Sigue narrando Danaé:
Jamás olvidaré la expresión de Diego al verme así y soltarle todo lo que llevaba arrastrando.
Y también odiaba eso. Le había mostrado la parte más vulnerable de mí.
Me odié cada segundo de ese momento, ¿Por qué no podía contenerme y no guardarme las cosas para después? ¿Por qué tenía que ser tan débil? ¿Por qué tenía que ser tan expresiva con las cosas tan mínimas que me afectaban? ¿Era una débil? ¿Por qué mejor no hacía como si no me importara aunque tuviera demasiada importancia?
Creo... Qué fué eso lo que lo dejó sin palabras o viéndome tan fijamente. Nunca, pero nunca, en lo que llevábamos de amistad me había llegado a ver en ese estado.
Terminé de decir todo lo que tenía planteado decirle desde un duro principio.
—Ya no tengo más nada que decir profesor.— finalicé mientras que pasaba una de mis manos por mis pómulos para secar la humedad causada por las lágrimas que habían dejado de brotar en cuanto, a medida de las palabras que le decía a Diego dejaba de sentir esa opresión horrible en el pecho.
El silencio reinó un pequeño momento.
El profesor se aclaró la garganta y habló.—Diego. ¿Algo que decir?— preguntó haciendo una pausa y seguir hablando,—¿Estás conciente que, depende de lo que tú digas, ella tomará la decisión de sacarte o dejarte en su vida?— Diego lo miró y asintió con la cabeza.
—Bien. Pues te toca decir algo al respecto.— señaló.
Éste se aclaró la garganta y se acomodó en el asiento.—Primeramente...—hizo una pausa y siguió hablando—, No voy a pedirte perdón; porque sé que no me lo vas a dar.
Woah. Qué impacto.
Y sí, fué un impacto. ¿Enserio pensaba eso? O sea ¿Realmente pensaba que era de ese tipo de personas? ¿De esas que guardaban y vivían con rencor toda su vida?
Sin embargo, me ví interrumpida de mis pensamientos cuando siguió hablando.
—Y bueno nada.— expresó sin mucha importancia.— al menos para mí —. No voy a pedirte que sigamos siendo amigos porque es evidente que no podremos. Así que nada, cada quién por su lado.— finalizó.
El profesor lo miró con sorpresa.
Así que tampoco se esperaba esa, ¿verdad profe?
—¿Estás seguro de esto?— preguntó el profesor acercándose a nosotros y quedando al frente.
—Sí. No hay más nada que hacer aquí.
No sé si fué idea mía, pero ¿dentro de mí? Escuché un ligero "puf".
Y no era tonta. Esas últimas palabras me dolieron, pero no demasiado como lo anterior. Pero sí me dolieron a tal punto de hacer romper mi pobre corazón.Y como si fuera poco, el profesor... Oh, ese querido profesor. Se dirigió a él nuevamente y le preguntó.—¿Estás conciente de que ella no es la que pierde, no? Estás dejando ir a una persona increíble. Y quién sabe qué tipo de personas te encuentres más adelante, pero, como ella— me señala a mí.—Jamás encontrarás a alguien como ella. Y con eso tendrás que cargar.— finalizó.
Diego solo asintió, y yo solo estaba neutral. Ya no tenía fuerzas para nada. Mi día se hizo horrible con todo ese acontecimiento y solo quería irme a casa para llorar.
—Bien. Pueden irse. Ya acabó la conversación.— aseguró el profesor.
Inmediatamente Diego se levantó y se fué al salón del frente, dónde estábamos los dos 4tos años.
Yo, por otra parte quería volver a llorar. Luego de haber enfrentado a mi peor temor hecho realidad, me sentía bien pero también adolorida por la manera en la que se había dado todo.
El profesor parece que me había leído la mente y se sentó en la silla que se encontraba al frente de mi.
—Danaé. Hiciste lo correcto.— me aseguró—. Nadie jamás, estará preparado para este tipo de situaciones, pero recuerda que cuando se vá alguien, Dios te manda a alguien más.
Sus palabras me hicieron sentir mejor, pero unas cuantas lágrimas ya habían salido, así que opté por secarlas inmediatamente.
—Ahora, vamos al salón que debemos aprovechar la hora que nos queda.— se levantó de la silla y me ofreció su mano para ayudarme a levantarme.
Lo mire dudé un momento, pero al final accedí.
Y así fué. Ese día había sido oficialmente el peor de mi vida.
Tenía miedo de entrar al salón donde estaban todos mis compañeros de ambas secciones. Pero tenía que pasar para ver la próxima clase.
Vamos nena, cualquier cosa, eso pasara en dos días.
Respiré profundamente y levanté la cabeza. Le dirigí una mirada al profesor Alfred que al parecer supo lo que quería decir y pasó primero como si nada.
Y luego yo. Pasé rápidamente hacia mi lugar e hice como si nada hubiera pasado.— cuando obviamente había pasado de todo—. Pero bueno. Allí estábamos como la auténtica guerrera que era.
Al principio todo el mundo hizo silencio en cuanto entré y ya luego de haberme sentado empezaron a murmurar.
Típico.
Gracias a Dios... No pasó nada más de allí.
O al menos eso había creído yo.
[...]
Venía con mi madre caminando. Sin emitir una sola palabra con ella.
Todo iba bien hasta que me preguntó cómo había estado mi día y bueno... No le podía mentir.
Antes de que Regina fuera mi mejor amiga, mi madre era y siempre sería la mejor amiga en la que tenía mi total confianza.
Después de todo... Al fin y al cabo es mi madre y la única que estaría para mí en las buenas y en las malas.
Contándole todo, se me hizo un pequeño hilo de voz al llegar al interior de nuestra casa.
Y... Honestamente quería un abrazo. Un consuelo. Algo positivo por parte de ella.
Pero no.
Hubo todo lo contrario. Me regañó, me hizo ver la realidad del mundo y luego me aconsejó.
Genial, con la persona que por primera vez en mi vida le había estado anhelando un abrazo de consuelo... Me dá de todo, menos el abrazo y un consuelo para no llorar.
Esa había sido mi madre.
En cuanto terminó de hablar y decirme lo que quería, me dirigí escaleras arriba para mí habitación y me encerré allí hasta la hora de la cena.
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Un Mundo Distinto.
Spiritual☆||NOVELA CRISTIANA||☆ Muchas veces nos hemos preguntado: ¿Donde estaba Dios? ¿Por qué lo permitió? Y... A través de ésta historia, puede que encuentres tu respuesta a ello. ¿Estás comprometido con Él? ¿Realmente lo estás? A raíz de varias cosas, D...