Capitulo 7.

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No entendía nada

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No entendía nada. Podía verlo, y él también me veía, pero no era del todo material; noté su transparencia. Me pregunté si él me vería transparente también. Seguramente no comprendía que estaba muerto. He leído sobre casos de muertes repentinas en los que las almas ni siquiera se dan cuenta de su fallecimiento, creyendo aún que están vivas. Eso explicaría por qué él me ve, y yo solo lo veo en ocasiones.

Miro la nota de nuevo—¿parezco muerta?—pregunte de la nada y me dirijo al baño para mirarme en el espejo.

Tomé una foto de mi reflejo y decidí pedirle su opinión a mi padre. Hacía tiempo que no hablábamos. Envié la foto y luego lo llamé.

—Papá, ¿parezco muerta?

—Siempre, ya hasta te confunden con un muerto.

—No me estás ayudando en nada.

—Lo se—dijo con tono burlón y a la vez sarcástico—No has dormido bien ¿verdad?

—¿Se nota?

—Ya me escuchaste, ¿es por ese fantasma?

—Las cosas han mejorado, hasta sé su nombre. Pensé que sería mala idea saber más de ese fantasma, pero ahora me causa curiosidad.

—y mañana, ¿tomaran té o qué?—bromeó, pero pude escuchar la seriedad detrás de su humor.

—Tal vez—dije con tono burlón.

—No confíes en los fantasmas, hija. Las cosas que están más allá de la muerte son peligrosas y se deben respetar; todo tiene un límite.

—Entiendo papá.

Le seguí el juego y antes recibí un regaño.

—Adiós hija, cuídate—cuelga.

Aunque sabía que mi padre tenía razón, decidí hacer caso omiso, como con lo de obtener información del enmascarado por medio de las notas. Dejé de verlo otra vez, pero le respondí en la nota: "Tú eres el fantasma". Pasaron los días sin respuesta. Parecía haber un cierto periodo en que se sentía su presencia y aparecía, pero luego se esfumaba de la nada. Ya me había acostumbrado.

Hasta que cierto día en la tarde,  estaba en mi cuarto sin hacer nada más que ver videos en el celular. Ya era hora de cenar y bastante tarde, así que me dirigí a la sala. Detrás de mí, a pocos pasos, escuché unas pisadas muy pesadas. Nuevamente era la presencia de aquel sujeto. Me volteé y lo vi; esta vez no estaba transparente, era como si estuviera vivo, igual que aquella vez en el sofá, vestido con su traje elegante de siempre, su capa y capucha. Él también se percató de mi presencia y nos quedamos mirándonos fijamente, inmóviles, sin apartar la mirada.

El ambiente se sentía pesado, las cortinas se movían con el viento al igual que su capa, y mi respiración se agitaba. Lentamente, me acerqué a él, intentando no asustarlo, pero la curiosidad me dominaba.

—¿Dang?—dije mientras alzaba mi mano.

—¿Mara?—respondió aquel sujeto con una voz grave.

Su voz resonó de manera clara, a pesar de la máscara. Él también comenzó a hacer el mismo gesto, levantó su mano hacia mí y se acercó. Aunque Dang llevaba guantes, pude sentir por unos segundos la calidez de su mano. De repente, una luz resplandeciente emanó de él y, en cuestión de segundos, se esfumó, dejando caer un poco de polvo brillante en el lugar donde había estado.

Todo era claro ahora, y más con el suceso reciente. Dang sí estaba vivo.

 Dang sí estaba vivo

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ROMANCE MALDITO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora