"una oportunidad de despedirte"

635 84 13
                                    

Por la noche, Haruto llegó con lo más esencial de sus cosas y dos cajas más con las que Doyoung le ayudó, además de algunas bolsas con compras recientes.

Junkyu estaba en la sala, tejiendo un pequeño suéter para uno de los gatos de la abuela de Doyoung, quien le enseñaba cómo hacerlo.

— Qué lindo se ve. — comentó Haruto sentándose a su lado. — ¿Seguro que no sabías hacerlo? Porque es el mejor suéter que he visto.

— Gracias... — respondió Junkyu con un poco de vergüenza.

— Por cierto, te traje un regalo.

Junkyu dejó lo que estaba haciendo, para tomar la bolsa de regalo que le era entregada.

— ¿Puedo abrirla?

— Por supuesto, es tuyo.

Junkyu empezó a sacar los papeles decorativos y despentinas que habían sobre este.

Hasta abajo, había un lindo abrigo de color negro y un suéter azul con un adorable gatito de estampado.

— Puedes usarlo esta noche. — dijo el japonés.

— ¿Vamos a ver las estrellas? — preguntó mientras abrazaba el suéter.

— Vamos a ver a tu bebé. — respondió.

Junkyu se quedó sin expresión al escuchar aquello.

Por años le había suplicado a Jihoon que lo dejara visitar el lugar donde ahora su bebé descansaba, le pedía que le llevara flores que él mismo cosechaba sólo para su bebé. Su insistencia terminaba por hacer que lo golpearan, para después tomar esas flores y que fueran pisoteadas frente a él.

Después de tanto, finalmente lo que tanto anhelaba se hacía realidad.

— ¿Vamos?

Junkyu bajó de la camioneta, sosteniendo algunas flores del jardín que había elegido para llevarle a su bebé.

— Ruto... — llamó cuando ya estaban lo suficientemente lejos de la camioneta. — ¿Quienes son esos hombres que nos trajeron?

— Pedí un taxi. Nada relevante. — respondió. Realmente eran los hombres de su padre. Necesitaba a alguien que pudiera protegerlos mientras Junkyu se despedía de su bebé, por si alguien los veía o algún oficial anduviera cerca.

Junkyu asintió, mientras seguía a Haruto por detrás.

Haruto lo llevó hasta una tumba desolada, sucia y sin una sola flor que lo acompañara.

Junkyu se arrodilló mientras sostenía aquellas flores. Sus ojitos se llenaron de lágrimas y pronto se derrumbó.

Abrazó aquella lápida sin poder creer que finalmente estaba ahí.

— Perdóname por no haberte protegido... — susurró entre sollozos. — Debí haber resistido más, mi amor... mi bebé... perdóname...

A Haruto se le hizo un nudo en la garganta mientras lo escuchaba. Su llanto era tan doloroso que incluso sentía una presión en su pecho de escucharlo.

Se alejó un poco, lo suficiente para darle privacidad y que pudiera desahogarse todo lo que se había guardado en esos años.

.

Junkyu le lloró toda la noche hasta que sus ojos de secaron y se hincharon, hasta que su voz ya era inaudible y hasta que ya no tenía ni fuerzas para poder hacer nada más.

Cuando ya era la hora de irse, Junkyu dejó un beso en aquella tumba, susurrandole cuanto lo amaba y que en otra vida deseaba tanto volver a tenerlo en sus brazos... jurando que en otra vida lo haría bien esta vez.

Haruto lo recibió con un abrazo, sobando su espalda mientras empezaban a caminar de regreso a la camioneta.

— Nada de eso fue tu culpa. — dijo el japonés.

— Tú no sabes lo que se siente perder a un hijo... la impotencia que es saber que no pudiste protegerlo... — Junkyu soltó un suspiro, sorbiendo su nariz. — Yo sé que no fue mi culpa... pero hubieron tantas cosas que pude hacer y que por miedo jamás hice.

— Eso tampoco fue tu culpa. — agregó. — Los tipos como él saben como manipular a los demás para que estén a su conveniencia. No fue justo lo que a ti te pasó, y lamento mucho haber llegado tan tarde para salvar a tu bebé también. Ninguno de los dos se merecía lo que les pasó.

— Gracias... Eres alguien muy bueno, Haruto.

Haruto le abrió la puerta de la camioneta y lo dejó entrar primero, ayudándolo a subir.

Haruto era cálido en todos los sentidos. Su presencia le hacía bien y sus palabras siempre le abrigaban el corazón.

.

Cuando llegaron a casa, Junkyu se sentó sobre la cama. Estaba muy cansado después de todo eso, pero ahora se sentía mejor, sentía que finalmente pudo sacar lo que tenía dentro, que al fin le pudo llevar las flores que tanto quería y que pudo decirle cuanto lo amaba y lo extrañaba.

— Antes de que te duermas... — llamó Haruto. — tengo algo más para ti.

Junkyu asintió, esperando por él, ya que había salido para llevar su regalo.

Las mismas dos cajas que traía el día anterior le fueron entregadas.

Haruto abrió la primera por él. Eran las cosas de su bebé.

— No me preguntes cómo las conseguí, la verdad no fue fácil. — dijo interrumpiendo su hablar. — Lavé la mayoría de ello y remendé algunos. Me traje todo lo que pude.

— Haruto, yo... no sé qué decir, es que...

Su ropita, sus mantitas, juguetes, las únicas dos fotos que tenía de él estaban ahí.

— Y hay algo más...

Junkyu levantó la mirada y su corazón se rompió al ver lo que Haruto tenía para él.

Era una pintura hecha por él mismo. Era su bebé. A diferencia de las fotos que tenía de él, esta pintura era más grande, sin estar borrosa ni maltratada.

— Si pudiera devolverte a tu bebé lo haría. — dijo Haruto entregándole aquel cuadro. — Lamento mucho tu pérdida, Junkyu. Nada de eso fue tu culpa. Y sé que desde donde esté tu bebé, debe de ser feliz sabiendo que estás sanando.

Junkyu lo abrazó aferrándose a él.

— ¿Por qué haces todo esto? — sollozó el omega. — No tengo palabras... para aagardecerte lo suficiente, es que... eres demasiado bueno conmigo y... y...

— Porque nunca mereciste que te trataran así. Nada de lo que te pasó debió suceder... tú te mereces ser feliz, a pesar de todo, mereces seguir viviendo.

Doyoung los veía desde la entrada de la habitación.

Haruto realmente era alguien excepcional. Estaba feliz de ver lo mucho que había ayudado a Junkyu, de ver que incluso él era feliz haciéndolo, pero después de lo que se enteró sobre los oficiales asesinados... tenía sus dudas sobre cómo Haruto estaba sobrellevando la situación.

— Traeré una maleta para que guardes todo, ¿bien? — dijo el japonés acomodando el cabello del omega. — Nos vamos mañana.

Junkyu asintió con una sonrisa.

— Gracias, Ruto...

Gone - [HaruKyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora