✨Capitulo 46✨

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¡Gracias, Seok Jin!
Narrador

La noche fría y la luna resplandeciente son las características del clima que el coronel tanto dice odiar, mucho más cuando son noches en las que no puede quitarse el frío con el calor corporal que le proporciona el interior de su pareja, aquella queja sobre un anillo le está quitando la concentración y es que nunca se vio pidiéndole matrimonio a nadie, mucho menos a un mocoso de dieciocho años, teniendo él sus veintiocho años bien puestos, aunque en apariencia no pasa de los veinticinco años.

Los militares rodean las zonas cercanas a la pequeña hacienda donde se están quedando, en busca de asegurarse de que ningún intruso los este acechando en la oscuridad esperando para atacar, pero por ningun lado ven a nadie.

Todos los militares se dirigen al lago que divide las dos masas de tierra dificultando el paso de los zombies al nuevo lugar donde estan sobreviviendo, los hombres se meten en el agua con la intención de limpiar su cuerpo, mientras que el coronel mantiene la mirada en los pasos que escucha en el otro extremo del lago.

Por mientras en la pequeña hacienda Jimin camina de un lado a otro esperando al coronel, Minmin descansa encima de un colchón viejo pequeño al lado del que comparten la pareja, su ceño se frunce y acaricia el bulto en su vientre cuando siente una contracción leve.

Contracciones van y vienen, cada una más dolorosa que la anterior, su rostro refleja dolor y se acomoda en una de las paredes, coloca su antebrazo en el concreto y empieza a respirar por la boca, se vuelve cada vez más difícil para él y entiende lo que se acerca golpea la pared e intenta pedir ayuda.

—Ahh, ¡Alguien, Ahhh, por favor, ummm, por Dios santo, me duele!

Sus gritos salen entrecortados por las veces que tiene que inhalar y exhalar entrecerrando la boca, se retuerce de dolor cuando las contracciones más fuertes empiezan a atropellar lo sin piedad.

—¡Ay, Dios mío, por favor, me duele, uhh uhhh, Co. Coronel!—. Lloriquea.

El rubio observa como el sargento con el que peleó en la tarde entra en el lugar y se queda con los ojos abiertos como platos sin poder emitir palabra alguna.

—¡Imbecil, basura humana, ayúdame!—. Reclama.

El soldado asiente con la cabeza y lo primero que se le ocurre es ayudarlo a que se recueste en el colchón, observa como el chico se retuerce de dolor mientras se queja en voz alta.

—¿Qué hago?, ay Dios—. Musita el soldado.

—El coronel—. Solloza en medio de quejidos el rubio.—Trae al coronel, ¡Ahhh maldición!

—El coronel—. Repite el soldado.

Asiente con la cabeza y sale de allí, le avisa a Rossy y a otra chica para que vayan a ayudar al chico mientras él se pierde en los alrededores buscando al coronel por todos lados.

El coronel continúa observando con disimulo para aquella zona donde los arbustos se mueven y se escuchan pasos de alguien que viene con sumo cuidado acercándose poco a poco, cuando lo siente en el borde y ve su silueta sonríe con malicia y cruza el lago con el arma en alto, el capitán va tras él y los dos encañonan al susodicho haciendo que esté deje caer lo que trae en las manos y las alce asustado.

—¿Quieren bajar el arma?, imbéciles —. Los regaña el científico.

El coronel bufa y guarda su arma cuando ve al tío de Jimin detrás de Jin, ambos hombres cruzan el lago yendo detrás del coronel y el capitán, los demás soldados salen del lago y se visten colocándose el uniforme para regresar a la pequeña hacienda.

PANDEMIC +21 (Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora