Capitulo 23.

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A la mañana siguiente, me desperté y noté que el cielo tenía un extraño tono verde

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A la mañana siguiente, me desperté y noté que el cielo tenía un extraño tono verde. Me restregué los ojos, incrédula, pero la vista persistía. Miré el reloj: eran las 10 a.m. A pesar de la masacre del día anterior, la gente transitaba por las calles con una calma perturbadora, como si nada hubiera ocurrido, no habían órganos ni nada, solo gente transitando de lo mas normal.

De pronto, una pelea en una panadería cercana captó mi atención. Dos hombres se enfrentaban con máscaras un tanto diferentes.

—¡Yo lo tomé primero, así que piérdete, jodido imbécil!—gritaba el primero.

—Se nota que tu estrato es decadente, tu máscara lo confirma—respondía el otro con furia.

La discusión escaló rápidamente de empujones a puñetazos.

—Tipos con tu estrato no merecen vivir en el mundo sombra—dijo el segundo hombre, sacando un revólver—.Este mundo es solo para los mejores—apuntaba con el arma—, y tú no eres nada—añadió con una risa un tanto retorcida.  

Disparó varias veces, y la multitud solo observaba, inmutable detrás de sus máscaras. Era difícil discernir si estaban sorprendidos, indignados o simplemente indiferentes.

Tras el tiroteo, dos enmascarados vestidos formalmente y con máscaras blancas marcadas con una 'X' en el ojo izquierdo llegaron al lugar. Detuvieron al agresor y se dirigieron a la multitud, formando un círculo en el centro del lugar.

—Requiero de su atención—anunció uno de los enmascarados, levantando el revólver para que todos lo vieran—. Este tipo de armas no están permitidas. Nadie—su mirada recorrió la multitud—, absolutamente nadie está autorizado a utilizar armas de fuego o punzantes, excepto los cazadores shadow—su voz se endureció y arrojó el revólver al suelo, pisándolo con fuerza—. Si se trata de un shadow, para eso están los cazadores. El mundo ya es un desastre; no lo convirtamos en una pocilga para cadáveres.

Los dos enmascarados se retiraron con el agresor detenido, dejando el cuerpo del hombre caído en el suelo. Un desconocido se acercó y se llevó el cadáver. La gente continuaba su rutina, como si presenciar un tiroteo fuera algo común en sus vidas. Era evidente que la tasa de crímenes y muertes en este mundo era alarmantemente alta, y salir a las calles significaba exponerse a un peligro constante.

Inhalé y exhalé profundamente, tratando de mantener la calma. Solo tenía que esperar al próximo eclipse lunar para poder regresar a mi mundo. El mundo de Dang era demasiado peligroso, y quedarme más tiempo solo me expondría a mayores peligros. Si esta era solo una ciudad, ¿Qué horrores aguardaban en las demás?

Dang me había dejado ropa de cambio doblada en la esquina de la cama: un traje formal que coincidía con el suyo pero en mi talla, excepto por la camisa que era blanca. Me bañé y me vestí, desechando mi disfraz de coneja. El apartamento de Dang era espacioso pero tenía su esencia.

Me temblaba la mano mientras giraba la manija de la puerta para salir, después de unos minutos salí, el corredizo lo iluminaba una barra de luz led en el centro del techo, que parpadeaba, me escabullí por el corredizo y el ascensor estaba en mantenimiento, así que elegí bajar las escaleras sin hacer ruido. ¿Dang estará en el último piso? ¿ y si me devuelvo? Si mejor nos devolvemos, comienzo a gatear en las escaleras para hacer el mínimo ruido posible, y me dirijo de esta forma al cuarto, cuando estaba por el corredizo, escucho una voz por detrás de un hombre. 

—¿Qué extraña forma de caminar? ¿Estás bien, niña?

Rápidamente me pongo de pie y me limpio el traje. El señor se acerca a mí mientras mantenía las manos detrás de su espalda. Era un hombre de aproximadamente unos 50 años, vestido con una camisa blanca y un pantalón de vestir negro con correa, el blazer lo tenia puesto sobre los hombros. También llevaba un parche en el ojo derecho, tenía una barba no tan abundante pero bien cuidada, y su cabello, totalmente canoso, estaba peinado hacia atrás.

—Sí señor—tartamudeo.

Se para enfrente de mí; su aura era muy fuerte, imponía presencia en el lugar solo con su caminar y porte. Se paraba firme y me miraba directamente a los ojos; me sentía muy pequeña a su lado, especialmente con esa presencia imponente. Se quedó unos minutos analizándome, hasta que Dang llegó por detrás.

—Señor, ella es Mara, la chica de la que le había contado.

Dang se colocó a mi lado y quedamos frente al señor.

—Mara, el señor que ves en este momento es Jaz, el jefe de los cazadores Shadow.

—Mara, el señor que ves en este momento es Jaz, el jefe de los cazadores Shadow

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ROMANCE MALDITO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora