la "familia" está reunida

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Haruto de repente sintió una punzada en su pecho. Se levantó de su lugar con un mal sabor de boca y un horrible presentimiento en él que Junkyu no abandonaba su mente.

— Hijo, — llamó su padre. — ¿Qué te pasa? ¿No estás feliz? Cerramos un gran negocio, vamos, sírvete un poco. — insistió acercándole la botella de vino.

El japonés negó y tomó sus cosas.

— Tengo que irme...

Haruto se fue casi corriendo hasta su auto, en el que no fue la excepción.

Durante todo el camino sólo podía pensar en Junkyu y en el mal presentimiento que tenía. Tocaba su pecho, sintiéndose energético y nervioso, pero sobre todo, estaba lleno de miedo.

Junkyu era su mundo entero, si algo le pasaba... Dios, no sabía de lo que sería capaz si volviera a ver un sólo rasguño en él.

Quien sabe cuantos altos se pasó, conduciendo como un loco mientras tomaba atajos improvisados para llegar más rápido. Estaba lejos de Fukuoka, a más de una hora de ahí, y con la velocidad y desesperación con la que iba llegó en media hora o quizás menos.

Cuando llegó a su calle, vio a una camioneta doblar la otra esquina.

Se estacionó como pudo frente a su casa y vio la puerta abierta con la llave que Doyoung y Jeongwoo habían perdido.

Entró desesperado hasta su habitación.

— ¡Junkyu! — llamó mientras se acercaba a la habitación.

Había huellas de barro en el piso que llegaban hasta la habitación.

Y cuando no lo vio, por toda la calle pudo escucharse un grito de furia y dolor, que juraban una venganza eterna al dueño de ese sufrimiento.

.

Junkyu miraba a su alrededor, acababa de despertar. Estaba atado a una cama, con un trapo dentro de la boca y otro más cubriendola para que no hablara. Sus brazos atados a la cabecera y sus piernas a la parte de abajo.

Estaba en cuarto oscuro y viejo. Las paredes despintadas y algunas incluso desboronadas. Las ventanas rotas, cubiertas por plásticos y cortinas desgarradas.

Parecía que estaban en una casa abandonada.

— Mi amor...

Junkyu volteó al escuchar el llamado.

Intentó soltarse, moviéndose y pataleando para liberarse.

— No, mi amor, tranquilo. — dijo tomando sus manos. — Le puede hacer daño a nuestro bebé. Relájate.

Pero Junkyu no lo escuchó, seguía moviéndose.

Jihoon no esperó más y le metió una bofetada.

— ¡¿Es que no lo entiendes?! — gritó tomándolo del cuello de su sudadera mientras veía su nariz sangrar. — ¡Lo único que quiero es lo mejor para nuestra familia, ¿no puedes entenderlo?!

Junkyu respiraba con miedo mirando a sus ojos psicópatas que no despegaban su mirada de él.

— Así me gusta... — dijo al verlo más calmado. — Que te portes bien... ya sabes las reglas de esto.... te vas a comportar... ¿verdad?

Pero el omega no respondió. Sólo lo miraba asustado.

Jihoon sacó una navaja de su bolsillo, descubrió el abdomen de Junkyu y empezó a resbalar la punta de esta por el.

— Tú sabes perfectamente de todo lo que soy capaz... y si intentas algo que no me gusta, te juro que te mato ¿entendiste?

Junkyu asintió inmediatamente, cerrando los ojos lleno de miedo.

Jihoon se levantó, guardó su navaja y sonriendo en grande mientras juntaba ambas manos.

Se acercó a él y comenzó a desatarlo, comenzando por sus pies, después sus manos y ayudándolo a sentarse sobre la cama.

— He decidido darte otra oportunidad. — dijo complaciente. Le quitó el trapo de la boca y le sacó el otro, guardandolo consigo. — Te perdono por engañarme y acepto a ese hijo que llevas dentro como lo que es, mi hijo.

Junkyu abrió los ojos con sorpresa y negó repetidas veces mientras intentaba decir algo, pero su garganta estaba tan reseca y se sentía aún aturdido por los golpes.

— Seremos muy felices... tú, yo... y nuestros dos hijos...

Jihoon se acercó a la puerta y dejó entrar a un pequeño niño que abrazaba un osito de peluche.

Junkyu se le quedó viendo. Se veía tan lindo con una sonrisita en sus labios mientras se acercaba a él.

— Hola... — llamó el pequeño.

Junkyu lo miró y después alzó la mirada a Jihoon.

— ¿No sabes quién es, mi amor? — preguntó el alfa sentándose a su lado. — Es nuestro hijo.

Junkyu lo miró completamente confundido.

Ese niño no podía ser quien perdió aquella noche. Su hijo ahora tendría 5 años, y ese niño era muy pequeñito aún.

— ¿Tú edes mi mami? — preguntó con cierta timidez abrazando su peluche.

Junkyu no sabía ni qué responder.

¿Con qué quería jugar Jihoon ahora? ¿Qué era todo esto?

— Él es tu mami. — respondió Jihoon dejando un beso en la mejilla del omega.

El pequeñito lo abrazó con gran felicidad.

En ese momento, fue como sentir un inmenso calor en su corazón, aún a pesar de todo el miedo que sentía en ese momento.

Junkyu empezó a tocarlo poco a poco, hasta que también lo abrazó.

Jihoon se acercó a su oído, estando frente a frente a él.

— Si te atreves a intentar algo, te juro que mato a este niño frente tuyo y te saco a ese bastardo de las entrañas con mis propias manos...

Junkyu tragó duro. Asintió con la cabeza mientras apartaba al infante de Jihoon, de manera que no pudiera tocarlo.

Jihoon se apartó con una sonrisa de oreja a oreja mientras volvía a su lugar.

Junkyu se puso de rodillas mirando al infante que en tan sólo unos minutos de conocerlo ya se había encantado con él.

Era un niño muy lindo y muy pequeño aún, seguramente ni siquiera tenía la más mínima idea de la clase del maldito monstruo que era este psicópata.

— Te quiedo... sempe quidse conocedte. — dijo con una sonrisita mientras lo abrazaba nuevamente.

Junkyu también volvió a abrazarlo, aferrandolo a él mientras acariciaba su cabellera con dulzura.

No podía permitir que Jihoon lo lastimara, pero también tenía que cuidar al hijo que llevaba dentro, ¿cómo se suponía que haría eso? Tenía a dos niños que tenía que proteger y no tenía ni la menor idea de cómo lo haría.

Lo único que tenía seguro era algo, no podía quedarse ahí mucho tiempo. Sus dos niños corrían mucho peligro ahí y necesitaba protegerlos a toda costa.

Miró en su mano el anillo de compromiso que aún portaba.

— Por favor Haruto, no tardes demasiado... por favor...

Gone - [HaruKyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora