Meses

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Abrí mis ojos de repente, miré por unos instantes el techo del cuarto, el cual se encontraba en total oscuridad.

Mire a mi novio, estaba dormido y parecía no querer despertar.

Solte un leve quejido cuando sentí una contracción, sostuve mi panza.

-Exe- lo llame, pero no hubo respuesta -Exequiel.

-¿Que?- pregunto adormilado.

-La bebe- dije, tratando de sonar lo más tranquila que podía.

-¿Que quiere?

-Ya viene.

-Bueno, decile que espere, estoy durmiendo- dijo dandome la espalda.

Pero no tardo más de dos segundos en reaccionar, se enderezo y me miro con los ojos muy abiertos.

-¿Ya viene?- pregunto confundido y yo asentí -mierda, mierda, ¿por que hoy? Le faltaban dos semanas.

Decía confundido mientras se levantaba y agarraba el bolso que ya teníamos preparado.

Se acercó a mí y tomó con cuidado mi mano, me ayudó a levantarme.

-Es igual de impacienciente que el padre, me parece- trate de bromear, pero el dolor no me dejaba reír.

-Ya mi amor, falta poco, todo va a estar bien- me aseguraba, una vez llegamos al auto lo puso en marcha.

Llegamos al hospital, el primero en salir fue Exequiel, corrió hacia el hospital y agarro una silla de ruedas que había encontrado en la puerta.

Lo van a cagar a pedo, pensé.

-Señor, no puede agarrar eso- le dijo rápidamente un enfermero.

-¡Mi mujer esta por dar a luz a mi hija! Ella es la prioridad- dijo el apurado.

Llego a mi lado del auto y abrió la puerta, me ayudo a sentarme en la silla y me llevó dentro del edificio.

Rápidamente fui rodeada por varios enfermeros, ellos me llevaron a la cual supongo era la sala de parto.

Trate de mirar para atrás, buscando con la mirada a mi pareja.

-Tengo que ir, ella me necesita- alcanze a escucharlo, pero un doctor lo paro.

-Lo llamaremos en cuanto esté en labor- dijo simplemente y se alejo.

-¡Aguanta mi amor!- me grito desde lejos, la recepcionista lo callo -perdón.

[...]

Nuevamente sentía mis párpados pesados, los efectos de la anestesia seguían en mi sistema.

No fue hasta que sentí un peso sobre mi cuerpo que abrí por completo mis ojos.

La pequeña beba, cubierta por la manta rosa que le habíamos comprado con su padre semanas antes, ya se encontraba conmigo.

Quise agarrarla, pero no tenia fuerzas.

-Exe- lo llame rápidamente.

-Mi amor, estoy aca- dijo acariciando mi pelo, dejando un beso en mi cabeza -lo hiciste perfecto Zoe, es perfecta.

Mire su rostro, estaba vestido como los otros enfermeros, pero se había bajado el barbijo, podía ver sus ojos rojos y con lágrimas saliendo de ellos.

-Es hermosa- deduje, no la había visto bien, pero sabiendo que era hija del Xeneize, no me cabían dudas.

-Es igual a vos- dijo sonriendo grande.

-No me mientas- le pedí cansada, el soltó una risa.

-Bueno, me ganaste, e' igual, igual a mi- contesto contento, sacando su acento santiagueño.

-¿Tiene hoyuelos?- pregunte, era lo único que necesitaba saber.

-Bueno, todavía no me sonrió, espero que no sea porque le caí mal- me dijo -pero no se, capaz que si.

Asenti y deje caer mi cabeza contra la almohada, cerré los ojos, esperando dormirme.

-Descansa Zo, yo las cuido- escuche la suave voz de mi novio, luego de un beso en mi cabeza, ya no sentía ya el peso de la bebe.

Cuando mi 'pequeña' siesta había concluido, me dieron el alta para poder volver a casa.

Salí del hospital y Exe me ayudo a subir al auto, en mis brazos llevaba a nuestra hija.

-¿Estamos?- pregunto mi novio, yo asenti -ya vas a conocer el mundo hija, nuestra casa, a tus hermanitos, tus tíos, abuelos, todos esperando por vos Sabri.

Yo sonreí cuando dijo su nombre.

Efectivamente, la pequeña niña de las rosas, que habíamos conocido meses atrás, cautivo mi corazón.

No solo el mio, por lo que parece, ya que tanto Exequiel como yo estuvimos de acuerdo con ponerle el nombre de la niña a nuestra hija.

-Te va a gustar, te lo aseguro.

Algo que había desarrollado recientemente el morocho era el hablarle repetidas veces a la pequeña, aunque también lo hacía cuando aún estaba embarazada.

De algo le sirvió, ya que cada que Sabrí llora y Exequiel se pone a hablarle, se calma por completo, es como magia no se.

En realidad, no es magia, es solo Exequiel Zeballos.

-Hogar dulce hogar, pase mi princesa- dijo el haciéndose a un lado en el marco de la puerta.

-Me gusta ese nuevo apodo- dijo pasando a la sala.

-Mm, no te lo decía a vos gor- Exe se sento al lado mío, yo lo mire mal -es que, ahora Sabri es mi princesita.

-¿Y yo ya no lo soy?- me hice la ofendida.

-Es que nunca lo fuiste- dijo de lo más normal y yo abrí la boca, totalmente ofendida -¡porque vos siempre fuiste mi reina! Por eso, no por otra cosa, vos antes eras todo eso y más, pero ahora ya tengo una princesa, ¿te molesta solo ser la reina?

-Supongo que me basta- me encogí de hombros y ambos reímos.

-¡Llegaron!- se escucho un grito desde las escaleras.

Pero no fue de mi agrado, ya que ese grito asusto a la bebe, la cual empezó a llorar en mis brazos.

-No de nuevo- dije tratando de meses a la más pequeña -Exe.

El extendió sus brazos -veni princesa de la casa, papi esta acá, no pasa nada, el tío Lu no quiso asustarte.

Suspire aliviada y me levante del sillón, caminado hacia mi amigo. Este sonrió en grande y me abrió los brazos, yo me acerque a abrazarlo.

-¿Como estas Zo?- me pregunto en voz baja.

-Cansada- admiti -pero bien, veni, conoce a tu sobrina y ahijada.

Cuando dije eso lo vi sonreír aún más, si es que eso era posible, tome su mano y lo dirigí hacia donde estaba Exe.

-La Changuita- dijo enamorado, exe le sonrio y le extendió a nuestra hija a su mejor amigo -Chango, es hermosa boludo.

-¿Viste? Es igual a mi- dijo orgulloso, yo rode los ojos.

-Bendicion tuya, tortura para la mamá Zo- río el, extendiendole el dedo índice a la pequeña morocha.

La cual en cuanto noto eso, tomo el dedo y empezó a jugar con el.

-Yo ya dije, mientras tenga los hoyuelos de Exe, me conformo- alze las manos y los contrarios rieron.

Exe sonrió y se puso detrás mío, acaricio mis hombros con sus grandes manos y beso mi cabeza.

Que lindo es estar con la familia completa.

Un momento.

-¿Donde están Milo y Baty?- pregunte.

Exe los llamo con un silbido y ambos caninos bajaron rápidamente las escaleras.

En cuanto nos vieron empezaron a correr y se subieron al sillón, mi novio se acercó a ellos y los empezó a abrazar y darle besitos.

Ahora si, toda mi familia está completa.

Llamar tu atención | Exequiel ZeballosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora