El corazón quiere lo que quiere

49. Actividades extraescolares.

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JUDITH

Según Tom, le dijo a mi padre lo del supuesto embarazo para darme tiempo con los papeles. Y me lo creo, el problema es que eso no hizo que mi padre cambiara de opinión. Ni siquiera la idea de tener un nieto le ablanda el corazón, aunque ese nieto en realidad no exista...

Cuando estoy apunto de salir para reunirme con Aiden y su amigo abogado en La Bella Vista, tocan al timbre de casa. Alcanzo mi bolso para salir después de abrir, pero en cuanto abro la puerta Hollie entra como una loca.

—Hola— saludo pero ella me ignora —. Hollie, ¿qué pasa? Tengo prisa.

—¿Qué es esto?— pregunta estampando unos papeles en mi pecho.

—¿Qué?— miro los papeles y me quedo tan boca abierta como ella, solo que yo sí sé que son esos papeles —. ¿De dónde has sacado esto?

—Estaba haciendo la colada y me he encontrado eso en los pantalones de Aiden— dice notable molesta —. ¿Me lo explicas?

—No hay nada que explicar— digo metiendo los papeles en mi bolso —. Tengo prisa.

—¿Por qué nunca me cuentas nada?

—Hollie, eso no es verdad.

—¡No confías en mí!— me grita enfadada —. Yo siempre te lo cuento todo, pero tú...— suspira cruzándose de brazos —. No sé lo que te pasa, pero desde que se fue tu madre pareces otra. Ya no me cuentas nada— recrimina mirándome con reproche —. ¿Por qué quiere tu padre que firmes eso?

—Son cosas privadas.

—¡Se supone que soy tu mejor amiga!

—Lo eres.

—¿Y por qué no me cuentas nada? ¿Por qué no me explicas lo que significan estos papeles? ¿No confías en mí?

—Sí confío en ti, ¿vale? Es que es... son...— trago saliva antes de sacudir la cabeza —. ¡Son mis cosas!— reprocho molestándome también —. ¡Y no tendrías que haber leído nada si lo has encontrado en la ropa de otra persona!

—Jud, ¡eso no viene a cuento!

—¡Sí, sí que viene a cuento! Porque no son tus cosas y no deberías haber leído nada. ¡Son cosas privadas!

—¿No me lo vas a contar?

—No es el mejor momento— digo pasando por su lado para volver a la puerta —. Tengo un compromiso, así que...— abro la puerta para que salga y ella me mira con incredulidad.

Siento todo esto. Pero no me siento preparada para contárselo, y de verdad tengo prisa.

—¿De verdad?— pregunta —. ¿De verdad no vas a contarme nada? Las cosas que ponen en ese papel son...

—Hollie— insisto mirando la puerta —. Tengo prisa.

—Muy bien. Haz lo que quieras, Jud— masculla saliendo por la puerta —. Pero luego no vengas a buscarme llorando si no vas a contarme lo que te pasa.

—Hollie, de verdad, yo...

—Creía que teníamos confianza.

Suspiro sin darle una respuesta y tras unos largos segundos de silencio ella se marcha más molesta de lo que ha venido.

Perfecto —nótese la ironía—, otro problema más; Hollie enfadada.

Cuando llego a la cafetería localizo a Aiden sentado en una de las mesas de dentro, así que me acerco.

—Hola— le toco el hombro antes de inclinarme para dejar un beso en su mejilla —. Perdón por el retraso— me disculpo, pues por la interrupción de Hollie he perdido el metro y he tenido que esperar diez minutos para el siguiente —. ¿Todavía no ha llegado tu amigo?— pregunto sentándome.