Capítulo 40

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Jayden.

Me mantengo inmovil en mi lugar mientras veo el camino pasar, con la cabeza apoyada en la ventanilla.

El ambiente es tenso, silencioso, hace que quiera tirarme para afuera.

Eder va silbando la melodía de alguna canción que ha puesto en la radio, mientras conduce de lo más tranquilo, como si estuviéramos yendo de paseo al parque.

Mi mente no para de pensar y tratar de procesar diferentes cosas.

Estoy en el pueblo devuelta. Una parte de mí creyó que nunca regresaría. Que ingenuo. No sé cómo llegué a pensar que podría escapar de ellos, como pensé que realmente me dejarían ir así de fácil.

Pero es que estaba tan feliz, me sentía tan seguro alado de Nicolas que quise creer cada cosa que me decía, quise creer que el sería capaz de protegerme aunque a la vez sabía que eso era imposible.

Suspiro pensando en otra cosa, entonces recuerdo algo y miro a Eder de reojo.

- quiero ver a mi mamá.

El me devuelve la mirada por unos segundos antes de volver a la carretera. Chasquea la lengua.

- la vieja de mierda esa, vaya a saber si sigue viva todavía.

Me tenso automáticamente y frunzo el ceño.

- ¿Le hiciste algo?

- ¿yo? - se señala a si mismo y ríe. - na, solo tuvimos una conversación, quería saber si ella tenía alguna información tuya pero la idiota no sabía nada. Por supuesto, fue estúpido de mi parte pensar que sabría dónde estaba su hijo cuando apenas si recuerda que lo tiene. - dice de manera burlona. - pero quién sabe, a lo mejor y ya le dió una sobredosis de toda la droga que se mete la perra esa.

- quiero ver cómo está. - vuelvo a decir, esta vez con un tono más fuerte.

- Tu ya no haces lo que quieres Jaydencito, ahora vas a estar bajo mi ojo todo el maldito tiempo. Si querías libertad debiste haberlo pensado antes de escapar, ahora te jodes y a la puta esa no la vas a ver.

Aprieto los puños tratando de contener mi rabia. No tiene derecho de hablar así de mi mamá. Podrá ser lo que quiera, pero sigue siendo mi madre y que el sea quien la insulte me hace hervir la sangre. Aún así no me atrevo a pelear pues se que mi situación ya es lo bastante mala como para empeorarla.

- ¿A dónde vamos?

- vaya, hoy te levantaste parlanchín. - me sonríe. - eso es bueno Jay, porque vas a tener que dar unas muy buenas explicaciones.

Luego de un rato y de salir del pueblo para ir hasta una ciudad que no conozco, llegamos a un edificio elegante, nos metemos en el estacionamiento y una vez dentro Eder me hace bajar del coche.

- vamos. - me lleva de la mano a pesar de que intento liberarme al principio, pero no hace caso a mis protestas y me arrastra hacia el interior del edificio.

Caminamos por un pasillo hasta detenernos en una puerta, allí Eder se detiene y da unos suaves golpes a esta. Segundos después se abre.

Mi rostro se pone pálido al ver quien es.

Empiezo a temblar en mi lugar automáticamente, doy unos pasos hacia atrás cuando luego de abrir la puerta se da la vuelta y Eder tira de mí para hacerme entrar.

Me mueve como a un muñeco y cierra la puerta detrás de nosotros, dejándome encerrado con ellos. Siento que el aire empieza a faltarme.

Eder me suelta y da un paso atrás, dejándome ahí, solo, observando como el hombre de cabello oscuro da unos pequeños pasos y luego se vuelve a voltear hacia mí. A tan solo unos metros, con esa mirada que me hiela la sangre, con esa altura tan intimidante.

Sálvame (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora