Capitulo 11.

93 4 0
                                    


—¿Dang?—me acerco al espejo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Dang?—me acerco al espejo.

Él hace la misma acción, acercándose de forma sutil.

Un estruendo acompañado de un rayo ilumina de nuevo mi cuarto por segundos, y el reflejo vuelve a ser el mío. Toco el espejo, intentando discernir si solo estaba soñando, y me quedo pensativa. Me seco el cabello con el secador mientras observo fijamente el espejo, preguntándome si volvería a pasar lo mismo. Sin embargo, nada ocurre, así que me acuesto en la cama y apago la lámpara de la mesita de noche. Me cubro con las cobijas y poco a poco el sueño me va envolviendo, con el sonido de la lluvia de fondo y los ojos cerrados.

Al despertar, me encuentro con una copa de champán en mi mano izquierda. Al mirar a mi alrededor, me doy cuenta de que estoy en una fiesta de antifaces. Yo también llevo puesto uno, además de guantes y un vestido negro con encajes dorados y un collar a juego. Al frente de mi estaba un gran ventanal. Era de noche y la luna llena brillaba con mucha intensidad.

Los invitados lucen diversos antifaces y máscaras; algunos tienen formas animalescas, otros están adornados con joyas o plumajes, y algunos son más simples, todos acompañados de vestidos elegantes y llamativos. El salón de la fiesta es grande y espacioso, capaz de albergar alrededor de 300 personas, un aire de lujo se refleja en la decoración y en la indumentaria de los asistentes.

De repente, las luces se apagan, dejando solo una encendida en el centro del salón. Los hombres comienzan a invitar a bailar a las mujeres, llenando rápidamente el espacio central que antes estaba vacío. De pronto, doy un brinco, haciendo que derrame un poco de champán al suelo al ver a Dang a mi lado, mirándome fijamente con los brazos cruzados.

—Que gran susto me pegaste—dije, algo molesta mientras dejaba la copa de champán en una mesa cercana.

Dang no me decía ni una palabra y ni apartaba la mirada  de mí.

—¿Sucede algo? —pregunté, confundida por su silencio.

—Solo estaba mirando tu vestuario y me percate que vamos combinados—señalo mi vestido.

Tiene razón, hasta ese momento no me había dado cuenta.

—Bueno, no desaprovechemos este momento—se pone en frente de mi—¿Bailamos señorita?—alza la mano y hace una ligera reverencia.

—De acuerdo —respondí con una sonrisa, tomando su mano.

Nos dirigimos al centro del salón y comenzamos a bailar, siguiendo el ritmo de la música elegante que llenaba el espacio. La luz suave del candelabro central llegaba hacia nosotros dos, convirtiéndonos en la pareja principal. Sentí las miradas de los otros invitados puestos en nosotros dos.

—Mara—murmuro.

—¿Si?

—Te ves linda con ese vestido, y tus ojos verdes se destacan aún más—su voz era tan suave que contrastaba con su tono grave usual.

—¿Quieres ponerme nerviosa verdad?—respondí con un tono sarcástico.

En un paso del baile, me dio una vuelta completa hasta quedar rodeada por completo con su brazo en mi cintura. De una forma sutil me hace caer hacia atrás. Mi rostro quedó viendo hacia arriba, y Dang era rodeado por la luz del candelabro que teníamos encima. 

—Me atrapaste—dijo en tono burlón.

No pude evitar reír por el comentario, y Dang hizo lo mismo. El ambiente se volvía cada vez más agradable, y su voz era sorprendentemente acogedora. Ahora que estaba más cerca, notaba que Dang me superaba en tamaño; era robusto y esbelto, y su capa con capucha lo hacía parecer aún más imponente.

—Dang, ¿Por qué siempre tienes una máscara puesta?

—Es personal Mara—dijo, desviando la mirada y me alza un poco para volver a mi posición inicial.

—¿Y tu traje? Digo, no muestras nada de piel con esa capa y ese traje que lo oculta todo, excepto esa vez que te subiste un poco la máscara.

—Tiene un "por qué", obviamente. Solo que no puedo decirte... no por ahora, al menos. Si es que nos seguimos viendo—volvió a mirarme—tú misma lo viste, ¿no? En el espejo, entré al baño y de la nada vi tu reflejo.

—Toda esta situación es extraña Dang.

—Las cosas no pasan así porque sí. Ya de por sí es descabellado esta conexión de nuestros sueños. Esta vez no fuiste la causante de nuestro encuentro, pensé que sí, pero reconozco cuando el sueño lo crea uno mismo. En la vida real es como si estuviéramos presentes, pero al mismo tiempo no lo estamos. Nuestra mente trata de decirnos algo; no es normal que nos conozcamos por esta conexión de sueños —aclara.

—¿Qué será?

Tiene razón, esto no es coincidencia. Alguien lo está provocando.

—No lo sé, pero quiero dejar algo en claro—el tono de Dang se volvió más serio.

—¿Qué sucede?

—Quiero conocerte más—dice, tomando delicadamente mi mentón—y saber más de ti—susurra de forma tierna—nos vemos señorita.

Un golpe de realidad volvió en mí, cuando otra vez estaba en mi cuarto. Sé que no debería y, aunque intenté negarlo, es obvio: algo dentro de mí comenzaba a sentir cierta atracción y curiosidad por Dang. 

 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



ROMANCE MALDITO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora