Una propuesta casi perfecta

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Desde la mañana, note como Exequiel iba de un lado a otro, era normal que el sea inquieto, pero hoy era diferente.

Yo estaba sentada en la barra de la cocina de nuestra habitación del hotel, tenia a upa a Sabri, estaba desayunando junto a ella.

—¿No vas a desayunar Exe?— pregunte al verlo entrar a la cocina, agarro algo que no alcance a ver y se estaba por ir otra vez.

El me miro y luego nego —no amor, tengo algo que hacer— se acercó a nosotras y nos dio un beso —en un rato las paso a buscar.

—¿A donde?— le cuestione, pero el no respondió ya que se había ido.

Escuche como sabri comenzaba a balbucear mirando hacia donde se había ido su padre.

—Si Bri, papi es raro, no se que le pasa— acaricie su cachete y ella se río, pero fue interrumpida por un pequeño estornudo —upa, ¿que paso ahí hija?

Me reí y ella igual, continuamos con nuestro desayuno.

Luego de unos minutos terminamos, la deje en su sillita y enjuague el plato y los cubiertos que usamos.

—¿Y si vamos a pasear mi bebe?— le pregunte acercandome a ella para alzarla.

La menor balbuceaba a modo de aprobación, comenzando a aplaudir, así que la lleve a la pieza para ver que ponerle.

—A ver, quiero que vayamos combinadas— hable para mi misma al abrir la maleta —que decis Sabi ¿amarillo y celeste?

Me acerque a ella mostrandole dos conjuntitos suyos, uno de cada color. Me gustaba que desde chiquita, aunque sea inconscientemente, desarolle un gusto propio y elija lo que más le llame la atención.

Al parecer el universo hoy juega a mi favor, ya que eligió el color celeste, y yo recordaba que tenia un vestido celeste hermoso para ponerme.

Con una sonrisa comenze a vestir a mi hija, todo bien hasta ahora.

Pero mientras me comenzaba a cambiar yo, escuché otro pequeño estornudo de parte de mi hija.

—Ay mi vida, se te salio un moquito— me reí yendo hasta la nena con una servilleta, para limpiar esa zona.

Me di la vuelta y comenze a maquillarme. Hasta que escuche como mi hija empezó a llorar de la nada.

Asustada por esa acción tan repentina, me di vuelta y me levante de la silla del tocador para ir rápido hasta mi hija.

—No mi amor, no llores ¿que pasa?— pregunte asustada alzandola y mesiendola para tratar de calmarla.

Pero eso solo empeoró todo, ya que solo lloraba aun más las cosas.

Me comenze a frustrar, toque su frente para comprobar que no tenga fiebre.

—Ay Sabri, estas hirviendo hija— exclame asustada al tocar su frente.

Me apresure para ir al baño y mojar un trapito con agua fría, para intentar bajarle la fiebre.

Menos de cinco minutos fueron necesarios para darme cuenta que mi hija no estaba bien.

Comenze a hiper ventilarme, eso solo pasaba cuando estaba muy nerviosa, hace años no me faltaba de tal modo el oxígeno.

Salí del baño y me puse rápido el primer calzado que encontré tirado por ahí.

A mi hija la enrolle en su frazada, salí casi corriendo hasta el ascensor, pero no llegaba. Faltaban una banda de pisos para que llegase y mi hija solo empeoraba su llanto. Mire hacia las escaleras, estaba en el quinto piso, pero creo que llegaría más rápido por ese medio.

Llamar tu atención | Exequiel ZeballosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora