Cómo saber que decir cuándo estás confundida

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El sol empezaba a golpear dentro de la carpa, nos habíamos quedado dormidos y no me enteré de más nada.
Mire hacia arriba y Logan dormía plácidamente, podía sentir sus latidos constantes y su respiración tranquila. No había notado lo guapo que se veía durmiendo, tan sereno y tierno.
Pasé mi mano por su pecho, acariciando y observando su cuerpo trabajado, oh si, era muy guapo este chico.
Dibujé círculos con mis dedos sobre su abdomen, recorriendo las líneas de sus abdominales, bajando de a poco por su estómago esperando una reacción.
Seguía dormido. Tantee tocando el borde del elástico de su short, notando como su piel se erizaba.

-No juegues con fuego, si no quieres salir quemada.- me dijo en voz baja sin abrir sus ojos. No estaba tan dormido.

Me incorporé acercando mi rostro al suyo: -¿Y si quiero quemarme?.-

-Entonces será un placer llevarte al infierno.- con sus ojos ya abiertos me atrajo con fuerza encima de él, capturando mi trasero con sus manos y frotándose contra mi cuerpo que a estas alturas buscaba el suyo con deseo.

Nos besamos apasionadamente, olvidando por completo al resto del mundo.
Logan se incorporó en el colchón y me posicionó a horcajadas encima de él, empujando mi cuerpo hacia el suyo, podía notar la dureza de su miembro, excitado y aclamando por mi.
Hizo a un lado mi ropa interior, tocando la zona más sensible de mi centro, haciéndome jadear y tirar la cabeza hacia atrás, dibujó círculos con el pulgar, provocándome una humedad aún mayor a la que ya tenía.
Introdujo dos dedos en mi interior, moviéndolos rítmicamente rozando mi punto G y haciéndome temblar.
Entrelace mis manos en su cabello mientras gemía su nombre en voz baja, a merced de que nos escucharan de afuera, teniendo en cuenta que todos estaban ya levantados, podíamos escuchar voces y pasos a nuestro alrededor.
El peligro que en cualquier momento nos descubrieran lo hacía más excitante.

-Logan, follame de una vez.- le rogué mirándolo a los ojos y su mirada oscureció de placer.

-Lo que me pidas, cariño.-

No se en que momento arranco mi ropa interior y se quitó la suya, solo sé que jugó con mis pliegues antes de introducirse en mi.

-No olvides que no puedes gritar, pueden oírnos.- me susurró antes de que yo cometiera una estupidez por dejarme llevar.

Todo el tiempo llevó el ritmo él, moviendo mi cuerpo a su gusto como si me tratara de un títere.
Sus movimientos empezaron a ser más rápidos, más profundos, y me

vi obligada a morder su hombro para no gritar, me estaba llevando al cielo.

-Córrete para mi, bonita.- y no hizo falta más para que lo hiciera, llegamos juntos al orgasmo, de nuevo.

Nuestras respiraciones aún no se habían regulado cuando me lo dijo:

-Te amo.-

Y mis ojos se llenaron de dudas mientras nos observábamos a pocos centímetros uno del otro.

Mierda.

Mierda

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En tus ojos - Logan Sargeant/Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora