"un nuevo yo"

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Por la mañana antes de irse, Junkyu encendió una velita en el pequeño altar que tenía para su bebé, con sus dos únicas fotos que tenía de él, y la pintura que Haruto le había dado, justo en el centro. Reemplazó las flores que comenzaban a marchitarse por unas recién cortadas, que acomodó sobre un lindo florero de cerámica que él mismo había hecho en una ocasión con ayuda de Haruto.

Dejó una calcetita al lado de una de las fotos y un par de guantecitos al lado de la otra.

Tomó una sonaja y la puso a un lado de la velita.

Se alejó un poco al terminar de acomodar y sonrió con dulzura al verlo.

No podía decir que ya no le dolía, porque la muerte de su bebé sería algo que jamás iba a poder sanar y algo de lo que se culparía por mucho tiempo más. Apreciarlo y honrrarlo era algo que le traía paz, era una forma de recordarlo y demostrar lo mucho que lo amaba.

— Me encontré estas flores cuando venía para acá. — dijo Haruto, entrando a la habitación con un par de flores azules muy lindas. — ¿Crees que le gusten?

— Yo creo que si. — respondió tomando las flores para acomodarlas en el mismo florero

Si Junkyu tan sólo supiera lo importante que era para Haruto, que ante los ojos de Haruto, él era simplemente el ser más lindo y que quería darle todo lo que estuviera en sus manos para ver siempre en él esa sonrisa que cada día que pasaba más lo encantaba.

Haruto empezó a ver el resto del altar. Era muy lindo todo. Siempre tenía ese espacio bien acomodado y limpio.

— ¿Por qué sólo hay una calcetita? — preguntó el japonés.

— Ya sólo tengo una de esas. — respondió el omega tomándola. — Tenía las dos, pero supongo que se me cayó en algún momento. Me solía pasar. Cuando llegamos a la casa de la abuela de Dobby sólo tenía una.

— ¿Y no la tenías cuando llegaste a mi casa? Recuerdo que las tenías y se las enseñaste a Doyoung.

— La verdad no lo recuerdo. Tal vez ya no la traía desde antes. — respondió encogiendose de hombros. — Olvídalo, se me debió haber caído desde antes, siempre me pasaba.

— Puedo comprar otra para ti.

— No, está bien. Esas calcetitas yo las hice. Puedo hacer otra después, pero... son demasiado especiales para mí. Me gustaría tener sólo una aunque sea. Para mí son irreemplazables.

— Tienez razón. Le preguntaré a Doyoung si no lo ha visto. — agregó el alfa sobando sus brazos. — Te espero abajo. Te invito a desayunar.

Junkyu asintió en respuesta viéndolo irse.

El japonés siempre era muy tierno y dulce con él. Respetaba sus opiniones y siempre buscaba que hasta el más mínimo detalle en su vida fuera solucionado.

Si a alguien le debía la mayor parte de curitas en su corazón, esa persona era Haruto. Por alguna razón que no entendía, siempre atendió a su corazón con calor y dulzura hasta terminar de reconstruirlo.

Si Junkyu supiera que Haruto sería capaz de hacer lo que sea con tal de verlo feliz.

Lo que sea.

— ¿Por qué me miras tanto? — preguntó Junkyu en una pequeña risa, dejando de beber de su malteada.

Haruto se reincorporó en su lugar y negó inmediatamente.

— ¿Yo? No... — respondió avergonzado. — Estaba... viendo tus papas...

Como todos los fines de semana, lo había llevado a desayunar.

Gone - [HaruKyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora