recuerdos de un corazón roto

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Doyoung estaba ahí casi siempre. Varias veces se quedaba a dormir, aunque realmente sólo se dedicaba a cuidar de Junkyu. Dormía en ratos y después despertaba cuando sentía que este tenía alguna pesadilla o se movía demasiado.

Doyoung sabía cómo tratarlo, sabía darle espacio y abrazarlo de la manera correcta. Haruto muchas veces había terminado asustandolo cuando intentaba consolarlo. A Jungkyu no le gustaba que lo tocaran como cualquier persona lo haría, se asustaba si se sentía intimidado con algún movimiento de autoridad o si lo abrazaban demasiado, pero Doyoung sabía cómo hacerlo, de manera que se sintiera seguro con él.

Aquella tarde, Doyoung le había ayudado a cambiar a su muñeco de ropa, por una más cómoda que compró en línea. Lo había ayudado a peinarlo y hasta hizo lo mismo con Junkyu, con la esperanza de que por primera vez pudiera sacarle aunque sea una mueca, pero Junkyu seguía con esa mirada triste y vacía que tenía desde que llegó.

— ¿Quieres hablarme de algo? — preguntó Doyoung mientras cepillado su cabello después de que hubiera salido de bañarse. — Yo puedo contarte de mi día si no quieres hablar.

Haruto los escuchaba del otro lado de la habitación mientras tomaba una clase en línea que estaba por terminar.

— Hoy encontré algunas cosas interesantes en el parque. — dijo sacando su teléfono para mostrarle un par de fotos. Pasó una a una mientras se las mostraba. — Ardillas, conejos, mariposas, pequeños escarabajos... oh, y esta ave que me gustó mucho.

Junkyu se quedó viendo aquella foto, pero no por la ave, si no lo que había de fondo. Había un bebé junto a su madre omega que lo abrazaba.

Junkyu bajó la mirada y sacó un pequeño calcetín de bebé que había llevado consigo desde que llegó ahí.

— Yo lo hice... — era lo primero que decía en todo el día. — Era para mi bebé... Yo... nunca pude ponérselo...

Doyoung sobó su antemano mientras lo veía limpiar sus lágrimas.

Haruto lo veía desde su lugar sintiendo a su corazón romperse con lo que el omega decía. No podía siquiera imaginarse lo que era el dolor de perder un hijo que tuviste en tus brazos y que pronto la vida te arrebató.

— Fue él... — susurró en pequeños sollozos. — Y no pude hacer nada... no pude salvarlo...

De repente, Junkyu se desmoronó.

Doyoung lo abrazó, dejando que llorara en su hombro mientras le repetía que nada había sido su culpa.

Pero no importaba cuanto se lo dijera, Junkyu seguía creyéndolo y seguiría haciéndolo.

Haruto no pudo evitar soltar un par de lágrimas al escuchar aquello. Junkyu tenía muchos duelos dentro que jamás pudo pasar por tener que estar en ese infierno, ni siquiera el de perder a su propio hijo por las mismas manos que lo lastimaron tanto.

.

Haruto regresó a la misma habitación después de dejar a Doyoung en la camioneta de su madre que había pasado a recogerlo. Ya era algo tarde, pero hasta Junkyu seguía despierto. Ese era un tema muy delicado para él y ahora que había hablado de eso, lo había dejado pensando en eso.

El japonés se acercó, sujetando algo a sus espaldas.

Se sentó sobre la cama, a su lado realmente.

— Yo... tengo algo para ti...

Junkyu volteó a él ante lo dicho.

— Cuando era niño, tenía muchas pesadillas... me daba miedo todo, realmente. — dijo, sacando el osito de felpa que ocultaba a sus espaldas. — Él es Bob. Fue mi salvador cada que tenía malos sueños. Yo sé que tus pesadillas y las mías no tienen relación alguna, pero tal vez te pueda ayudar como lo hizo conmigo.

Junkyu lo tomó. Era un osito algo grande, con un overol, gorrito y zapatos rojos.

— Por más que quiero, no puedo sanar todo lo que viviste... pero quiero ayudarte a hacerlo.

El omega regresó su mirada otra vez al alfa.

— Si tú me dejas, yo puedo ser también alguien en quien puedes llorar y reconfortante cada que lo necesites. Yo sé que es un largo camino para ti y quiero acompañarte hasta que puedas volver a mirarte al espejo, hasta que puedas volver a comer sin culpa... hasta que puedas volver a sonreír...

Haruto se levantó e hizo una reverencia para él.

— Creo que debería dejarte descansar.

A punto de irse, de repente Junkyu tocó su brazo.

— Gracias... — dijo al llamar su atención. — Por todo lo que haces por mí... tú ya me estás sanando.

Haruto sonrió algo confortado con lo dicho.

— Lo hago de corazón. — respondió tomando su mano. — Descansa. Si necesitas algo, estaré aquí.

El japonés se dio la vuelta y regresó al sofá después de apagar la luz, dejando sólo una lucesita de noche para el omega.

Junkyu se le quedó viendo hasta verlo acostarse en el sillón, después regresó su mirada al osito.

Se acostó sobre la cama y cerró los ojos, abrazando el osito de repente los malos recuerdos poco a poco dejaron de atormentarlo, hasta dejar su mente en blanco. Simplemente sus pensamientos se callaron es noche, y por fin en mucho tiempo pudo dormir sin despertar en toda la noche. No tuvo paz, pero tampoco pesadillas.

El hablar, y la compañía de gente de buen corazón lo hacían tener fuerza para poder sanar su corazón y alma finalmente.

Era como si poco a poco se fueran recogiendo los trocitos de su corazón roto y volvieran a pegarlos, dejando banditas y pequeños besitos acompañados de abrazos.

Aún tenía mucho que superar, pero cada pasito se sentía como un suspiro a esa voz dentro suyo que durante 5 años gritó por ayuda. Finalmente fue escuchado, finalmente alguien lo salvó.

Gone - [HaruKyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora