Nuevo ataque Dora

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En la calle Bourdonne que estaba frente al Castillo de Tristain, un magnifico desfile se festejaba por la victoria. El desfile era encabezado por el carruaje de la Princesa.

Henrietta era llevada por las bestias legendarias llamadas unicornios. Nobles de renombre seguían el carruaje de la Princesa. Alrededor de ellos, un grupo de guardias mágicos servían de guardaespaldas.

La estrecha calle de estaba llena de espectadores. Las personas aplaudían desde las ventanas y tejados mientras veían pasar la caravana.

¡Larga vida a la Princesa Henrietta!
¡Larga vida a Tristain!

Esas aclamaciones eran parte del entusiasmado público. La Princesa había conducido a las tropas de Tristain hacia la victoria en las planicies de Tarbes, luego de enfrentar al ejercito de Albión, quienes habían roto el tratado de No agresión. La Princesa que había derrotado a unos enemigos que la superaban en número fue alabada como una santa y era muy bien recibida.

Claro que ellos no sabían del incidente de los monstruos luego de la caída del Lexington.

Después de que el desfile terminara, una coronación estaba esperando a Henrietta para asumir su trono. Esto lo propuso el Cardenal Mazarini y el resto de los nobles de la corte también estaban de acuerdo.

El matrimonio con el Emperador del país vecino, Germania, había sido cancelado para su gran decepción. Después de todo ellos no podían darse el lujo de criticar a un país que acababa de derrotar a las fuerzas invasoras de Albión.

Por supuesto, la cancelación de la alianza era otra cuestión. Tristain era un país fuerte que Germania necesitaba para combatir la ira de Albión, y de cuya alianza dependían ambos.

En otras palabras, Henrietta había ganado su libertad con sus propias manos.

--Plaza—

Una parte del ejército derrotado de Albión veía el festejo desde la esquina de una plaza. Eran nobles de las Fuerzas Armadas de Albión que habían sido tomados como prisioneros, y a pesar de eso, se les trataba muy bien. Sus varitas fueron confiscadas pero no estaban atados, podían moverse libremente.

Algunos guardias vigilaban, pero ellos no pensaban en escapar. Cuando los nobles son tomados como prisioneros, pasan por un juramento su nombre y su honor quedaría manchado y hecho cenizas. Para los nobles que tenían al honor como mayor virtud era igual que morir.

Entre el grupo de personas, había un hombre con la cara quemada. Era Sir Bowood, que fue capitán del Lexington, el cual Louise había hundido con su magia del Vació. Dio un codazo al noble que estaba su lado.
Bowood: Mira Horatio, Es la “Santa” que nos derroto.

El noble llamado Horatio dio una gruesa risa y le respondió.

Horatio. Hm… es la primera vez que veo que coronan a una Princesa en Halkeginia. Pero aunque hayan ganado, la guerra todavía no termina. Por otra parte, ¿no es muy joven?

Bowoo: Horatio, debes estudiar algo de historia. Ha habido un caso en Gallia y dos en Tristain en las cuales se han coronado a princesas.

Horatio: ¿Historia dices?- Se rasco la cabeza.- Si es así, solo somos el adorno de una de las páginas de la brillante historia de la Santa Henrietta. ¡Esa luz! ¡No solo aniquilo mi barco sino el tuyo también!

Bowood asintió a esas palabras. Una bola de luz que brillaba encima del Lexington aumento su tamaño en pocos segundos. No solo derroto a toda la flota sino que también destruyó todas las piedras de viento que había, haciendo que todas las embarcaciones cayeran al suelo.

Lo más sorprendente era que no mato a ninguna persona. La luz destruyo la flota pero no tuvo efecto sobre las personas. Se deslizaron hacia el suelo una vez que habían sido derribados. Las llamas habían causado heridos pero a nadie de gravedad.

Un Destino DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora