Capitulo 18.

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—¿Quién eres?—dije con voz quebradiza

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—¿Quién eres?—dije con voz quebradiza.

—Cuatro.

En un intento desesperado, le lancé mi bolso. Sin esfuerzo, lo atrapó con una mano y lo desechó tras él mientras daba un paso adelante.

—Tres.

—¿¡Dime quien eres!?—grito desesperada casi saturando mi voz.

El hombre da otro paso al frente. Sin pensarlo dos veces, tomo una roca del jardín y me dirijo a la ventana de al lado de la sala. Con todas mis fuerzas, lancé la roca, estrellando el cristal, y me apresuré hacia el hueco que había creado, entrando con dificultad.

—Dos.

—Uno —anunció, acelerando sus pasos hacia mí.

Al entrar por la ventana rota, recibí múltiples cortes superficiales que dejaron mi piel desgarrada. El vidrio, manchado con mi sangre, rasgó mi ropa, dejando trozos de tela colgando de los fragmentos del vidrio que se quedo en su lugar. Dominada por el pánico, solo se me ocurrió correr hacia la cocina para agarrar un cuchillo. En situaciones como esta, elaborar un plan estructurado es casi imposible, especialmente cuando un hombre con una máscara de cráneo de cabra te persigue en la oscuridad de la noche.

Me escondí debajo del sofá, esperando que se moviera a otro lugar en mi búsqueda y así poder alcanzar la cocina. Mi respiración era pesada, yaciendo boca abajo, pude verlo entrar por la ventana de un solo salto. Cerré los ojos y los apreté, intentando mantener la calma para que no descubriera mi escondite. Sus pasos resonaban pesadamente en el silencio, y pude notar que llevaba zapatos elegantes. Reflexionando en esos momentos de tensión, me di cuenta de lo arriesgado de mi situación: la casa estaba silenciosa y cualquier movimiento en el suelo de madera podría delatarme.

—Solo queda una solución, llamar a la policía— me dije a mi misma y buscaba mi bolso mi celular.

Recordé entonces que se lo había arrojado al enmascarado, y en un gesto de resignación, dejé caer mi cabeza contra el suelo con un leve golpe. Al menos, aún tenía mis llaves. El sonido de su voz resonaba de nuevo.

—Siéndote sincero, me excita este tipo de cosas—dice con tono burlón—cazar, ¿No te parece conejita? necesito que salgas ya o te hare cosas peores.

De la nada, me agarró por el tobillo y me arrastró, sacándome de debajo del sofá. Me giro poniendo sus manos en mis hombros y pude verlo mas de cerca. Se pone a ahorcajadas sobre mí, inmovilizando cualquier movimiento de mi parte. Aprovechando que estaba demasiado cerca, apreté mis llaves y utilice la parte puntiaguda para atacar su cuello y liberarme, pero él me agarra de las muñecas y frena el ataque de una forma ágil. Aun yo seguía con el forcejeo, apuntando a su cuello, aun si él fuera mas fuerte que yo.

—Pero que coneja más testaruda—aprieta su agarre en mis muñecas—vamos, suelta las llaves—ordeno con frialdad—¿Quieres que actué brusco?

No pude seguir forcejeando mas y suelto las llaves dejándolas al lado mío. Su agarre en mis muñecas se afloja un poco, atacarlo iba a hacer difícil con la fuerza que se carga. Él recogió las llaves y las lanzó lejos de ambos. Luego, me miró de arriba abajo, analizando cada parte de mi cuerpo con una lentitud perturbadora, como si quisiera memorizar cada detalle. Sujeto con una mano mis muñecas y otra mano empezó a deslizarla por debajo de mi falda, llegando hasta mi muslo. Sus caricias eran lentas, queriendo recordar cada parte. Emitía quejidos de dolor por el ardor de las microcortadas en mi piel.

ROMANCE MALDITO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora