Capítulo 20: No me gusta causarte daño

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Capítulo 20: No me gusta causarte daño

Me quedé perpleja por lo que me estaba diciendo. Sus ojos nunca dejaron los míos, ambos viéndonos fijamente.

—¿Por qué le dirías a Demetri que me trate así si se supone que me amas y llevo un bebé? —mis ojos se cristalizaron— ¿cuando empezaste a odiarme?

—No es...

—¿Acaso realmente lo que quieres es que me vaya? —lo interrumpí.

—No—respondió rápidamente—, antes, eso fue antes de reencontrarme contigo cuando llegué de la clínica, quería que solo te alejaras de mí, luego me demostrarte que sigo valiendo lo mismo para ti en la salud y en la enfermedad.

Apreté los labios y negué con la cabeza.

—¿Y por qué siguió tratándome así?

—No hablé con él, todo ha pasado muy rápido, no le dije que se detuviera.

Oh vaya, todo fue por ordenes de Hades.

—Lo llamé cabrón, Hades, le saqué el dedo medio —dije avergonzada—. Él me cerró la puerta en la cara.

Hades parecía consternado al escuchar todo eso.

—Lo siento por lo que te hice pasar —dijo Hades—. Pero, Nube, no quiero que salgas tanto estos días, necesito que tengas más cuidado cuando, sabes que andamos en situaciones críticas porque no consiguen a Taylor.

Lo pensé por un momento yo continué diciendo:

—Tu padre dijo que lo vio, que fue a su casa y luego desapareció de ahí.

Hades pensó un momento, tanto que creí que los segundos eran eternos y luego dijo:

—Ven.

—¿A donde? —pregunté, pero no me respondió.

Empezó a andar en la silla de ruedas y yo lo seguí algo temerosa, entramos a su habitación, lo vi ir a la cama y subirse esta vez con más facilidad en sus brazos, acomodándose en el espaldar.

Si no estuviera la silla de ruedas ahí a un lado, ni creería que Hades le ocurrió algo en las piernas.

Parecía que sus dedos de los pies se movían, tenía más movilidad y buen semblante, eso era bueno.

Cerré la puerta a mis espaldas y me acerqué a él con lentitud, su ojos dorados resplandeciendo en la tenue oscuridad, su rostro serio, no podía dejar de sentirme intimidada por su mera presencia y esa tensión electrizante que tanto me derretía por él.

¿Algún día dejaría de sentirme tan atraída por Hades? Creo que nunca.

—¿No te molesta que el perro este aquí? —empecé a decir— Realmente lo que menos quiero es estorbar y siento que eso es lo único que hago desde que estamos juntos otra vez...

Me detuve a un lado de su cama.

—Tú no me estorbas, eres la única persona con la que deseo estar siempre —respondió—. Ven, acuéstate a mi lado.

Le obedecí y me di cuenta de que eso era cierto, antes Hades ni me dejaba entrar a su habitación, ahora me pedía que me acostara a su lado.

Me acomodé de modo que mi cabeza quedó en sus muslos y podía verlo alzando las pestañas, él acarició suavemente mi cabello y empecé a pensar en lo que hubiera ocurrido, y si no estuviera aquí conmigo, si hubiera muerto en ese accidente.

Moriría una y mil veces en su lugar.

Si él no me quisiera con él, lo aceptaría con dolor, un dolor que posiblemente me mataría internamente.

—No llores —susurró Hades y uno de sus pulgares limpió una gota que resbaló por el costado de mi ojo—, no me gusta causarte daño.

—Lo siento —me senté en la cama limpiando mis ojos—, es...

Mi voz se entrecortó, no entendía como de repente me había llenado de tantos sentimientos depresivos.

—No te disculpes —dijo Hades pareciendo algo molesto—, ha sido mi culpa.

Claro que lo fue, me trataron como mierda por sus ordenes de querer alejarme, me hizo sentir discriminada y ajena, entrometida...

El nudo en la garganta que se apretaba cada vez más, me hacía sentir ahogada.

—Me han preguntado tantas veces si te voy a dejar y me he cansado de decir que no —susurré—, pero ahora que estoy frente a ti llorando, me pregunto si realmente no es otra ilusion de un futuro incierto donde no tendremos un final feliz.

—No será así, te lo prometo.

—¿Cómo puedes prometerlo? —pregunté.

Él me sostuvo la mirada y respondió sin vacilar:

—Quiero casarme contigo, quiero ser un buen esposo para ti y un buen padre para nuestro hijo.

Él alzó una mano acariciando mi brazo y me jaló hacia él envolviéndome en sus brazos, cerré los ojos, su calor y su olor eran mi lugar favorito, aquí siempre estaba a salvo.

Cuando estábamos juntos y abrazados, era el mejor lugar secreto del mundo.

Pasé una mano por su pecho suavemente sintiendo las marcas de su abdomen y algunos vellos de su pecho, lo sentí estremecerse ante mi toque.

Que tortura era saber que ahora teníamos que guardar abstinencia.

—Hagámoslo ahora —dije—, casémonos antes de que nuestra hija nazca.

Alcé la vista pero él tenía la mirada clavada en algo más allá de mí.

—Quiero esperarte en el altar caminando no en esta silla de metal —susurró.

Mientras mi barriga siguiera creciendo era algo que teníamos contra reloj, es decir, ¿con cuantos meses de embarazo me iba a casar? Tampoco quería casarme con la enorme panza de 8 meses y que en la noche me hicieran el parto.

No.

No me agradaba para nada la idea.

—Ya puedo mover los pies —dijo Hades pareciendo saber lo que yo estaba pensando.

Conociéndome tan bien que sabía que la paciencia no era mi arma más fuerte y que la ansiedad y los nervios me dominaban.

Pero tenía que ser fuerte, Hades estaba en un proceso y yo no podía ser egoísta en querer empezar a planear una boda ahora, no cuando él no estaba preparado.

—¿Y tu resistencia está mejor? —pregunté recordando cuando se desmayó después del sexo por falta de energía.

—Mejor —dijo Hades soltando un suspiro— te lo prometo dame solo 3 meses.

Sabía el trasfondo de sus palabras, 3 meses para que todo mejorara o sino... todo se iría a la mierda.

Tuya y mío #4 (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora