Capitulo 2.

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Regina calló ante ésta pregunta que le  estaba haciendo Danaé, no sabía que responder a esto, nunca se había hecho la pregunta que ahora su mejor amiga le proclamaba.

Danaé notó que la pregunta que le había hecho a su mejor amiga, también la dejó pensando.

Hubo un silencio algo incómodo entre las chicas, pero finalmente una de las dos rompió el silencio.

—¿Y bien?— preguntó Danaé.

—¿Perdón?, ¿Y bien qué?— respondió Regina a la pregunta que había hecho.

—Te quedaste callada a la pregunta que acabo de hacerte, ¿nunca te has hecho la pregunta?— volvió a preguntar.

—...no. Honestamente no, y tampoco quiero hacerlo, ¿qué más dá? soy diferente, si Dios nos ha permitido no saber lo que hay más allá de nuestro conocimiento, sus razones tendrá, ¿no lo crees?— respondió volviendo a la normalidad con su actitud de siempre.

—Mhm... tal vez tengas razón, Gina. Posiblemente sea mi mente jugando conmigo.— se rindió finalmente.

No tardó mucho en levantarse de su sítio para salir del salón.— Voy a pasear por allí antes de que comience la siguiente clase, ¿quieres venir conmigo?— preguntó.

—No, vé tranquila, aquí te espero. — respondió con una sonrisa.

—Está bien, no tardaré.— salió del salón con sus manos cruzadas por la espalda.

Se encontraba caminando por el pasillo con manos cruzadas por la espalda y postura recta, tratando de responder o resolver aquella duda que se le había presentado así misma.

Mientras iba caminando, tuvo una sensación extraña y se detuvo.

Al principio.... pudo observar que había un pequeño grupo de tres chicos que estaban hablando y riendo entre sí.

Eso solo fue hasta que... La mirada de éste chico y la de Danaé se encontraron momentáneamente para luego hacer como si nada.

—¡Dani!— llegó un chico por detrás mientras abrazándola.

—¡AH!— alterada y muerta de miedo se giró rápidamente y le dió una cachetada a nada más y nada menos que a su mejor amigo.

—¡AUCH! ¿¡Por qué hiciste eso?!— preguntó mientras se sobaba la mejilla enrojecida ahora, por el cachetazo.

—¿¡...!? ¿¡DIEGO?! ¡HOMBRE! ¡Un día de estos me matarás de un susto! —exclamó riéndose mientras le daba un puño en el brazo para ocultar los nervios que tenía.

—¡Oye, no hagas eso! sabes que sería incapaz de matarte y menos de un susto.— afirmó mientras con el brazo que estaba libre le tocaba el hombro.

—Bien. Eso es un alivio, al menos iré yo primero a tu funeral. — respondió mientras se daba la vuelta para volver a ver a ese chico con cuya mirada cruzó.

Peero para la mala suerte de ésta, el chico ya se había ido con sus amigos.

—Perdón por asustarte, Dani. — habló Diego al darse cuenta de que Dani estaba distraída.

—No hay nada que perdonarte, pero a todo esto...— miró su reloj solamente para darse cuenta de que, su mejor amigo estaba llegando a eso de las 9:45am—. ¿Se puede saber el por qué de ésta hora de llegada?— frunció el seño.

—Bueno, verás... — fué interrumpido por el timbre que indicaba que ya había terminado la hora del descanso para los estudiantes y profesores.

—Te contaré al finalizar las clases, Dani.
Pero, ¡vamos que se nos hace tarde!— con esto, Diego agarró la mano de Danaé y se la llevó al salón.

Todos los compañeros estaban entrando al salón para tomar sus respectivos asientos y comenzar con la clase que seguía a continuación.

Regina vió llegar a Diego y Danaé agarrados de mano, a lo que esto no le gustó para nada y les dirigió una mirada de desaprobación.

Pues... como se podía notar, a Regina no le caía bien del todo Diego.

Y no era la única, a los padres de Danaé tampoco les parecía esa amistad, sobre todo al señor Evans.

Pero nadie podía sacarla de su posición. Ni siquiera su mejor amiga.

—No era necesario que me agarráras la mano para traerme al salón. —se soltó de la mano de Diego y se sentó en su sitio correspodiente

—Perdón. — surruró Diego, tomando también la acción de irse a su sitio para así poder empezar con la clase.

—Bien. Comencémos.— anunció el profesor de Matemáticas.

En lo que restó de la mañana, los estudiantes vieron las asignaturas de matemática y Castellano.

A las doce del día, finalizaron las clases.

Y cada estudiante se disponía a ir a su casa para luego regresar al día siguiente y hacer de sí, la rutina de todos los días.

Aunque claro, los días jueves se salía en la tarde ya que hacían actividades extras para poder tener o mejorar una que otra nota que tuvieran algo baja.

En la salida...

—¿Segura que no se te queda nada en el salón, Gina?— preguntó enarcando una ceja.

—Ya te dije que no. Estoy segura que me llevo todo en el bolso, vámonos para tú casa, se nos hace tarde y ya te deben estar esperando para comer.

—Está bien, vamonos.— dijo mientras ésta soltaba una leve sonrisa.

Mientras ambas chicas se encontraban caminando para la casa de Danaé, ésta iba pensando en lo que aconteció en la mañana de ese día.

—¿Pensando otra vez Danaé?— preguntó Regina.

—No. Bueno... sí, pensaba en qué habrá hecho de almorzar mamá— mintió para no arruinar el momento de tranquilidad entre ellas.

—Ohh, seguro hizo mi plato favorito—respondió mientras miraba al cielo.

—Sí, es lo más seguro.— Cerró sus ojos y continúo caminando.

Ambas chicas se fueron para la casa, hablando y bromeando entre sí.

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