Capitulo 38.

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De pronto, detrás del niño se asomaron otros niños y niñas con batas blancas

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De pronto, detrás del niño se asomaron otros niños y niñas con batas blancas. Algunos tenían fracturas en alguna extremidad o mutaciones, y su mirada era apagada para ser de un niño. Su postura me recordaba a los maniquíes que veía al pasar por cualquier tienda de ropa, quedando en una posición y esperando que los maniobraran para ponerles otro conjunto. Si eran bondadosos, los dependientes los colocaban en otra postura.

—Tú debes saberlo —añadió el niño.

—Si entras ahí, Frederik se va a enojar y te castigará —murmuró una niña con un tono débil.

Debo tomarme esto con calma; aunque sea una pesadilla, estos niños están muy trastornados por ese doctor loco.

—¿Recuerdan sus nombres, niños? —pregunté mientras entrecerraba la mirada.

Un niño entre ellos señaló la pared al lado mío. Al mirar, vi ocho recuadros con fotografías de cada niño presente en una hilera que adornaba la pared con suciedad. Cada uno estaba con su bata blanca y sentado en una silla de madera, mirando a la cámara de medio perfil. Debajo del cuadro, se leían los nombres de cada niño: Thomas, Rowen, Jake, Kian, Helia, Amber, Cler, Ciara.

¿Por qué esto se me hace conocido?

Abrí los ojos cuando encajó la pieza. Recordé aquella noticia que escuché un día. Se me hizo un nudo en la garganta cuando llegó la imagen de los cuerpos descubiertos de los niños. Los niños que estaban a mi lado ya están muertos.

Giré rápidamente la mirada y ya no estaban.

—¿Thomas? ¿Cler? —miré a todos los lados esperando escuchar de nuevo sus voces—. ¿Niños? ¿Dónde están?

Un estruendo me sacó de mis pensamientos y miré hacia la puerta del sótano.

—¡Niños! Esto ya no es un juego. No me gustan las bromas de este grado —aclaré con un tono autoritario.

Resonó el mismo sonido, esta vez más fuerte, haciendo que las paredes comenzaran a generar grietas, al igual que el piso de ajedrez. La luz del pasillo titilaba mientras el lugar comenzaba a moverse hacia los lados con mucha fuerza. Me recosté en la pared esperando que dejara de moverse.

—¡Niños! —grité.

Los cuadros cayeron al piso, rompiendo los marcos por completo. En las grietas comenzó a salir un líquido negro que resbalaba hacia el suelo y se acumulaba. Lentamente, la puerta del sótano se abrió, y el líquido negro se dirigió hacia el sótano. Mi respiración se tornó pesada cuando vi unas garras afiladas y negras asomarse en el marco de la puerta. La criatura se mostró más hasta que el bombillo se rompió, dejando el pasillo en completa oscuridad.

Cerré los ojos con fuerza, repitiendo "nada de esto es real", tomando la situación como lo que era, un sueño. Pasaron unos minutos, no escuchaba nada, solo tranquilidad en la zona.

ROMANCE MALDITO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora