Capítulo 3.

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||Almuerzo en Familia.🥗

Danaé y Regina ya habían salido de clases, cuando se disponían a ir para la casa de los Evans.
Ambas chicas se fueron riendo, hablando y bromeando entre sí hasta llegar a casa.

—¡Llegamos!— exclamaron las dos al mismo tiempo—.

—¡Mis dulces princesas!, ¿Cómo les fué?— las recibió el Señor Evans intercalándoles un beso suave y cálido, en la frente de cada una.

—¡Muy bien Señor Evans!— respondió Regina sonriendo alegremente.

—Me alegro por ustedes mis niñas, ahora...vayan a lavarse las manos y a cambiarse para comer. — mencionó el señor Evans mientras cerraba la puerta y se dirigía hacía la cocina dejando así a Regina y a Danaé solas.

—Bueno Gina, vamos a lavarnos y cambiarnos rápido, tengo hambre.—dijo Danaé mientras subía los escalones que llevaban al segundo piso donde se encontraba su cuarto.

Regina subió con Danaé, y ambas chicas se tardaron en bajar...

Cómo ambas se demoraban en bajar para almorzar, la señora Evans tuvo que ir a buscarlas, pero solo se detuvo en el comienzo de la escalera.

—¡Chicas, ya bajen, la comida se les enfriará!— las llamó la señora Evans.

—¡Ya bajamos mamá!— respondió Danaé—.

La señora Evans al oír esto, con una sonrisa bien tranquila, se retiró y se fué a servir la comida para todos.

Mientras la señora Evans servía la comida, las chicas bajaron las escaleras corriendo y riendo como dos niñas pequeñas teniendo seis años de edad.

—¡Ya estamos aquí, Señora Evans! perdone la tardanza, fuí el motivo por el que ambas nos tardamos para bajar.— se disculpó Regina mientras bajaba la cabeza como símbolo de pena.

—No te preocupes Gigi, mejor pasen a sentarse y coman. Aprovechen que aún, está caliente.— respondió la señora Evans indicándole su asiento en la mesa.

Regina al ver este gesto, insistió en ayudarla para que terminase de servir a tiempo para comer y poder compartir entre todos.

Mientras ayudaba a la señora Evans, Regina observó un pequeño escenario de juego entre el señor Evans y su hija, Danaé.

—¡Papá devuélveme eso!— exclamaba Danaé, molesta mientras se paraba de puntillas para poder alcanzar la mano de su padre que sostenía una galleta de chocolate.

—Mhm, no.— respondió el señor Evans mientras se llevó la galleta a la boca y la comió.

—¡Papá! esa galleta no era tuya.— expresó molesta mientras se giró cruzándose de brazos.

El señor Evans, al ver el enojo de su hija se acercó hacía ella y la cargó sin que ella se diera cuenta.

—¡P-PAPÁ! ¡BÁJAME!— gritaba Danaé asustada, mientras su padre le daba vueltas en brazos.

Ya hacía un buen tiempo que el Señor Evans había dejado de cargar a su hija, porque ésta ya había crecido y era una señorita, pero eso no quitaría el hecho de que aún fuera su pequeña princesa.

—Te bajaré cuando lo vea prudente.— respondió el Señor Evans mientras se reía.

Regina al ver este escenario de juego entre padre e hija la hizo envidiar a Danaé por un momento...

Pues... su padre había dejado a su madre por otra mujer y la madre de Regina como pudo, tuvo que salir adelante.
Aunque estaba agradecida por los sacrificios de su madre al haber sido del papel de ambos... no era lo mismo, Regina anhelaba con que algún día pudiera estar en familia, como Danaé con la suya.

Pero, aún así era felíz por ver a su mejor amiga ser felíz con su familia unida y le alegraba ser parte de su vida.

—Ya terminamos, Gina. Vé a sentarte en tu sitio.— anunció la Señora Evans sacando a Regina de su mirada perdida con el escenario, mientras que tomaba asiento.

—¡Claro!— respondió mientras iba a su sitio correspondiente en la mesa.

—Hoy no te sientas allí, hoy te sientas a mi lado.— Indicó el señor Evans mientras se dirigía a la mesa.

—¿Perdón?— respondió Regina con duda.

—Perdonada mi niña. Ahora siéntate a mi lado como la otra hija que eres para ésta familia— dijo el señor Evans mientras tomaba su asiento correspondiente.

Regina volteó a ver a Danaé con duda.

—No me mires a mí, yo estoy tan sorprendida como tú. — admitió Danaé al ver la expresión de confusión de su amiga y tomaba su respectivo asiento.

—Está bien Gina, eres una miembro más de esta familia; así que no tienes por qué tener miedo o duda sobre esto— le expresó la señora Evans desde su sitio.

Regina se sentó al lado izquierdo del señor Evans, mientras que Danaé estaba sentada al lado derecho, y la señora Evans se encontraba al lado de su hija, mientras que su otro hijo estaba sentado justo al lado de ella.

Y así fué, la familia de los Evans había adoptado a Regina desde su corazón como a otra hija más para ellos.

Fué así como finalmente el almuerzo estaba siendo en familia.

Regina se sintió conmovida por esto, que no pudo evitar llorar de felicidad.

—No llores mi niña. — se levantó la señora Evans de su asiento y fué a darle un abrazo a Regina.

—Es que...— sorbió por la nariz—. Todo esto parece un sueño.

—¡Hey Gina! no llores cariño, se supone que debe ser un almuerzo felíz en familia— le indicó Danaé mientras se levantaba de su asiento y se dirigía también a darle un abrazo a su mejor amiga.

—Siempre has sido una Evans para nosotros— indicó el señor Evans mientras sostenía un vaso con agua y tomaba del mismo.

Luego de haber tomado agua, colocó nuevamente el vaso en la mesa y procedió hacer una oración para poder comer y agradecer por el momento tan emotivo y especial para Regina.

Danaé y la Señora Evans no se separaron de Regina en ningún momento e hicieron la oración sosteniendo sus manos.
Luego de haber dado la acción de gracias y la oración, Danaé y la Señora Evans volvieron a sus asientos para así finalmente almorzar como una familia.

—Bien Regina, siéntete afortunada porque mientras tengamos vida, serás una hija más para nosotros— comentó el señor Evans mientras le sostenía la mano a Regina.

—Espero que les guste la comida, especialmente a nuestra hija adoptiva, es la comida favorita de ella— mencionó la señora mientras servía el jugo con una sonrisa en su rostro.

—Honestamente, me siento honrada de tener a una amiga como tú y ahora hermana, Regina.

Danaé agarró un vaso de jugo y lo levantó para hacer un brindis diciendo las siguientes palabras:

—Brindemos por mi nueva hermana y siempre mejor amiga, Regina.

—¡SALUD!— brindó la familia completa.

Regina al ver esto, se sintió tan felíz y conmovida que sintió por primera vez en la historia lo que era almorzar felizmente con una familia completa.

Por primera vez en su vida, estaba almorzando en familia...

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