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-Carlos por favor, lo siento mucho, sé que la cagué, no debí besar a Arthur, pero déjame explicarte.- corrí detrás de él mientras se acercaba a su auto con intención de irse de allí.

-No hay nada que explicar, lo vi perfectamente, estabas besándote con el mismo niñato que te follaba en Mónaco. Y yo soy tan estúpido que decidí volar hasta aquí porque te echaba de menos.-

-Se que mis disculpas no solucionan nada, pero que yo sepa tú no has terminado con Rebeca. Técnicamente la estás engañando a ella conmigo.- me arrepentí automáticamente después de haber dicho lo que dije.-

-Sabes que no es fácil, no puedo dejarla por teléfono, tengo que hablarlo con ella en persona.- sus ojos chispeaban decepción.

-Ya basta con tus excusas Carlos, en lugar de venir a reprocharme a mi un maldito beso, ¿por qué no viajaste a donde ella está y terminas con esto de una vez?. ¿Sabes qué creo? Que no te atreves a dejarla. Ella es hermosa, es modelo, es la pareja perfecta para el piloto de Ferrari. Claramente yo no lo soy, soy una simple ayudante, ex novia de un piloto que falleció en una maldita carrera. Y nada más que eso.- mis lágrimas corrían por mis mejillas.

-Estás diciendo una locura...-

-Ya estoy harta de vernos a escondidas, no podemos ir a comer, no podemos ir al cine, salir a caminar, no podemos tener una vida normal porque tú tienes novia. Y eso me deja a mi en lugar de la amante.-

Nos miramos unos segundos, él no dijo nada.

-No quiero volver a verte hasta que no hayas terminado con Rebeca.-

-Oye, no, no es tan fácil, dame tiempo.- si expresión cambió de enojo a desesperación.

Me alejé unos pasos hacia atrás. -No, está decidido. O terminas con ella o lo nuestro se terminó.

Me di la vuelta para irme hacia la casa.

-Está bien, ve a follarte a ese niñato, porque es lo que mejor sabes hacer,  ¿no?.-

-No es de tu incumbencia, tú y yo no somos nada.- y entré a la casa sin darme la vuelta a verlo.

(...)

Perdí la cuenta de cuantas horas dormí. Desperté y el Sol ya estaba alto en el cielo. Por las ventana se colaban sus rayos encandilando mis ojos. Lloré un par de horas mientras Lando me acariciaba el pelo e intentaba calmarme. Mi mente batallaba entre la discusión con Carlos y haber besado a Arthur. Fue estúpido, me dejé llevar por la excitación y no medí las consecuencias. Aunque no nos haya visto, estaba mal. Pero también estaba mal él por no terminar con Rebeca.
Charles me trajo el desayuno hace un par de horas, no tenía ganas de comer. Lo dejé a un lado en la cama y seguí acostada pensando. Extrañaba a Logan. Él nunca me haría sentir mal, ni confundida, y tampoco dudaría si me quería o no. Recordé que desde que se fue no había ido a visitar su tumba. Hasta ahora no había tenido el valor, pero había algo en mi que me decía que debía ir...

Me vestí y salí de casa de Lando excusándome que iría a caminar un rato, si les decía a donde iría querrían acompañarme. Y esto debía hacerlo sola.
Compré un ramo de flores a la pasada, eran unos lindos tulipanes, sabía que le gustaban porque eran los que él me regalaba a mi.

Entré en el cementerio con una extraña sensación

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Entré en el cementerio con una extraña sensación. Nunca había estado en uno, quizás cuando era niña y mi mamá me llevaba al entierro de algún vecino muy mayor en señal de respeto.
Caminé un rato buscando y leyendo los nombres en las lápidas. No tuve éxito así que decidí preguntarle al funcionario de guardia. No era un cementerio demasiado grande, no debería ser difícil encontrar una lápida, más con un apellido poco común.
Quedé atónita cuando el funcionario buscó en una planilla y me comentó que no había nadie en ese cementerio con ese apellido.

Tendría que ser un error. ¿acaso me habría equivocado de cementerio?

En tus ojos - Logan Sargeant/Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora