una vida completamente diferente

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Han pasado casi dos años ya desde que habían huido juntos.

Junkyu había logrado un notable cambio, tanto físico como emocionalmente. Hace un tiempo que las pesadillas se habían ido, poco le asustaban ya los ruidos fuertes, había empezado a subir de peso y estaba cerca de su peso ideal. Como lo dijeron, muchos de sus golpes quedaron con cicatriz sobre su cuerpo, era algo que lo hacía recordar, pero no algo que lo estancara en los recuerdos.

Pero dentro de todos los cambios que había en el omega, había algo que hacía a Haruto sonreír involuntariamente.

Hace un par de meses que una sonrisa se dibujó en el rostro de Junkyu y jamás se fue. Hace un par de meses que Junkyu ha vuelto a sonreír, apreciando el recuerdo de su bebé como única cosa que quería recordar de Corea, dejando atrás todo su sufrimiento y empezando una nueva vida.

Doyoung llamaba todos los días y constantemente enviaba paquetes con regalos o cartas para Junkyu, y sólo en ocasiones para Haruto también.

Junkyu había empezado a trabajar para la familia de Haruto en su restaurante. Se ocupaba de decorar los postres y servir los platillos que se pedían dentro de la cocina, así como pasarlos a las meseras y meseros para que los entregaran. No era un negocio muy grande, así que no estaba bajo tanta presión, además de que sólo trabajaba durante la tarde y parte de la noche, que era en sí el horario del negocio.

Había hecho algunos amigos también, sólo dos realmente. Kim Minjeong, una omega, que trabajaba ahí mismo como mesera, y Yoon Jaehyuk, un alfa, quien era el encargado de hacer cafés, tés y de más.

Descansaba los fines de semana. Días en los que Haruto lo llevaba a pasar un buen día. Solía probar muchas cosas nuevas con él, desde probar algo que jamás había probado, hasta tocar algún instrumento, intentar un taller, cocinar algo que ninguno sabía cómo se hacía, patinar, incluso una vez intentaron boxeo, Junkyu casi le tiraba un diente a Haruto. Todo era muy divertido.

— ¿Qué te gustaría hacer mañana? — preguntó Haruto mientras limpiaba una de las mesas.

Un día más de trabajo que llegaba a su fin y todos se encontraban limpiando el lugar.

— No lo sé. — respondió el omega acomodando las sillas de la misma mesa. — Tal vez... me gustaría que me acompañaras a buscar un lugar donde vivir.

Hasta entonces, Junkyu se había quedado con Haruto y su familia, pero desde hace unos meses había empezado a dar señales de que quería comenzar a hacer su vida aparte.

Estaba bien, la madre de Haruto lo entendía, pero Haruto no realmente. No era que no quisiera verlo volver a hacer su vida, pero se había acostumbrado tanto al omega que ya no verlo sería difícil para él.

Aún así, verlo feliz era su única prioridad y si eso lo hacía feliz, estaba bien.

— Vi unas casas no muy lejos de aquí. Así podrás venir a trabajar sin tener que transportar demasiado. — comentó el japonés. — Después de que te invite a desayunar, iremos juntos ahí.

Junkyu había estado ahorrando parte de su sueldo para una casita que le gustara. No buscaba algo muy grande, tampoco muy lujoso, sólo un lugar simple donde pudiera sembrar sus flores y algo acogedor para vivir.

Haruto sólo pensaba en que Junkyu se merecía lo mejor.

— No sabes lo feliz que me hace ver a Junkyu tan radiante. — dijo Minjeong mirando a su amigo desde el mostrador, con Jaehyuk al lado, quien si estaba limpiando.

— ¿Quién diría que esa carita triste se iba a transformar en alguien que nos haría tan felices? — respondió viéndolo de reojo también.

— Te juro que si alguna vez regreso a Corea, voy a visitar Seúl y le voy a cortar las bolas al tipo ese. — amenazó, acomodando los cuchillos con los que partían los pasteles.

Gone - [HaruKyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora