40. Fresas con chocolate.

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JUDITH

—Me lo he pasado genial, y os quiero mucho a todos.

—¿Jud diciendo «te quiero»? Qué raro— Josh se ríe.

—Sí, bastante raro— oigo a Aiden y me giro hacia él para sacarle la lengua con burla, a lo que se ríe.

—Yo... me voy a dormir ya— me levanto del sofá algo achispada, pues los chupitos que me han hecho tomarme después de los siete minutos en el cielo con Aiden no han sido pocos —. ¡Que lo paséis muy bien y... a dormir todo el mundo!

—Sí...— Gala se levanta conmigo —. Estoy muy cansada.

Al parecer, todos están cansados ahora. Mejor, que se vayan todos a dormir.

Algunos se quedan en el salón, pero otros ya estamos subiendo la escalera. Y ahora... ahora la escalera parece bastaaaante más larga. Más que antes. Casi me caigo, pero atrás estaba mi salvador Aiden Amery, que me ha agarrado de las caderas y me ha puesto a su altura para que no tropiece con ningún escalón.

—Aiden...— digo riéndome y él me mira con diversión —... Amery.

—Te has pasado con los chupitos— me dice sonriendo socarrón —. Venga, te llevo a la cama.

—Llévame a tu cama.

—¿A mi cama?

—Sí... ¿qué pasa con nuestro trato?

—Has bebido tanto que creía que se te había olvidado.

—Claro que no— apoyo la cabeza en su pecho cuando llegamos al pasillo de las habitaciones y veo de reojo como él sonríe cuando lo abrazo. Me devuelve el abrazo y camina conmigo de espaldas hasta llegar a... —. ¡No! — me aferro a su pecho mirando a Hollie ya tumbada en la cama —. Te he dicho que quiero en tu cama.

—Y yo te digo que te duermas ya— me responde intentando zafarse de mi, pero enseguida salto y lo obligo a que me acepte el abrazo de un koala. Lo oigo suspirar cuando escondo el rostro en su cuello.

—Vámonos— le pido aferrada a él.

—Sí, iros ya— oigo la voz de Hollie soltando un bostezo —. Quiero dormir.

—Vale, pues vamos— Aiden da la vuelta y empieza a caminar conmigo, deslizando las manos a mi trasero cuando ya no hay más presencias cerca —. A la cama— dice abriendo una puerta, que supongo que será su habitación. Se inclina para dejarme sobre la cama pero yo no lo suelto, si no que lo obligo a que se quede encima de mi.

—Estás muy guapo— digo sacando el rostro de su cuello —. No te vayas.

—No me voy— dice sonriendo —. Pero, ¿me dejas cerrar la puerta?

—Sí...— abro mis piernas para darle libertad y él se levanta riendo para cerrar. Después vuelve a echarse sobre mí y yo sonrío —. Hola— digo como una tonta y él se echa a reír.

—¿Te quito el vestido?

—Oh, ¿piensas en guarrerías? — me carcajeo cuando él busca el nudo del vestido en mi cuello, cuando lo encuentra se deshace de él, dejándome solo con las bragas —. Oh, me siento desnuda.

—Porque lo estás— dice levantándose.

—Pero, ¿dónde vas? Te ordeno que vengas y cumplas tu cometido.

—Ya no es tu cumpleaños— dice acercándose con una camiseta —. Ya no puedes darme órdenes.

—Claro que puedo... ¿Qué haces? — pregunto cuando tira de mis brazos para incorporarme.

El corazón quiere lo que quiereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora