Capitulo 28.

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—En un rato iré, déjame hablar con Mara

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—En un rato iré, déjame hablar con Mara.

 Axel ni se inmuta y se va del lugar. Dang me toma de las manos buscando que lo mire de forma fija a los ojos. 

—Mara, sé que no soy el mejor líder—aclara Dang—pero, me esfuerzo demasiado para proteger este mundo y a mis amigos, a ellos los considero mi familia—responde en un tono apagado—yo no tengo más familia...yo...yo perdí a mis padres hace años cuando era un niño—baja la mirada y hace un poco de presión en mis manos—creo que hable demás.

—Lamento escuchar esa noticia—dije en un tono bajo.

 Comencé a calmarme y a pensar mejor las cosas. Sin darme cuenta, uno dice cosas en momentos de estrés que después de calmarse, queda ese remordimiento. 

—Perdón Dang, no pensé bien mis palabras.

—Me hago creer a mí mismo que Alma está bien—vuelve a mirarme—porque sé que él es capaz de hacer cosas peores, así mismo—se acerca a mi oreja—ni por curiosidad, vayas a su cuarto—susurra en forma de advertencia.

Me tense un poco al escuchar esas palabras provenir de él, Dang tenía un tono en su voz muy serio y directo, por lo cual no es broma la advertencia y no debería tomarse a la ligera. No conozco mucho a Alma; su apariencia no indica que guarde cosas. A pesar de parecer carismático, la pelea reveló que Alma es más que eso. 

—Ten las llaves de tu apartamento, queda al lado del mío, a Jaz no le gustó la idea de que estuvieras en mi apartamento.

Me da las llaves que tenían una etiqueta con el numero 65 y me da espalda para irse.

—Ve adormir, nos vemos mañana para entrenar—ordeno.

—¿Puedo a acompañarte?

 Quería saber más de los shadows, criaturas demasiado extrañas, tienen buenas capacidades para ser unas simples sombras sin órganos.

—No señorita, debes descansar—se va del lugar.

Me quedé mirando las llaves, apretando mi agarre; estaba un poco estresada, solo quería saber más de esas criaturas, ya sea por las buenas o por las malas. Decidí seguirlo sin que se diera cuenta y llegué a un pasillo. Se detuvo frente a la puerta número 78 y golpeó suavemente. Tras abrirse la puerta, Dang entró dejando el pasillo vacío. Me acerqué con cautela y puse mi oreja muy pegada a la puerta para escuchar algo; solo escuchaba murmullos. Cerré mis ojos para concentrarme más en la conversación.

—Axel, abre la puerta—ordena Dang.

—¿Para qué?

—Ya te darás cuenta.

Cuando veo la puerta abriéndose, me aparto y me pongo firme. Los dos estaban parados mirándome fijamente.

—Tú y tu curiosidad, típico de ti mi señorita—dice Dang con tono burlón.

ROMANCE MALDITO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora