Me sentía mareada, con todo el cuerpo débil. Abrí los ojos, reconociendo aquella sensación que había descubierto en otra pesadilla, una que volvía a tomar forma esta vez. El pasillo me recordaba a una mesa de parques, con las paredes sucias por años de abandono, y, como siempre, las fotos de los niños muertos adornaban el lugar y teniendo esa mirada que te daba un escalofríos por todo el cuerpo recordando como quedaron sus cuerpos. De nuevo, estaba en el hospital.
Las luces del pasillo parpadearon repetidamente, dejando que la oscuridad se apoderara del ambiente. Cuando la luz regresó de la nada, frente a mí estaba un niño con cabello negro, vestido igual que los otros niños, con una bata. Miraba fijamente la pared sucia, mientras los marcos de las fotos, que antes colgaban de allí, yacían en el suelo, rotos, con las astillas de madera esparcidas alrededor. Su mano derecha estaba apoyada contra la pared, y la aferraba con tanta fuerza que sus uñas dejaban marcas profundas en el concreto, mostrando su frustración, o tal vez... molestia.
—No estaba mi foto —dijo el niño con un tono calmado—. No estaba mi foto.
—¿Te sientes mal? —le pregunté.
—No estaba mi foto —repitió, ignorando mi pregunta.
Me quedé callada por unos momentos, sin saber qué decir. Parecía que solo iba a repetir la misma frase.
Este niño está molesto.
—¿Yo, molesto? —respondió de repente, como si hubiera escuchado mis pensamientos—. Claro que lo estoy. Era el más importante de todos estos niños inservibles que están a mis pies. Yo debería estar en el centro. Sí, esta pared sucia estaría perfecta con una foto solo de mí.
—¿Solo de ti? ¿No te importan tus compañeros?
El niño comenzó a reírse, una risa oscura y a la vez sombría. Aferró aún más sus uñas al concreto, como si quisiera desgarrarlo. Aún no volteaba a verme; mantenía su mirada fija al frente, haciéndome imposible ver su rostro.
—Claro que me importan, es tan grande mi amor que hice un acto de amor por ellos y por eso...
De repente, el cuerpo del niño empezó a sufrir extrañas transformaciones. Su estatura dejó de ser la de un niño, y su piel adquirió un tono similar al carbón. Sus pequeños dedos delicados se convirtieron en garras afiladas. Todo su ser comenzó a parecerse al de un shadow, pero mucho más grande, superando los dos metros. Se había convertido en un monstruo, una abominación nacida de un niño.
Se dio la vuelta lentamente y me miró. Su mirada era fija, penetrante, y el iris de sus ojos era de un amarillo intenso que hizo que todo mi cuerpo se pusiera en alerta en cualquier momento para correr. Se acercó, inclinándose hacia mí, con una sonrisa demasiado amplia que revelaba unos dientes afilados, manchados de sangre.
—Me los comí —dijo, seguido de una risa maniática con un tono de voz fuerte y prepotente. Luego abrió por completo la boca hasta sentir sus dientes tocar mi cuello y parte superior de mi cabeza.
Solo escuché un crujido fuerte antes de despertar de ese sueño. Me reincorporé en la cama, respirando con dificultad, y lo primero que hice fue tocar mi cuello al recordar esa cosa que estaba en mi sueño.
Casi todos mis sueños siempre estaban ligados a los niños con batas blancas.
¿Por qué debería soñar esto? ¿Por qué debería estar ligado conmigo?
—¿Mara? —pregunta Meli en un susurro a lo lejos.
—¿S-sí? —tartamudeé, aun tocándome el cuello y apretando un poco el agarre.
—Desde hace rato escucho tu respiración un poco agitada. ¿Tuviste una pesadilla? ¿Estás bien? —añadió Meli con un tono de angustia.
—Sí... pero no fue nada del otro mundo —dije mientras bajaba por las escaleras del camarote para respirar mejor. Me encontraba con Meli de frente—. ¿Qué hora es?
—Por la temperatura que siento, estoy segura de que son las 7 a.m. —respondió Meli, entrelazando sus manos.
Eché un vistazo al cuarto. La cama de Alma estaba deshecha, y Houtai dormía en ella, cubierto con una manta.
—¿Dónde está el "líder"? —pregunté con sarcasmo, volviendo la mirada a Meli.
—Eh... no lo sé, solo me levanté porque escuchaba tu respiración pesada desde arriba de mi cama.
De pronto, un fuerte ruido nos hizo dar un pequeño salto. Ambas miramos hacia la ventana pequeña de nuestra habitación. Alma estaba afuera del tren, boca abajo, pegado al cristal, con su rostro y sus manos presionados contra el vidrio. Cuando finalmente llamó nuestra atención, comenzó a saludar con una mano de forma descontrolada.
—Hasta en un tren no puede quedarse quieto —dije acercándome a la ventana para cerrar las cortinas.
—De cualquier manera, busca una forma de entretenerse. Esperemos que este viaje no dure tanto— dijo Meli.
Alma siguió golpeando la ventana reiteradas veces y Meli y yo nos mirábamos sin saber qué hacer.
—Ignóralo, si no le seguimos sus estupideces, se quedará quieto en algún momento —argumenté, volviendo a subir las escaleras del camarote y acostándome de nuevo ya que había mejorado de nuevo mi respiración.
Meli hizo lo mismo y decidimos descansar e ignorar a Alma. Los golpes en la ventana no cesaron, al contrario, se volvieron más insistentes, haciendo vibrar todo el cristal, hasta que uno de esos golpes rompió el vidrio, provocando que entrará más viento en el cuarto.
—Ups... mierda, ¿será que nos cobran por una ventana? —dijo Alma con una risa nerviosa, asomando la cabeza por el hueco—. Esta ventana es de pésima calidad, yo digo que deberíamos quejarnos.
Le giré los ojos y me di la vuelta hacia el otro lado de la cama, quedando enfrente de la pared para no mirarlo.
—¿En serio me vas a ignorar? Yo no tengo la culpa de que esta ventana sea de un material frágil. De verdad que no las entiendo.
Al intentaba tener nuestra atención, pero las dos hicimos caso omiso a sus preguntas y conversaciones para que dejara de insistir y no hiciera más desastres. Sin embargo, él se dio cuenta de que lo seguíamos ignorando y, después de unos minutos, regresó al cuarto dando pasos fuertes.
—Estoy seguro de que ya pasó más de una hora. ¡Dejen de ignorarme! Solo estoy aburrido. No estaría así si hiciéramos actividades juntos, como jugar cartas o retos o yo qué sé.
Me reincorporé de nuevo y lo vi sosteniendo con las dos manos los barrotes de las escaleras del otro camarote, donde él se acostaba.
—No podemos entretenerte todo el tiempo solo porque no te puedes comportar. Espera a que lleguemos a la ciudad, Al, no podemos hacer desastres en este lugar los días que nos faltan —repliqué con molestia.
—P-podrás divertirte en la Ciudad Puente matando a los shadows —murmuró Meli.
Alma sostuvo con fuerza los barrotes y empezó a jalarlos con fuerza hacia adelante y hacia atrás.
—Sería más divertido si la competencia que hacen se hiciera cuando lleguemos al lugar —dijo Alma, aun jalando con fuerza los barrotes—. Y yo ganar esa competencia.
—Alma, ya deja las escaleras —ordené en voz alta.
Un crujido sonó antes de que las escaleras del camarote se despegaran de su puesto. Al se quedó en el mismo lugar y con las escaleras en sus manos, sin decir palabra alguna.
—¿Qué fue ese sonido? —preguntó Meli.
—Ehhh... nada —respondió Alma—. Ahora sí nos toca cambiarnos de habitación.
Alma llamó a un trabajador que merodeaba cerca de los cuartos y comentó sobre la situación de la ventana y de las escaleras, diciendo que no estaban bien hechas y que los materiales no eran buenos. Como era de esperar, nos dieron una multa por daños en la propiedad, que incluía el costo de la ventana y de las escaleras, además de la reparación.
Nos asignaron un nuevo cuarto, más al fondo de todos los vagones del tren. Al ser el último vagón, sus instalaciones no eran mejores, pero tampoco decadentes. Lo hicieron para evitar lo mismo en cuartos con mejores instalaciones. Después de saber cuánto era el valor de la multa, Alma se quedó quieto todo el día, dejando la tarde y la noche en completa tranquilidad. Los otros días no lo fueron, especialmente cuando llegamos a la ciudad. No sabíamos que la situación se pondría peor para todos.Nota del autor:
Me gustaría saber qué teorías tienen sobre la historia hasta el momento, ya he dejado varias pistas para ustedes como lectores de esta novela.
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ROMANCE MALDITO.
RomanceMara decidió mudarse a un pueblo tranquilo, sin imaginar que conocería a un enmascarado. Esto sería lo peor, ya que después de conocerlo, su vida seria atormentada. Una fecha maldita. Un pueblo con secretos. Un amor enfermizo y a la vez maldito. No...