5. El helado.

1.7K 60 4
                                    

5

JUDITH

Abro los ojos pero me veo obligada a cerrarlos enseguida cuando la luz me ciega por completo. Los abro poco a poco y me doy cuenta de que no estoy sola. No puede ser. Anoche nos quedamos dormidos, y ahora estoy abrazando uno de sus brazos mientras el suyo está en mi cintura. Madre mía, pero, ¿en qué momento? Él incluso ha dormido en ropa de vestir.

Me muerdo el labio inferior viendo su rostro completamente relajado, pues estará en el quinto sueño. Intento zafarme de el brazo que tiene en mi cintura, y cuando lo hago me levanto en silencio. Intento no hacer ruido cuando me pongo las zapatillas de estar por casa y salgo de la habitación, cerrando la puerta.

Una vez me lavo la cara y los dientes y me hago una coleta bien tirante para que no se note lo despeinada que estoy, voy a la cocina, dónde están Hollie y Josh hablando tranquilamente en la pequeña mesa con cuatro sillas.

—Buenos días— los saludo dirigiéndome hacia la cafetera, porque necesito un café bien cargado para afrontar el día de hoy.
Entre que ayer me tire toda la noche hablando con Aiden hasta dormirnos escuchando una canción de Queen, y que hoy tengo que entrar a las tres, pues no tengo muchas ganas de vivir.

Anoche no tuve que acercarme tanto a él, ¿verdad? No tuve que emplear tanta confianza ni seguirle el rollo con lo de la foto cuando sabía que desde el principio era mentira. Pero no pude evitarlo. Simplemente pasó.

—Buenos días— me saludan los dos.

—¿Qué tal has dormido, Jud?— me pregunta Hollie, y cuando termino de echarme el café la miro —. Espero que muy bien— alzas las cejas y frunzo el ceño ante su mirada de loca.

—He dormido bien, aunque me duele un poco el cuello.

—¿Por qué será?— me pregunta con ironía, y sigo sin entenderla —. ¿No te habrás atragantado con un bombón?

—¿De que estás...— paro en seco cuando sé a qué se refiere. Osea, que nos ha visto.

—Qué raras sois— dice Josh, levantándose para marcharse y dejar solas a estas dos raras.

—¡Tía!— Hollie se levanta en cuanto Josh desaparece —. Cuéntamelo todo.

—Que no ha pasado nada— digo ocupando el sitio que Josh ha dejado libre —. Nos quedamos dormidos.

—Después de follar— me asegura.

—¡Que no! Que no pasó nada. Nada.

—¿Ni un...? ¿Ni un beso?

—No.

—¿Por qué?— parece disgustada cuando suspiro.

—¿Tengo que recordarte que tengo novio?

—¡Qué le den a Tommy!

—Hollie...

—Jud— se sienta a mi lado, agarrándome la mano —. Como no te tires a Aiden, me meto a monja.

—No aguantarías ni un día sin pensar guarradas.

—Lo sé— admite suspirando —. Pero, hablando enserio... ¿no intentó besarte?

—No.
—¿Estás segura? Eres bastante torpe captando indirectas.

—Mira que eres pesada, Hollie... que no pasó nada.

—Buenos días, chicas— abro los ojos exageradamente cuando escucho su voz. La que tanto me habló anoche. La que canturreó la voz de Freddie Mercury a mi espalda. Esa misma.

—Buenos días, Aiden— lo saluda Hollie.

—Hola, Hollie— dice divertido —. Judith— me hace un gesto con la cabeza antes de ir a echarse su café.

El corazón quiere lo que quiereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora