Conferencia, Planeacion y el ataque de Drakkon

35 3 0
                                    

Era la segunda semana del mes de enero tras finalizar la guerra. En la primera semana de la luna de Haegl, en semana de Freyja, uno por uno, los nobles de todos los países se reunieron en la capital de Albión, Londinium.

En comparación con el resto de ciudades de Halkeginia, tenía un ambiente nuevo rodeándolo. La parte central de la ciudad fue hábilmente construida en piedra, que aun seguía construyéndose debido a los constantes fallos.

Hace cientos años, la capital fue golpeada por un feroz incendio, y al estar hecha de madera en ese tiempo, fue quemada casi en su totalidad. Por orden del rey de ese momento, la construcción de edificios de madera fue prohibida hasta hoy.

Esta orden implico un aumento significativo del poder aéreo de Albión, ya que protegían los recursos maderos de Albión necesarios. Se había establecido una poderosa flota con madera abundante...

Sin embargo, ahora solo eran cuentos de hadas.

Actualmente, Albión era representada como una gallina puesta sobre la mesa. Las alas y patas fueron retiradas y puestas en un plato. Donde las figuras más poderosas de Halkeginia miraban su carne como lobos hambrientos.

El palacio de Havilland de Londinium estaba lleno de importantes nobles de Germania, Galia y Romalia... los reyes y emperadores llegaron voluntariamente con vasallos y camareros. Solo para recibir una parte del festín.

Como no podía ser de otra manera, la joven reina de Tristain también figuraba en la llamada "Conferencia de las naciones". Sentada en la mesa redonda, a su lado estaba el cardenal Mazarin.

Su vista vaga levemente por el resto de Julios, pudo observar al emperador de Germania, Alberto III, una vez su prometido.

Sintió leve asco en su interior ante la mirada lasciva del hombre, no cambiaría nunca al parecer.

(SpeedDemon: Ojo cuidado que no se entere su novio, sino la que se arma)

Alberto: Gusto en verla nuevamente, Su Alteza, Princesa Henrietta.

Henrietta: Temo decirle, que ahora soy su reina, Su Excelencia.

Internamente sonrió ante la palidez del hombre, no solía usar su estatus tanto como debería, solo cuando realmente era necesario. Observo al embajador de Romalia frente suyo, dado su poca participación, no había mucho de lo cual hablar por ellos.

Cerca de allí, el general Hawkins cumplía su deber como Embajador Plenipotenciario de Albión. Era un hombre intrépido en su mejor momento. Aun con los reyes sentados delante de él en una fila, no demostró miedo, algo que agrado a Henrietta.

Contrario al emperador de Germania, quien vio con molestia disimulada al general.

Alberto: Jum, este tipo siempre llega tarde.

Henrietta: El rey Joseph, ¿No es cierto?- Inquirió sin interés, bebiendo algo de vino.

Alberto. Así es, ese mujeriego incapaz. Nadie más en el país era apropiado para ser rey de Galia. Se dice que llego al trono por matar a su hermano menor. Es un sinvergüenza de pura sangre.

Ella dejo de prestarle atención apenas abrió la boca, a decir verdad no le interesaba mucho lo que dijera alguien que cada dos palabras dirigía su vista hacia su figura. Le daba bastante asco eso.

Solo su esposo podría mirarla así.

Ese pensamiento le provoco un leve sonrojo que supo disimular. Fue entonces que la puerta principal fue abierta, un bello hombre de cabello azul se presentó.

¡Su Majestad, el Rey de Galia!

Por respeto y protocolo, todos se levantaron dando una leve reverencia. El hombre, que demostraba un rostro completamente endurecido, poseía una enmarcada barba azul.

Un Destino DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora