Capítulo 3

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La hora de irme llega más rápido de lo que me hubiera gustado. No me dió tiempo de hacer prácticamente nada más que darme un baño de agua caliente para sacarme el congelamiento del cuerpo.

Al terminar de vestirme miro la chaqueta que reposa sobre mi cama. Me acerco hacia ella lentamente, llevo mi mano al bolsillo y de allí saco el pequeño trozo de papel.

Ese hombre me dió su número de teléfono, era algo que no me esperaba para nada.

Miro los números por un momento y luego dejo el papel a un lado sobre mi mesa de noche. Sin más tomo la chaqueta y me la pongo. Es calentita y huele bien, y el chico no tiene por qué enterarse de que la volví a usar.

Salgo de mi habitación y voy al piso de abajo, donde todo sigue en total silencio. Se supone que mamá ya salió de su trabajo pero se que primero irá a tomar y luego vendrá a casa, como siempre.

Cuando salgo de casa puedo vislumbrar desde lejos el coche ya estacionado en la acera de enfrente en el que Eder me espera.

Me aseguro de cerrar bien la puerta y luego voy a paso lento hasta el coche.

Me subo del lado del copiloto como siempre.

Dentro está cálido, al momento me doy cuenta que está la calefacción puesta lo cual no sé si es bueno o malo porque tantos cambios de temperatura me van a enfermar peor de lo que ya estoy.

Porque desde que llegué a casa no he parado de estornudar.

Eso es lo primero que nota Eder.

- tienes la nariz roja. - menciona mirandome. Yo no respondo. - ¿te sientes bien?

Me encojo de hombros.

- solo tengo un resfriado.

- ¿Anduviste afuera con en la lluvia?

Que te importa.

- tuve que salir a hacer compras.

Digo evitando contarle la otra parte de mi salida pues no quiero darle ningún tipo de explicación.

- ¿Justo hoy tenías que hacer las compras?

¡Dios! ¿Por que no arranca de una vez?

- si, justo hoy tenía que hacerlas, que te importa a ti cuando haga las compras.

Digo sin atreverme a levantar la voz, sin embargo mis palabras le indignan independientemente del tono.

- me importa porque terminas así - me señala. - y si luego te desmayas o no te dan las fuerzas para complacer a un cliente y lo haces enojar vienes llorando a mí para pedirme que haga algo para que no te den un castigo, pero al final eres tú el que se lo gana.

- no necesito que me ayudes a nada.

Digo a la defensiva deseando que arranque ya el maldito coche y nos vallamos. No es que me guste el lugar al que vamos a ir pero cualquier cosa es mejor que estar encerrado con Eder.

Gracias a Dios no dice más nada y se pone en marcha. El viaje es silencioso y tenso, muy incómodo.

Cuando veo el edificio al que nos dirigimos me desabrocho el cinturón de seguridad. Una vez se estaciona abro la puerta y me bajo sin decir nada.

Saludo a Mika cuando entro, me acerco a ella que levanta la cabeza para mirarme, me muestra una pequeña sonrisa y luego me enseña un papel anotado con lapicera.

- por ahora tienes dos turnos, el primero es en media hora así que date prisa, la habitación ya está lista.

Asiento y camino arrastrando los pies hasta la habitación.

Sálvame (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora