60. Confesión de amor.

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60

JUDITH

Suelto un suspiro cuando salgo de la universidad. Localizo el coche de Neill en un extremo de la acera y voy corriendo hacia él.

—¿Qué tal? — pregunta desde dentro mientras me acerco.

—¡Sorprendentemente bien! — exclamo emocionada antes de meterme en el coche —. Por fin he terminado..., creía que me moriría sin aprobar la teoría de la literatura inglesa, ¡pero creo que me ha salido bastante bien!

—Me alegro, cielo— dice regalándome un beso en la frente —. Vamos a celebrarlo con un café, ¿qué me dices?

—Te lo suplico.

Aunque creo que el café no me hará tan bien como debería. Llevo toda la semana alimentándome de café. Café. Café. Café. Creo que me he vuelto más adicta de lo que era. Me convertiré en Lorelai Gilmore. Café. Café. Café.

Neill aparca junto al local de Nolan, La Bella Vista.

En estas dos últimas semanas no he tenido noticias de mi padre, y al parecer James tampoco las ha tenido. Millie no da señales de vida tras los mensajes que la mandé y Tom dice que ya ha vuelto a la normalidad. También me ha comentado que desde que ha vuelto a Mánchester no se ha cruzado con mi padre, que ambos evitan coincidir y que es sumamente incómodo ya que su padre es socio de Frank.

Aún no he vuelto al piso. No me han dicho nada, así que supongo que Grace seguirá allí. Y me da mucho coraje, pero prefiero no pensar demasiado en el tema. Respecto a Hollie, esta semana ella también estaba de exámenes así que no hemos hablado casi nada. Solo a mitad de la semana con un «¿Qué tal estás?» y «Bien, ¿y tú?».

Seguimos algo molestas la una con la otra —aunque yo más—, así que tampoco hemos hablado mucho. Con Aiden me he intercambiado varios mensajes. A diario me daba los buenos días, por las tardes me preguntaba qué tal llevaba el estudio y me mandaba ánimos para seguir. Por la noche me decía que me extrañaba y me mandaba una foto en la cama antes de darme las buenas noches. Y me moría por estar a su lado, pero había que centrarse en lo importante.

Mientras nos tomamos el café, Nolan me pregunta qué tal la semana y los exámenes. Cuadramos que vendré el día veinticinco para hablar de una reincorporación y eso me contenta. Tengo ganas de empezar a trabajar de nuevo, aunque servir cafés no sea lo más apasionante del mundo... Un rato después Neill sale a la calle para hablar por teléfono y cuando vuelve no lo hace solo.

—¡Hola! — me saluda la rubia contenta —. ¿Qué tal el último exámen?

Hollie se sienta junto a mi tío, quién me alza las cejas de manera sugerente. Quiere que sea amable. Oh, Neill está al corriente de todo lo de Grace, por eso me incentiva a que arregle las cosas con mi... amiga.

—Bien— respondo suspirando —. ¿Y tú?

—Bien también.

—Me alegro.

—Y yo...— dice y le dedico una sonrisa fingida.

Vamos a ver, ¿qué quiere? ¿Que actúe con normalidad? ¡Pues la lleva clara!

—¿Podemos hablar un minuto? — murmura sonriendo con amabilidad.

Resoplo y miro a Neill, que me riñe con la mirada. Al parecer todo el mundo está compinchado con Hollie. Menuda está hecha...

Al final acepto. ¿Qué remedio? Si sé que me va a insistir hasta que volvamos a tirarnos de los pelos.

Me despido de Neill y salimos de La Bella Vista para dar un paseo por la calle mientras hablamos. O bueno, todavía no hemos mediado palabra y sigo esperando a que ella lo haga.

El corazón quiere lo que quiereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora