Irreprochable

66 5 0
                                    

Si no conociera a los chicos diría que tienen 17 años, Lando, Oscar, Daniel y Arthur reunidos en una mesa, cada uno con una computadora y audífonos. Estaban inmersos en sus videojuegos, saludé cuando entramos y apenas recibí un: "Dame 5 minutos que no puedo quitar los ojos de la pantalla".
Reí ante la situación y me dirigí a la cocina a buscar algo para tomar, Charles me acompañó a servirse jugo de naranja.

-Así que...¿estáis juntos?.- preguntó el monegasco apoyándose en la encimera.

-Pues, a los ojos de la gente no, él está "de novio con la modelo escocesa". Si se supiera lo nuestro yo sería "la amante". Y no quiero estar en boca de todo el mundo ahora que mi vida se está organizando.- no me había dado cuenta, pero la lagrimas corrían por mis mejillas inconscientemente.

-Ey, no quise hacerte sentir mal, lo siento.- mi amigo me abrazo al ver mi angustia, no sé qué me dolía más, el hecho de ser la amante de Carlos o que mi vida no sería lo mismo que antes.

-Estoy bien, no te preocupes, no sé qué fue eso.- limpié mis lágrimas intentando disimular que si estaba triste. Pero no permitiría que llorar hoy, ni aquí, con mis amigos.

-Charles...¿que tal tu hermano? ¿Preguntó por mí cuando me fui?.- me apoyé en la pared tomando un trago de champán.

-Pues si, no me lo dijo, pero se que le gustas, y la pasó mal cuando no supo más nada de ti.-

-Debería hablar con él, no fue su culpa, yo solo necesitaba un respiro, y me fui.- jugaba con el borde de mi copa.

-Bueno, es tu oportunidad, espera a que acabe el juego y habla con él. Aclaren sus cosas y vuelvan a ser amigos.-

(...)

El juego de los chicos se demoró por más de dos horas, me senté en un sofá a tomar de mi quinta copa y ver la tele. No recordaba dónde estaba mi móvil.
Vi que se empezaron a quitar los auriculares y estirarse, la partida había terminado, por fin.
Daniel y Oscar fueron a la cocina, Charles y Lando se quedaron debatiendo de porqué sus coches habían quedado últimos y la presencia de Arthur a mi lado en el sofá me desconcentró.

-Hola guapa, has vuelto al ruedo, te eché de menos.- se sentó a mi lado colocando su mano en mi muslo y mirándome a los ojos.

Me estaba tentando, había bebido varias copas y él sabía bien que me volvía fácil  cuando sé trataba de él.
Pero no sería así esta vez.

-Yo también pensé en ti, Arthur.- retiré su mano de mi muslo y dejándola en el suyo.

-¿Estás bien? Perdona, no quise incomodarte.-

-Estoy bien, pero no es correcto, yo estoy con...alguien. Además tu hermano y Lando están viéndonos.

-No sabía que estabas de novia.- su voz se tensó.

-Aún no somos novios, pero estamos juntos.-

-¿Y lo conozco?.-

-Quizás...pero no puedo contarte nada.- Volví a tomar un trago de mi copa.-De todos modos, quería disculparme por lo que pasó en Mónaco, no me fui por tu culpa.- esta vez fui yo que tomó su mano.

-No pasa nada, estabas pasando por un momento...difícil. Te entiendo, está todo más que bien.- sonrió falsamente intentando ocultar su frustración.
-Lo único que espero es que con quien sea que estás saliendo, te valore y te trate como la reina que sos, no merece menos.-

Corrió un mechón de pelo detrás de mi oreja, poniéndome nerviosa.
Se acercó peligrosamente a mi oído para susurrarme: -voy a extrañar los momentos que pasamos juntos, cuando nos escapamos de aquella fiesta y follamos en la habitación.- su mano comenzó a subir por mi muslo hasta mi entrepierna, rozándome por encima de la tela del short.

-Cuando colé mis dedos en tu vagina, y cuando saboreé y succioné tu clitoris.- mi cuerpo se movía por fuerza propia buscando un mayor contacto de su mano, haciéndome retorcer en el sofá.

-Arthur...por favor, para...- aunque lo que menos quería en este momento es que se detuviera.
Y cómo si me hubiera leído la mente, metió su mano por debajo de mi ropa tocando directamente mi piel, sensible por la excitación que me estaba provocando, obligándome a ahogar un gemido para que no nos escucharan.
Maldita sea. Claro que no quería que se detuviera, tampoco quería estar con gente alrededor, necesitaba tenerlo para mi sola, ahora mismo, follándome.

-Mírame.-

Mis ojos se encontraron con los suyos, más azules que de costumbre. Su mandíbula marcada, sus brazos fuertes, y su sonrisa arrogante me estaban matando.

-Te voy a pedir algo y lo vas a hacer, porque eres una buena chica, porque es nuestra despedida, y porque se que te mueres por hacerlo, ¿entendido?.

-¿Qué?.-

-Te voy a tocar, te voy a masturbar hasta que te acabes, y nadie se va a enterar. ¿Estás de acuerdo?.- su mirada lasciva y penetrante me impedía decirle que no.

-Estás loco, nos van a ver...-

Sin escuchar lo que había dicho, me hizo una seña para que cambie mi posición en el sofá, quedando un poco más recostada, permitiéndole una mejor posición para su mano.
Metió su mano por la parte superior de mi short, dándose paso por abajo de la ropa interior, abriendo los labios y buscando mi clitoris, descendió sus dedos entreabriendo mis pliegues, moviéndose en círculos, obligándome a cerrar lo ojos y apretar un cojín.
Por inercia abrí más mis piernas, acción que lo hizo sonreír y adentrarse en mi vagina, colando dos dedos, y curvandolos haciéndome retorcer en mi asiento.

-Chicos, en un momento estarán listas las hamburguesas.- nos llamó Oscar desde el marco de la puerta.

-En unos minutos vamos.- Arthur estaba tan tranquilo como si estuviera leyendo el periódico.

En ningún momento dejó de mover sus dedos, los introducía y los quitaba de mi interior con un ritmo frenético, mis caderas lo animaban a seguir, buscando mayor contacto.
Volví a ahogar un gemido, sentía mi orgasmo formarse y por un momento creí que no podría mantenerme en silencio.
A segundos de acabar, quitó sus dedos de mi interior para estimular mi clitoris que estaba adolorido de tanta estimulación.
Sabía que no aguantaría un segundo más, se dio cuenta de esto y amortiguó mi liberación besándome. Sus labios atraparon mi boca justo a tiempo, al principio fue un beso furioso y lleno de deseo, pero con el paso de los segundos, nuestros labios interactuaban lento y profundamente. Sacó su mano de mi entrepierna y sostuvo mi rostro, mientras con la otra aprisionaba mi cuello.
Lo que me calentaba este "niñato" era difícil de describir, su carita de bueno era solo una fachada de lo posesivo y duro que era en el sexo.

-Wow, veo que aquí no pierden el tiempo.-

Sentí una punzada en el corazón al oírlo. Me incorporé lo más rápido que pude sin saber que decir.

-Carlos, pensé que estabas en Italia.- fue la única maldita frase que se me ocurrió.

-Pues si, pero te extrañaba y quise darte una sorpresa, Lando me dijo que estarías aquí, pero veo que llegué en un mal momento.- su voz sonaba más dura que de costumbre, su mandíbula denotaba que estaba enojado.

La había cagado.

En tus ojos - Logan Sargeant/Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora