PRÓLOGO.

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ENMASCARADO

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ENMASCARADO

¿Cómo manipulas a una persona?

Considero que es demasiado fácil. La interacción que tengas con las personas influye en si puedes utilizarlas a tú favor o no. Lo que utilizo es descubrir sus debilidades y aprovecharlas en el momento adecuado o exacto. Todo requiere tiempo, pero el resultado debe ser el mismo.

Porque ser egoísta es lo que me va bien.

Tomé todo su cabello con firmeza, como si fuera una rienda, apretaba mi agarre mientras la embestía por detrás. Sus gemidos llenaban el cuarto, mezclándose con el sonido de nuestros cuerpos chocando. Mis dedos se hundieron en su cadera, encontrando una satisfacción en la sensación de su piel suave.

—Sí, dame más fuerte—jadea.

—Entonces, aprieta bien ese culo para mí—respondí mientras le daba una azotada fuerte en su culo.

Esta noche no tenía intención de coger; solo quería descansar de otro día monótono. Cambié de planes cuando vi a esa mujer en el bar, se insinuó y fue más un impulso de mi parte lo que me llevó a seguir adelante. Todo parecía normal hasta que un cómplice intentó acabarme con su grupo. Eran cuatro tipos, y esos mismos tipos terminaron descuartizados en mi sala, ensuciando la alfombra con su sangre y sus partes dispersas por todo el cuarto. la adrenalina y el placer mezclados en mi cuerpo eran fascinantes, pero no tan fuerte. No me puedo quejar, ya que estaba haciendo dos cosas que me gustan combinadas al mismo tiempo.

Mi camisa blanca estaba desabotonada y sucia de sangre, se pegaba a mi piel debido al sudor, haciendo transparentes algunas partes concentradas. Mi respiración era pesada y entrecortada, especialmente con la máscara puesta. El cómplice sollozaba de dolor en el piso, se retorcía y sufría por el daño en su cuerpo. Le corté sus extremidades.

Siempre he disfrutado ver el sufrimiento prolongado de mis víctimas. Matar rápido sería una pérdida de tiempo, un desperdicio de la emoción que siento al ver una expresión de dolor o como quedo el resultado final de lo que hice con mis propias manos. Desde niño, me fascinaba esa sensación, esa capacidad de yo tener el control de seguir o terminar y llevarlos a su muerte. 

—Por favor, perdóneme —sollozaba, su voz rota por el dolor y el miedo.

De repente, escucho los pasos de alguien aproximándose al lugar donde estaba. Dirijo mi vista hacia el sonido, sin dejar de moverme. Veo que era un invitado que había citado hace un par de horas.

—¿Necesitabas hablar conmigo? — preguntó mi invitado a pocos metros de mí.

—Por algo te llamé. No hagas preguntas estúpidas.

—¿Para qué era? —se cruzó de brazos.

—¿Has tenido todo bajo control? —arqueé la ceja.

—Sí, todo en orden como usted lo pidió.

—Bien... eso es bueno —jadeé de forma entrecortada.

Estrello la cabeza de la chica en la mesa y comienzo a moverme más rápido y con fuerza. El sonido de chapoteo se intensificaba más, ella se agarraba de los lados de la mesa que se movía demasiado y soltaba insultos al aire. Después de unos minutos, siento como le relleno de mi espeso semen en su culo y como se escurre por la parte interior de sus muslos. Lo saco y decido limpiar el sobrante que quedo en la punta, con el culo rojo azotado de ella. Me subo los pantalones y me cierro la cremallera. Ella mientras tanto se ocultaba con el vestido que antes tenía puesto. El cómplice seguía sollozando desde hace un rato, por lo cual ya me resultaba irritante.

—Pásame la pistola —ordene y alce mi mano hasta el rostro de mi invitado.

—Así que... ¿Ya te habías dado cuenta? —se ríe aquel tipo—lo tome como una precaución.

—¿Crees que me importa? —Tome el arma de forma brusca, sacándola del bolsillo de su pantalón—. Te contestaré solo con esta acción.

Le di una patada fuerte al traidor en el torso, haciendo que su cuerpo se deslizara hasta quedar cerca de los pies de mi invitado.

—Dime algo que me motive a no matarte, pedazo de mierda—sugerí en un tono directo y lo apunte con el arma entrecerrando mi mirada.

—¡Por favor, se lo suplico, no me mate! —. Se movía un lado a otro.

Le disparé en todo el torso. El cuerpo inerte yacía en la sala, convirtiendo el lugar en una típica escena de crimen junto a sus compañeros. La chica se tapaba los oídos y cerraba los ojos. Después de disparar, dejé caer el arma al suelo. El invitado estaba callado y sin apartar la mirada de mis acciones. No le gustó el espectáculo gratuito que le brindé.

—Ahí está tu arma de vuelta —señalé con el dedo índice hacia la pistola.

Después del altercado, tomé a la chica del brazo y la guie hacia el ascensor. Presioné el botón de abrir las puertas y, cuando se abrieron, la empujé con fuerza hacia dentro antes de que las puertas se cerraran. Gire hacia atrás y con pasos lentos me acerco a una pared.

—Necesito que sigas como estas, y no bajes la guardia— dije, sin dejar de caminar—. Sigue en lo tuyo, te daré instrucciones después del paso siguiente.

—¿Todo esto por una chica? —preguntó el invitado con molestia en su tono.

Prefiero el placer a las relaciones, pero en este caso, Mara era clave en mi plan. Al llegar a la pared, me agaché.

—Sí, ni siquiera se ha percatado de que la he estado vigilando y observando, lo cual eso es bueno.

Recojo la cadena del suelo y la tomo con ambas manos, aplicando fuerza.

Mi posesión.

Mi juguete.

Mi presa.

—Muy pronto ella va a ser mía, y yo la pienso utilizar a mi conveniencia.

—Muy pronto ella va a ser mía, y yo la pienso utilizar a mi conveniencia

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ROMANCE MALDITO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora