25
☾
JUDITHHa pasado media hora desde que Aiden se ha marchado de mi habitación, y ahora salgo yo en su busca. Creía que me iba a insistir con lo del sexo en la primera cita, pero como no lo ha hecho, ahí voy yo. A por él.
—¿Judith?
Me quedo quieta cuando lo veo sentado en el sofá. Sin camiseta, con unos simples pantalones cortos y a oscuras
—Aiden— frunzo el ceño. Son casi las dos de la madrugada, pensaba ir a su habitación porque creía que estaría allí, ya en la cama —. ¿Qué haces aquí?
—No podía dormir— dice dándole un trago a una cerveza —. ¿Qué haces tú? Ya te hacía dormida.
—Ya. Tampoco puedo dormir— me acerco, y en vez de sentarme a su lado lo hago en una de sus piernas —. ¿Bebiendo a estas horas?
—Ya ves— deja la cerveza en la mesa antes de enfocarme con su mirada —. Es tarde, deberías ir a dormir.
—No tengo sueño— murmuro acercándome para besar su mentón —. ¿Hay algún remedio para eso?— susurro en su oído antes de bajar mis labios a su cuello.
—Se me ocurren bastantes— oigo que dice después de llevar una mano a mi espalda —. Pero no en las primeras citas.
—¿Sabes qué es lo bueno de vivir juntos?— digo dejando un rastro de besos que me llevan hasta su pecho —. Que si me has dejado caliente, puedo venir a que termines el trabajo— musito contra su pezón, arrancándole una grave risa que me humedece.
Al no oír respuesta, me siento a horcajadas sobre su regazo. Le sonrío con inocencia antes de besarlo. Él se deja. Deja que le muerda, que lama sus labios y que nuestras lenguas vuelvan a jugar. Ya se conocen.
—Judith...— sisea contra mi boca.
—Aiden...— imito su sonido.
Su manos se deslizan por mis piernas desnudas, dejando el rastro de chispas saltantes a su paso, y cuando llega a mi intimidad, gruñe. Encontrándose con todo y con nada al mismo tiempo.
—Joder— maldice bajando la mirada para comprobarlo también con sus ojos —. No llevas bragas— afirma y yo sonrío.
Lo único que llevo puesto es una camiseta ancha que pensaba quitarme en cuanto entrase en su habitación. Pero esto es mucho mejor. En el salón de casa. Si cualquiera sale, podrían vernos.
—No llevo nada debajo de esta camiseta— confieso hundiendo mis dedos en su pelo.
—Judith, joder— pasea los dedos por mi húmeda entrada y yo gimoteo en voz baja —. Me vuelves loco, ¿lo sabes?
—Me encanta hacerlo— digo en susurro antes de volver a besarlo.
En medio del beso húmedo agarra mis caderas y me mueve para posicionarme a horcajadas sobre una de sus piernas, justo en su muslo. Me mira con deseo y yo le dedico una sonrisa pícara cuando me obliga a mover las caderas sobre su muslo.
De repente la excitación me vacila. Mi estómago se contrae cuando mi sexo y su piel chocan. Quiero más. Lo quiero a él.
—Eso es— susurra cuando empiezo a marcar el ritmo por mí misma, dejando que sus manos sobre mis caderas solo sirvan de agarre —. Muévete sobre mi muslo hasta que te corras, preciosa— me pide volviéndome loca —. Mírame— me obliga a hacerlo agarrando mi mentón —. Quiero ver tu cara cuando te corras, Judith. Quiero verlo todo— baja su mirada a mis movimientos durante unos segundos y después vuelve a mirarme —. Eres jodidamente excitante.
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El corazón quiere lo que quiere
RomanceJudith Miller nunca imaginó que su mudanza a un piso de estudiantes cambiaría su vida para siempre. Con el corazón roto y un compromiso que la ata a un pasado doloroso, su mundo se tambalea cuando conoce a Aiden Amery, su carismático compañero de p...