Capítulo 25: Eres mía, ahora y siempre

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Capítulo dedicado a: Samadyflores, Vivian Uruquipa, Violeta Gimenez, Kathia Aguilar, Ibett Corina, por comentar mi último video de Youtube :D

Capítulo 25: Eres mía, ahora y siempre

Los latidos de mi corazón frenético empezaron a menguar, mientras mi cuerpo tembloroso y sensible empezaba a calmarse.

Definitivamente estar con Hades era algo de otro planeta.

—¿Estás cansada? —preguntó Hades acercándose en la silla de ruedas hasta el borde de la cama.

—No, señor.

—Vuelves a ser mía —ordenó Hades— las órdenes que te di se han ido y ya no te afectan.

Él se subió a la cama con fuerza y se acomodó a mi lado, yo me dejé envolver en su brazo y me acomodé entre su pectoral y su brazo, colocando una mano sobre su pecho fuerte, estaba tan cerca de mí que apenas alcé la cabeza me encontré con su boca impactando con la mía, podía notar por su respiración agitada y la ardiente demanda de su beso que seguía deseoso.

Cuando nos separamos, sus ojos estaban oscurecidos.

—Hola —murmuró.

Le sonreí un poco sintiendo mis mejillas sonrojadas y respondí:

—Hola.

Pasé la mano lentamente hasta abajo hasta que me encontré con el bulto dentro de su pantalón a punto de explotar.

Oh.

—Estás... muy duro. —murmuré, me sentía algo mal por él de que no pudiera tener el mismo placer que yo en esto.

—Con una ducha fría se soluciona. —respondió con simpleza— ¿Qué tal estuvo?

¿Qué como estuvo? Joder, si hasta se me olvidó mi nombre, todo lo que me hizo debería de ser ilegal, me sentí llena de éxtasis, pero claro, aún me faltaba el contacto físico, no era lo mismo estar bajo su mirada que estar bajo su cuerpo.

—Eso estuvo... asombroso como siempre. —dije y agregué con sinceridad:— Aunque sigo extrañando que sea tu cuerpo junto al mío.

Él acarició un costado de mi rostro donde un mechón de cabello estorbaba en mi rostro y dijo:

—Paciencia, créeme que yo también te extraño.

Lo sabía y claro que le creía, solté un suspiro.

Él pasó una mano a un lado de mi rostro y cerré los ojos, este era el hombre que yo amaba, que por más que tuviera que mostrarme fuerte ante los demás estando con él me sentía como su niña pequeña cuando estaba en sus brazos, una niña pequeña llena de paz.

—¿Estabas en la playa? —preguntó de repente luego de unos segundos.

Abrí los ojos.

—¿Por qué? —pregunté.

—Tu piel estaba salada y tenías arena por todo el cuerpo, por eso te mandé a bañar.

Sentí mi rostro sonrojarse ante las palabras de «Mister honestidad».

Aclaré mi garganta intentando parecer serena.

—Sí, tu papá quiso dar un paseo —me limité a decir como si no hubiera sido la gran cosa—, ahí me encontré a Lasaña.

No quise decirle nada de cuando me ahogué, no quería que me echara en cara lo irresponsable que fui por irme a rescatar un perro que se ahogaba sin pensar primero en el bebé en mi vientre.

Tuya y mío #4 (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora