gusto que hayas venido, estás muy sexy con ese vestido. Arthur me observo detenidamente antes de posicionarse detrás de mi, dejándonos llevar por la música. Quizás era el alcohol que había eliminado todo rastro de timidez de mi cuerpo. Me dejé guiar por él, mientras pegaba aún más su cuerpo al mío, podía sentir la dureza de sus pantalones, rozando mis muslos, no intenté apartarme, por el contrato seguí con su juego, tentaría hasta donde podia llegar. Al compás de la música empecé a frotar mi trasero en su entrepierna, sostuvo mi abdomen pegando su cuerpo al mío, cortando la distancia entre ambos. Podía sentir su ereccion chocando contra mi trasero, seguí meneándome para calentarlo aún más.
Con su mano agarró mi cuello pegándolo a su pecho, dejando un camino de besos en mí, a los cuales me fue imposible resistirme. Con su mano libre recorrió mi abdomen bajando hasta la abertura de mi entrepierna, que a este punto anhelaba su contacto.

-Vamos a un lugar más privado

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-Vamos a un lugar más privado...quiero mostrarte algunas cosas... su voz era muy sensual y dominante. No me resistí. Me tomó de la mano y se metió a una habitación alejada del salón donde se desarrollaba la fiesta.
Cerró la puerta con llave, de quitó la camisa dejando al descubierto sus torso trabajado. No podía estar tan bueno con apenas 22 años. Se acercó tomando mi rostro de forma posesiva, sus labios recorriendo mi boca con su lengua entrometiéndose, ahogándose un gemido que salió de mi boca, de deshizo fácilmente de mi vestido. Dejándome completamente a merced de él, Arthur podía parecer inexperto en algunos ámbitos pero no justamente en este; desabrochó su pantalón que ya le apretaba, bajándolo junto a su ropa interior, su cuerpo era perfecto, estaba muy bien trabajado, y en la materia sexual, no estaba nada mal, era más grande de lo que creí.

-Hoy el placer es para ti, preciosa, relájate y disfruta. Apoyé mis codos en la cama, observando todo lo que Arthur estaba haciendo conmigo. Comenzó dejando besos intensos en mi cuello, bajando por mi pecho, jugando y succionando mis senos, masajeándolos de una manera muy sexy, apretándolos y llevando primero uno a su boca, mordisqueado y lamiendo mis pezones. Haciendo que me retuerza abajo de él. Continuó bajando por mi abdomen, dejando besos por mi estómago, acercándose peligrosamente a mi bajo vientre, abrió mis piernas ubicándose entre ellas. Acarició mis muslos, dejando suaves besos en ellos, hasta acercarse a mis bragas que no tardó en arrancar de un tirón.
Creí que bajaría...pero en su lugar sacó un juguete sexual del bolsillo de su campera. ¿por qué Arthur Leclerc llevaba juguetes sexuales? La verdad es que no me interesaba en este momento.
Se acercó a mi intimidad y escupió en ella, desparramando por mis pliegues su saliva. Acto que me hizo jadear por su contacto. Automáticamente encendió el vibrador, metiéndole en mi boca pata lubricarlo, y llevándolo a mi clitoris, podía sentir la vibración de este en mi zona más sensible. Jugaba con él, subiendo y bajando por mis pliegues, deteniéndose y estimulando mi centro.
Después de un rato dejó el juguete a un lado, introduciendo sos dedos en mi interior, buscando mi punto G, fácilmente lo encontró y lo movió haciéndome arquear mi espalda buscando su contacto, algo más que sus manos.

-Arthur...por favor... te... te necesito ahora.

-Pídelo, y lo tendrás, bonita.

-Por favor, nece..quiero que me folles, no puedo más.

-Asi me gusta, tus deseos son órdenes. Pero te quiero encima mío, quiero verte montarme como la diosa que creo que eres...

Atraje su cuerpo hacia el mío, dejándolo bajo mi cuerpo y sentándome a horcajadas sobre él. Fue fácil introducirlo por lo mojada que estaba gracias a lo que me había hecho hace segundos.
Empecé un movimiento de vaivén encima de él, cerró sus ojos y sostuvo mi cintura, aunque mis movimientos eran firmes y contantes sobre su miembro. Lo observaba mientras entreabría los labios disfrutando del placer que le estaba provocando.

-Dios mío, eres una puta diosa, mejor de lo que imaginé.

Me apoyé en su pecho trabajado, incrementando mis movimientos, Arthur sostuvo mi trasero con fuerza impulsándome a moverme más rápido.
Cabalgué sobre su polla hasta que la tensión en sus músculos me avisaban que se iba a correr.
No le di tiempo a que me avise que lo haría porque me moví aún más rápido, haciendo más profundas mis estocadas hasta que se derrumbó dentro de mi. Pero no antes que mi orgasmo llegara unos milisegundos antes.

-Maldita sea Arthur, sos un puto Dios.

Me tumbé a su lado, intentando reincorporarme, nuestras respiraciones estaban agitadas.

-¿Esto forma parte del plan de darle celos a Carlos? Pregunté aún con la respiración a mil,-

-¿Acaso ves a Carlos por aquí?.-

-Pues no?-

-¿Eso responde a tu pregunta?

En tus ojos - Logan Sargeant/Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora