Capítulo 19: contrabando de lasaña, Parte II

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Capítulo 19: contrabando de lasaña, Parte II

Me levanté y salí de la habitación cerrando la puerta y voltee pegando mi espalda de la madera justo cuando Hades se detuvo frente a mí en la silla de ruedas, parecía serio, sus ojos dorados con una mirada suspicaz, sentía que podía leerme en la cara que ocultaba algo.

—Hades —dije nerviosa—, ¿qué tal la Barbie Rusa?

Uh.

«Pero qué carajo Nube».

—Es decir, la fisioterapeuta. —agregué rápidamente.

—Si a lo que te refieres es que tal me ha ido —contentó—, fue algo rudo, pero, tuve un gran progreso, uno muy significativo.

Esas eran buenas noticias.

—Excelente. —dije y sonreí tal vez de manera muy exagerada—. Tu papá se fue, dijo que me despidiera de ti...

—Estás ocultando algo. —comentó Hades con tranquilidad, obviamnte no era una pregunta.

Él lo sabía.

—¿Yo? —dije pareciendo ofendida— ¿Por qué lo dices? Yo no oculto cosas yo...

«Nube, calmate, estás alterada».

Él entrecerró los ojos, aun así sentado frente a mí denotaba autoridad; definitivamente este era el Hades que tanto lograba doblegarme y aterrarme ante su mirada profunda.

—Fuiste a un centro comercial cercano —comentó—, compraste cosas para perros.

—¿Me siguieron? —repliqué lo evidente.

—Siempre —dijo—. Además de que Demetri me comentó lo del perro que querías meter a la casa.

«Puto Demetri».

—Demetri me tiene verde ¡y es un completo mentiroso! —grité y casi al mismo tiempo el perro ladró detrás de mi puerta.

Oh, oh.

Mierda.

—Metiste el perro a la habitación —comentó con algo de diversión en sus ojos.

—No. —repliqué.

Ladró otra vez.

Hades me observaba fijamente y yo sentía que me humillé yo sola.

—Sabes que odio las mentiras, Nube.

Suspiré.

—Sé que no te gustan los perros. Pero por favor, no lo eches, me da felicidad.

—Nunca te comenté que no me gustaban los perros. —comentó.

—Demetri me lo dijo y no me dejó entrar con él a la casa.

Hades pestañeó un par de veces con algo de incredulidad.

—¿Cómo? —más que una pregunta, parecía una expresión de incredulidad.

Afirmé con la cabeza.

—Quise darme a respetar —dije— pero me echó en cara que solo te hace caso a ti.

Hades pasó una mano por su barbilla y negó con la cabeza.

—Lo siento, Nube. Fue mi culpa.

Fruncí el ceño.

—¿Por qué sería tu culpa? —dije sin entender— ¿Le dijiste a Demetri que empezara a tratarme como si él fuera la dueña de la casa y me desautorizara haciéndome sentir como mierda...?

Mi voz se quebró en la última oración.

Hades me sostuvo la mirada y sin quitar su rostro serio respondió:

—Sí.

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Tuya y mío #4 (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora