𝓥𝓮𝓻𝓭𝓪𝓭 𝓸 𝓜𝓪𝓽𝓪𝓵𝓸𝓫𝓸𝓼

523 25 1
                                    

Narra Emily

- ¡Rudy! - gritó una joven llamando a su perro antes de llevarse los dedos a la boca, silbando fuerte - ¡Rudy! Vamos, hace demasiado calor para que te busque - dijo mientras se agachaba para recoger un juguete para perros de la hierba.

La mujer salto, al ver que Klaus y yo nos encontrábamos detrás de ella. En estos momentos nos encontramos en un pequeño pueblo de Tennessee.

- Lo siento mucho, no queríamos asustarla - le dije a la mujer suavemente, intentando controlar el latido de mi corazón por la cercanía de Klaus, ya que su brazo estaba alrededor de mi cintura.

- ¿Puedo ayudarles? - preguntó la mujer de forma brusca.

Perder la actitud podría ser un buen comienzo - pensé, creo que pasar dos meses con Klaus ya me estaba afectando un poco.

- Sí, nuestro auto se quedó sin gasolina a un par de millas. Se siente como si hubiéramos estado caminando por siempre. La tuya es la primera casa a la que llegamos, así que esperábamos poder usar tu teléfono - pidió Klaus tan educadamente como pudo con un acento americano.

- ¿Ninguno de ustedes tiene teléfono celular? - cuestionó la mujer, trate de sonreír cálidamente, aunque por dentro estaba comenzando a perder la paciencia.

- La batería del mío se agotó - dije mostrándole mi celular - y mi novio aquí - dije poniendo mi mano en el brazo de Klaus - Dejo el suyo en casa, no es el más brillante - bromeé, riendo ligeramente.

- Mira, te prometo que ninguno de los dos somos asesinos en serie. Sólo queremos usar tu teléfono - dijo Klaus, notando la vacilación de la chica.

Bueno, uno de nosotros no lo es - pensé mientras resoplaba por lo bajo, pero recibí un ligero pellizco en la cadera de parte de Klaus. Salte por la sorpresa y mi corazón empezó a latir erráticamente. Tener a Klaus tan cerca me comenzaba a nublar el juicio.

- Seguro - cedió la mujer caminando de vuelta a la casa.

- Entonces, ¿podemos entrar? - preguntó el original mientras nos deteníamos en la puerta de la casa.

- No, cogeré el teléfono y te lo traeré - insistió la mujer. Suspire por la terquedad de la mujer, porque sin saberlo acababa de firmar su sentencia de muerte.

- Pensé que ustedes, los campesinos, eran más confiados - hablo Klaus con dureza, dejando de lado su falso acento.

- Soy de Florida - dijo la mujer, haciendo qué pusiera los ojos en blanco.

- Bueno, eso lo explica - murmure por lo bajo.

- Ahora, muéstranos un poco de hospital sureña - dijo Klaus después de tomar la cabeza de la mujer para obligarla. Ella accedió bajo la compulsión a dejarnos pasar. Mientras los tres nos dirigimos a la cocina apareció una mujer de piel oscura y cabello rizado.

- Te apuesto cien dólares a que ese perro se fue corriendo a una casa con aire acondicionado - bromeó la mujer mientras caminaba por la cocina, recogiendo diferentes ingredientes mientras cocinaba. Sin embargo, su sonrisa desapareció rápidamente cuando se giró, notando a su amiga con lágrimas en su rostro mientras era sostenida por Klaus.

- ¿Qué sucede? - preguntó la mujer de cabello rizado con miedo.

- Por favor, no se alarmen, me han dicho que Ray Sutton vive aquí - dijo el híbrido sonriente. Yo no quería ayudar en el plan de Klaus, solo había accedido por que él había prometido qué nadie saldría herido. Pero comenzaba a creer que no era verdad.

- Casi nunca está aquí. Está en la carretera casi siempre - dijo la chica esperando a que con su respuesta las dejáramos en paz.

- Pero espero que llegue a casa, una vez al mes - replicó Klaus, provocando que la mujer tragara con fuerza, mientras sus ojos viajaban de Klaus a su amiga, negándose a responder - Eso es lo que pensé. ¿Dónde está ahora? - preguntó el híbrido mientras la comisura de su boca mostraba una sonrisa.

𝓤𝓷 𝓵𝓪𝓽𝓲𝓻 𝓮𝓷 𝓶𝓲 𝓲𝓷𝓽𝓮𝓻𝓲𝓸𝓻 ~ 𝓝𝓲𝓴𝓵𝓪𝓾𝓼 𝓜𝓲𝓴𝓪𝓮𝓵𝓼𝓸𝓷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora