"dame una oportunidad"

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Al cabo de unos días, Junkyu finalmente había terminado de mudarse. Ahora sólo le faltaba una caja con las cosas de su bebé y algunas cosas extra que dejó.

— Muchas gracias por todas las atenciones, señora. Siempre voy a estar agradecido con usted por lo mucho que me apoyó. — decía Junkyu, abrazando a la madre de Haruto.

— No tienes nada que agradecer. — respondió la mujer, peinando su cabello. — No sabes cuánto te voy a extrañar, cariño. Pero estoy tan feliz de que quieras volver a hacer tu vida. Siempre vas a ser bienvenido en esta casa.

Ambos habían formado un lazo muy bonito. La madre de Haruto había estado ahí todo el tiempo, cuidando de Junkyu hasta en el más mínimo detalle, incluso algunas veces le contaba historias de hadas para que pudiera dormir cuando se despertaba por alguna pesadilla. Había sido un gran apoyo en su recuperación.

.

— Me gusta como haz acomodado. — dijo Haruto mirando el pequeño altar que tenía Junkyu de su bebé en la sala de la cocina.

No había comprado muebles aún, sólo cosas básicas. En la cocina una pequeña estufa eléctrica y pocos trastes. En la sala tenía una alfombra y algunos cojines frente a la chimenea. Finalmente en su habitación sólo había un colchón con cobijas y almohadas, varios peluches , su muñeco y su osito Bob, una lámpara de noche que le había dado la madre de Haruto y un pequeño mueble sobre el que había puesto una foto suya junto a Haruto.

— Pronto compraré más cosas, pero por ahora creo que sobrevivo. — respondió encendiendo la vela en su altar. — ¿Si vas a quedarte, verdad?

— Claro. — respondió bajando su mochila. — Me traje todas mis cosas. También dejaré algunas para cuando me quede aquí... lo cual será muy seguido.

— Serás bienvenido todo el tiempo. — respondió abrazándolo. — ¿Quieres hacer un picnic? Tu mamá me dejó cocinar algo para antes de venirnos. — dijo levantando una canasta cerca de su maleta.

Haruto se adelantó a tomarla y así ayudarlo.

— Vamos, traje algunos bocadillos que dejé en el coche.

Haruto siempre era muy atento y caballeroso con él. Lo cuidaba de todo, literalmente, de todo.

Recordaba una ocasión cuando mientras armaban un rompe cabezas, Junkyu estornudó por el polvo del sótano, que era donde estaban. Haruto se volvió loco con ese estornudo. Le realizó un examen médico completo y terminó por indicar descanso absoluto y darle sopa de pollo.

O en una ocasión durante su celo, cuando tuvo antojo de un helado de fresa y ya se había terminado. Al día siguiente tuvo un litro completo de helado de fresa que Haruto consiguió en la ciudad vecina tras no quedar conforme con el sabor de todas las heladerías que encontró en Fukuoka.

Y qué tal aquella ocasión cuando se desanimó por no ganar un conejito de peluche en la feria y Haruto compró varios tiros, ganando todos los conejitos de peluche para él.

"Porque tú te mereces el mundo entero, Junkyu."

Era lo que siempre le decía cuando hacía alguna exageración de ese tipo.

Nadie había sido tan atento con él y sentía que no lo merecía. Haruto pensaba más en él que en sí mismo. Era tan buen chico, que estaba seguro de que la persona con la que decidiera pasar el resto de su vida, sería alguien muy afortunado y que sería una felicidad tan grande, segura y plena la que pasaría a su lado.

— No sabes lo orgulloso que estoy de ti, Haruto. — dijo Junkyu al tener la invitación a la graduación del japonés. — No me la voy a perder  por nada del mundo.

Gone - [HaruKyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora