El corazón quiere lo que quiere

10. Jossie la chef.

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JUDITH

Entro en la habitación de Hollie después de pegar y la veo tirada en la cama con el móvil, acurrucada con su almohada. En cuanto me ve se incorpora, sorbiendo la nariz, y veo que tiene los ojos rojos e hinchados. Me acerco para sentarme en la orilla de la cama y la miro con arrepentimiento.

—Siento mucho haberte gritado, Hollie— digo con sinceridad —. No sé que me ha pasado, de verdad. No quería hacerte llorar.

—No he llorado por eso— me dice soltando su teléfono —. Bueno, eso ha sido lo que me ha hecho explotar y ponerme a llorar.

—¿Qué te pasa?

—Mi madre me ha llamado esta tarde.

—¿Está bien?

—Sí... Bueno, no— solloza y me acerco para abrazarla.

—Hollie... ¿qué pasa?

—Mis padres se van a divorciar.

—¿Qué?

Estoy tan sorprendida que quiero caerme de culo. Pero si Will y Elizabeth eran el matrimonio perfecto... No me lo puedo creer. Es que no puede ser, seguro que lo arreglan y no se divorcian.

—Mi madre me ha contando que... que...

—Hollie, si no me lo quieres contar no pasa nada, pero...

—Mi padre la ha engañado.

—¿Qué dices?

Después de esto me niego a creer en el amor. Si Will, que miraba con tanto amor a Elizabeth, la ha engañado, ¿qué podemos esperar de los demás tíos del planeta? Nada. Solo tengo esperanzas en Neill.

—Con la profesora de yoga de mi madre.

—¿Qué...

—Es un cabrón, Jud— me dice dejando caer la cabeza en mis piernas —. Mi padre es un cabrón, no quiero volver a verlo— llora y le acaricio el cabello.

—No digas eso, Hollie. Es tu padre.

—Es un cabrón.

—Hollie...

No sé ni qué decir. Es difícil consolar a alguien en estas circunstancias, o saber qué decir, y más cuando conozco a sus padres desde que tengo uso de razón, para mi, son como mis tíos, aunque no compartamos ni gota de sangre.

—Mi madre dice que ha hecho las maletas y se ha ido con Jeremy a un hotel.

Joder, Jeremy. Es el hermano pequeño de Hollie, tan solo tiene once años y el pobre está metido en eso. Y joder, pobre Elizabeth.

—¿Están bien?

—Dentro de lo que cabe, sí— murmura mientras llora en mi regazo —. Odio a mi padre.

—Hollie, por favor.

—No, Jud— dice llorando más —. Es un cabrón— me quedo callada, porque sinceramente se me da tan mal consolar que es como si estuvieran hablando con una pared. Nunca sé que decir, pero espero que el saber escuchar compense ese defecto mío —. Jud...

—¿Sí?

—¿Puedo dormir contigo esta noche? No quiero dormir sola.

—Claro...— acepto, aunque me muera de ganas de dormir con Aiden.

Y es así, las amigas siempre van antes que cualquier tío. Siempre.

—Voy al baño, cojo mis cosas y vuelvo, ¿vale?